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domingo, 3 de julio de 2011

Prensa independiente: 100% cubana

Primavera Digital
A pesar de ser poco fotogénicos y nada vendibles como dijera un colega, los periodistas independientes cubanos han dado la batalla para sobrevivir y puede que hasta lo logren. La prensa nacional independiente fue y es una creación cubana y el aporte más significativo hecho desde Cuba para la lucha contra el cáncer político del siglo XX, los regímenes totalitarios de izquierda y de derecha. Ni los zamizdats rusos o los dazibaos chinos, se le asemejan. 100% cubana, la prensa nacional independiente asume los desafíos presentes de cara al futuro.

De la prensa colonial al periódico Granma
La prensa hizo su irrupción en Cuba en 1792 con el ‘Papel Periódico de La Habana’. En los años 20 del siglo XIX, sólo en La Habana, el número de periódicos era de once. Entre ellos Galera Constitucional, Indicador Constitucional y Noticioso Constitucional. Se afirma que a pesar de las consabidas limitaciones impuestas por las autoridades coloniales, todos tenían un carácter político. Ese ajetreo periodístico estaba avalado por la Constitución española de 1812 que permitía la libertad de imprenta.

A pesar de los escollos durante el siglo XIX, la prensa en Cuba navegó con las velas al viento. Así, en vísperas de la Guerra de los Diez Años hasta los trabajadores tuvieron órganos de prensa que los representaban: La Aurora y El Productor. También los tuvieron, en El Siglo y El País, algunas de las tendencias políticas de aquella época.

Tras el comienzo de la llamada Guerra Grande en 1868, con el advenimiento de la República en Armas, surgieron en el campo de la revolución, El Cubano Libre, El Mambí, El Tínima, La Estrella Solitaria y varios otros.

De ellos vale recordar al “Quimbo Cubano”. Este periódico se editaba y se hacía en todas sus partes en Cuba. Era trasladado en las embarcaciones que hacían el comercio con Cayo Hueso. El periódico era llevado hasta allá, donde se imprimía y regresaba a la Isla en forma de tabloide.

El Quimbo fue dirigido por un periodista habanero de apellido González. Se imprimió desde 1869 hasta 1879 y regresó en 1895 hasta 1898. En 1900 y ya finalizado el dominio colonial español, se conoció a su director y al resto de la pequeña redacción habanera de este medio. Digamos que fueron los antepasados directos de La Primavera de Cuba, que aunque no tan secreto, se hace en Cuba y se imprime por algún sitio de este mundo ancho y ajeno. Hoy como ayer, a los herederos y descendientes de los voluntarios y mandantes coloniales españoles, tampoco les gusta la prensa libre.

Con la llegada de la República y hasta 1959 la prensa fue libre. Durante esos 57 años hubo tantos órganos de prensa que resulta literalmente imposible mencionarlos a todos sin que alguno de primordial importancia se quede fuera. Además, durante esa etapa llegó en tropel la radio y luego la televisión.

Pero en 1959, tras el triunfo de la revolución de Fidel Castro, los medios fueron puestos todos al servicio del Estado. Desde entonces, son incoloros y han perdido la credibilidad. Se les arrancó el espíritu. Es una prensa que no es prensa. Y eso es trágicamente lógico, porque donde impera una tiranía no existe libertad de prensa.

Hoy, en contraste con los 11 periódicos existentes en la segunda mitad del siglo XIX, en La Habana solo circulan cuatro periódicos: Granma y Juventud Rebelde (de tirada diaria) y Trabajadores y Tribuna de La Habana (semanarios).

¿Es antiperiodismo el periodismo cubano?
De atenerse uno estrictamente a las reglas de los manuales para periodistas, se pudiera concluir que Cuba, donde existió una tradición de excelencia periodística durante los primeros 58 del siglo XX, después de 1959 se convirtió en el país del anti-periodismo.
La prensa oficial, con el periódico Granma, órgano oficial del Partido Único, como su nave insignia, sirve al Estado como arma propagandística. Hasta los más fieles amigos del régimen cubano lo admiten. Según Gabriel García Márquez, la prensa cubana “más parece hecha para ocultar que para difundir”. Para Eduardo Galeano, “parece de otro planeta”. El propio decano de la Escuela de Periodismo de la Universidad de La Habana, Julio García, declaró hace unos años agotadas las posibilidades del modelo de la prensa cubana.
En el otro extremo, frente a la prensa apologética controlada por el Estado, desde mediados de los años 90, está el periodismo independiente, a menudo cuestionado en el exterior por su hipercriticismo y falta de objetividad.

