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viernes, 6 de mayo de 2011

La arribazón de los cincuentones

Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) – Hace unos años, el escritor Norberto Fuentes se proclamó la memoria de Fidel Castro, y se arrogó el derecho de escribirle unas memorias apócrifas, más en el estilo del Comandante que las Reflexiones del Compañero Fidel. Ahora, en una entrevista concedida recientemente al periodista Pedro Schwarze, publicada en El País, a Fuentes le dio por validar el VI Congreso del Partido Comunista y dar por hecha la transición raulista y el reemplazo generacional.
Norberto Fuentes y Fidel Castro

Dejando a un lado el estridente despropósito racista y sexista de Norberto Fuentes, cuando afirmó que lo más novedoso del VI Congreso es “la cantidad de negras que hay ahora en el Comité Central”, el escritor fue más optimista que el propio Raúl Castro en cuanto al relevo. Mientras el general-presidente se queja de no tener cuadros jóvenes lo suficientemente preparados que sacar de la chistera, Fuentes asegura que la joven generación ya está en el Comité Central y dará un giro a la política cubana.

La nueva generación de aparatchiks a la que con tanto entusiasmo se refiere Fuentes y de la que tanto espera, no es tan joven: son cincuentones. Que estén pasaditos de años para clasificar como jóvenes, es lo de menos. Lo peor es que en su mayoría son  oportunistas, trepadores,  acomodados del agazapo y la doble moral, que han hecho carrera reptando, simulando y sobre todo, aplaudiendo. ¿Para qué engañarnos? De no ser así, no estarían donde están: en la piña, listos para darle, duro y con todo, a la piñata.

Mucha gente me repite que Norberto Fuentes, otro exilado “diferente”, sabe lo que dice. En su época de cronista de la corte, se convirtió en amigo y confidente de lo que más valía y brillaba en la aristocracia verde olivo. Con ellos compartió juergas, comilonas,  cortesanas, el gimnasio de Tropas Especiales y algunos secretos sumamente comprometedores.
Norberto Fuentes y Raúl Castro

Mezcla de buen escritor, ranger y playboy, con  reloj Rolex regalo de Los Jefes, su  vida  de lujos y privilegios  terminó abruptamente durante la purga estalinista de junio de 1989. Fuentes estaba demasiado enterado de los pormenores de lo que ocurría en el piso superior. Salió bien que no lo condenaron al paredón o a 20 años de prisión. Gabriel García Márquez usó sus influencias con el Máximo Líder para  sacarlo de Cuba en 1994 y salvarlo de la vendetta.
Norberto Fuentes en el Escambray con uniforme de la Seguridad del Estado
En el mismo punto donde espantado la dejó plantada, Fuentes, que parece se quedó con ganas, pretende ahora retomar la revolución, con aires de que no hay quien le haga un cuento sobre ella.

No sé por qué Norberto Fuentes, sólo por unos cuantos ascensos, da por terminado el reinado de los funcionarios grises. ¿Vendrá  ahora la corrida de funcionarios chispeantes, jaraneros,  con pespuntes negros?

Hay una discreta arribazón de cincuentones al Comité Central convertido en asilo geriátrico. El peje de más altura -y literalmente el más gordo- es Marino Murillo, el zar de las reformas económicas que no son tales, sino la actualización de lo que ya saben. El más hollywoodense, a lo Richard Gere: Miguel Díaz Canel, que dejó en Holguín el uniforme militar colgado en un perchero y varios barrios llega-y-pon desalojados. ¿Serán los  dos que más esperanzas de cambios infunden a Norberto Fuentes?

Qué importa si los futuros mandamases, por muy imbuidos que estén del misticismo castrista, no le temen a las computadoras, Internet, las inversiones extranjeras,  las recetas del capitalismo salvaje, el marketing, el blog Revolico, las caras y los mensajes en Facebook de los condiscípulos de la Escuela Lenin o Los Camilitos, los timbiriches, las paladares, la música de los Beatles en Submarino Amarillo, los shows de travestis y la ropa de marca.

Con ellos, lo sabemos, no llegaremos dos pasos más allá de esa mezcla estrambótica, cuyo tufo ya sentimos, de capitalismo mercantil de menudeo y socialismo burocrático sin subsidios. Y si acaso, para luego de los velorios históricos, si no queda más  remedio que hacer alguna concesión política, un amago de democracia putineska y cirquera.

Fuera preferible si esa generación panzuda y canosa,  que según Fuentes  no tiene miedo a nada, respetara al pueblo y le temiera a más cosas de las que ahora teme, además de al  generalato y los bonzos comunistas del retranqueo. Debían temer, sobre todo, al hundimiento de la nación. Pero me temo que eso sería pedirles demasiado.

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