Riesgos y vulnerabilidades del periodismo independiente
Generalmente los detractores del periodismo independiente cubano no son justos ni bienintencionados.
Hacer periodismo en una sociedad cerrada requiere triplicar el esfuerzo. Primero que todo hay que trabajar bajo la vigilancia y el hostigamiento sistemático de la Seguridad del Estado y sus chivatos. Privado de cifras y datos oficiales (o a sabiendas de que están burdamente manipulados por el gobierno), hay que confiar en la intuición, aprender a leer entre líneas en la prensa oficial, ser prudente y saber discernir que puede haber de cierto en las conjeturas y los rumores callejeros. Es preciso evitar las fuentes poco confiables y las informaciones no verificadas. Pueden ser falsas o echadas a rodar por provocadores.

El menor desliz en las informaciones puede ser utilizado por las autoridades para desacreditar o enviar a la cárcel al periodista en virtud de la ley 88 y otros artilugios legales. Vale recordar que durante la ola represiva de marzo de 2003, 26 periodistas independientes fueron arrestados y condenados en juicios sumarios a largas condenas de prisión.

Las fuentes son el más difícil problema de los periodistas independientes. Exigen anonimato por temor a represalias, a veces se asustan y te ruegan que no publiques algo que dijeron antes. La misma persona que te refirió el atropello de un funcionario o un abuso policial, sometida a presión, puede desmentir mañana lo que afirmó ayer.

Los hiper-críticos
Los corresponsales extranjeros acreditados en Cuba no debían ser tan críticos con la prensa independiente. Mejor que nadie saben en qué condiciones y bajo qué reglas se hace el periodismo en Cuba. Tienen poco acceso a los funcionarios gubernamentales, tropiezan con leyes que garantizan el secretismo estatal, son espiados por la policía política, los CDR y hasta por sus colegas de la prensa oficialista, que suelen provocarlos y tenderles zancadillas. ¿Qué decir de sus fuentes? Las personas que entrevistan en la calle se muestran evasivas, ocultan sus nombres completos y temen criticar abiertamente al gobierno.

No obstante, para la prensa acreditada en La Habana es más cómodo y seguro ningunear a los periodistas independientes, citar al periódico Granma, repetir que Cuba cambia y va de cabeza hacia las reformas de mercado al modo raulista y repetir los ya habituales estribillos de “la incipiente sociedad civil” y “la oposición fragmentada y penetrada por la Seguridad del Estado”.
En esa misma cuerda de ningunear y difamar a los periodistas independientes se mueven ciertos periodistas de Miami como Alejandro Armengol, que se sienten con derecho a sentar cátedra sobre Cuba desde las páginas del Nuevo Herald, negado a aceptar que las víctimas de sus ataques tienen sobre él la ventaja de estar in situ y escribir sobre lo que viven, no lo que les cuentan, suponen o desean.

Los solidarios
Nacida en 1995, heredera del laborantismo del presidio político y a partir de la osadía y la creatividad de un grupo de periodistas provenientes de las filas del periodismo oficial cubano y también bajo la impronta del primer Comité Cubano Pro Derechos Humanos fundado por Ricardo Bofill a finales de la década de los 70, la prensa nacional independiente dio sus primeros pasos de la mano de Rafael Solana, Raúl Rivero, Indamiro Restano, Mercedes Moreno, Manuel Vázquez Portal y otros que aun y con la honra que aportaron, harían demasiado largo el listado.

Primero fueron las agencias de prensa independientes que se vinculaban a sitios web administrados desde el exterior, ubicados preferentemente en USA, en el estado de Florida y de forma específica en Miami, llamada por muchos la provincia rebelde de Cuba.

De aquellos tiempos, quedó la impronta, la creatividad y el amor que Rosa Berre aportó con la creación de Cubanet, que resultó ser forja de los mejores exponentes del movimiento de periodistas independientes. Pero las cosas no quedaron allí. En la medida que el movimiento creció, las páginas asentadas en el exterior se convirtieron en limitante y como sucede en las mejores familias, los hijos crecieron y se independizaron.

Quizás si Doña Rosa hubiera vivido más, las cosas se hubieran dilatado en el tiempo, pero ya la independencia era una necesidad inexorable. Sólo cuestión de tiempo y oportunidad. Poco tiempo después, Cubanet retomó su paso a partir de una dirección inteligente que rescató sus mejores tradiciones y asumió nuevos desafíos.

En la medida en que el tema cubano dejó de ser tema exclusivo de la política exterior norteamericana y que las democracias europeas se adentraron en los asuntos cubanos a partir de las visitas de ONG y el contacto de sus miembros con los periodistas independientes y otras personalidades de la sociedad civil, todo cambió.

Papel fundamental para ello jugó People in Need de la fraterna República Checa con sus ‘Diálogos Cuba-Europa’. Las muy efectivas y solidarias ONG de Suecia, como La Primavera de Cuba, Miscelánea y otras entidades y publicaciones que estimularon el periodismo alternativo. Pero además, conocimos rusos, bielorrusos, polacos, holandeses, alemanes, eslovacos, suecos, franceses, suizos, etc. y se tuvo contacto con las ONG fraternas que los enviaban.

Ellos inyectaron sangre nueva y confianza al movimiento de periodistas independientes en los momentos en que el agobio y un ninguneo creciente hacían mella en los espíritus. Quienes respetaron, reconocieron y alentaron a la prensa nacional independiente para seguir adelante, fueron esos demócratas europeos.

Gracias a esa oportuna intervención, el tema cubano saltó de los tinteros secos de compatriotas separados de la patria por cruel y prolongado exilio, a la vivencia fresca y a la vez profesional de reporteros y cronistas apegados a la tierra cubana y comprometidos como el pitirre a picar al aura tiñosa verde olivo por alto que esta pretenda volar.

De los activistas pro democracia europeos los periodistas independientes aprendimos que era un blog, una web y lo principal: que podemos hacerlo sin tutelas ni compromiso que no sean con la verdad. Esta presencia y exigencia que representaron, marcó una sensible diferencia y una nueva temporada para la prensa nacional independiente de Cuba.

Gentes buenas y sensibles desde Estocolmo, Praga, Varsovia, Berlín, Paris, Bratislava y muchos otros lugares se acercaron a nosotros para dar en unos casos, cámaras fotográficas, laptops, flash memories y en todos, lo necesario para estar a la altura de los retos de la modernidad. Los oficiales de la policía de Seguridad del Estado han repetido en múltiples ocasiones que cada uno de ellos comparte ficha y expediente de fase primaria en los archivos de la policía de Seguridad del Estado con nosotros a quienes ayudaron en el momento en que más falta hizo. Es un honor superlativo la ficha y compartir ese espacio honorífico con tan brillante y honroso elenco.

Separar el grano de la paja
Tal vez uno de los rasgos que nos ha hecho vulnerables a los periodistas independientes es el paternalismo solidario, heredado del falso paternalismo socialista, hacia personas que lamentablemente demuestran de entrada que aunque tengan muchas ganas, nunca llegarán a ser periodistas. Solemos confundir el periodismo con el activismo político. Y eso puede conducir al teque al estilo de Granma, pero al revés.

Tantos topos y críticos malintencionados han llevado a muchos colegas a ser demasiado suspicaces con aquellos que se inician en las lides del periodismo independiente. Dicen que cargar con improvisados a la larga puede servir para que nos desacrediten.

He aquí un dilema digno de un análisis que no puede ser superficial porque hay mucho en juego. Cualquiera no puede ser periodista. Hay que respetar la profesión. Pero siempre harán falta reporteros que cubran las actividades de la oposición, los problemas sociales y las violaciones de los derechos humanos. Sólo hay que conseguir que sean mejores en su trabajo.

Se trata, sin pretensiones de súper-didactismo, de ayudar a los colegas que se inician. Para ello hay que saber separar el grano de la paja. Pero sin que la paranoia nos lleve a un safari contra probables infiltrados.

Es preciso prepararnos para hacer periodismo en una Cuba en democracia. Sin recurrir a las escuelas y las conferencias de alto costo represivo y los hasta ahora casi inefectivos cursos de la Florida International University en la SINA, en Primavera Digital hemos conseguido formar y dar asesoría sobre la marcha a nuevos periodistas independientes, en medio de la mayor pluralidad, sin exclusiones. Por supuesto, con todos los riesgos que ello implica.

Con virtudes y defectos, el periodismo independiente es desde hace años un referente obligatorio para los interesados en saber qué pasa realmente en Cuba. Y no tengo dudas que será la prensa del futuro democrático. Después de todo, no es tan grave que el nuevo periodismo cubano esté marcado, como tantas otras cosas en este país, por nuestro temperamento.

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