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martes, 19 de abril de 2011

Comentarios de la prensa sobre el VI Congreso


Fidel Castro desde su retiro declaró que el informe central del Congreso del Partido Comunista se lo había “mostrado varios días antes por su propia iniciativa, como hizo con muchos otros asuntos sin que yo lo solicitara, porque había delegado, como ya expliqué, todos mis cargos en el Partido y el Estado en la Proclama del 31 de julio de 2006”.
Aunque Fidel vigila en la sombra, el ex presidente renuncia a sus 84 años a cualquier puesto en el partido que lideró desde su fundación, en 1965. Ya en 2006 había cedido la dirección a su hermano Raúl por motivos de salud. Y en su reflexión, esos textos en los que el dictador comenta la actualidad y defiende la revolución, recuerda aquella decisión de hace cinco años como "un deber que no vacilé un instante en cumplir" (ABC. España).
Fidel ha dicho definitivamente adiós a su posición de liderazgo en el Partido Comunista Cubano. Eso sí un adiós que ha pasado previamente por dar su voto como delegado a las iniciativas económicas presentadas en el VI Congreso del Partido. ¿Es un adiós con la boca pequeña? Confirma que abandona su cargo como presidente del PCC, ya lo anunció en 2006, aunque sus posturas, votos y reflexiones seguirán presentes (EL MUNDO. España).
En referencia a su última reflexión “Mi ausencia en el CC”, EL MUNDO señala: Y continúa en un ataque de humildad desconocido hasta ahora en él que ha recibido "demasiados honores" y que "nunca" pensó en vivir tantos años", aunque "el enemigo hizo todo lo posible para impedirlo". ¿Un hasta luego que significa un adiós definitivo?. Y agrega el rotativo: Está claro que seguirá con su Reflexiones, los artículos que han sustituido sus largos discursos, y que su voz y voto continuarán presentes en el Partido y seguramente en las decisiones del Gobierno cubano, pero esta última Reflexión suena a una marcha anunciada.
Según el anciano uno de los puntos que le resultaron más le interesó fue el relativo a la limitación del periodo de gobierno a solo dos quinquenios, “Me agradó la idea; era un tema sobre el que yo había meditado mucho”.
En su discurso inaugural, Raúl Castro reconoció que en estos momentos no había una "reserva de sustitutos debidamente preparados, con suficiente experiencia y madurez para asumir las nuevas y complejas tareas", una confirmación más de que los históricos se mantendrán en el poder hasta el último momento. Se da por seguro que Raúl Castro, de 79 años, sucederá a Fidel Castro en el cargo de Primer Secretario del PCC luego de que el ex mandatario recientemente anunciara su renuncia debido a la enfermedad que lo apartó del poder en 2006 (EL PAIS. España)
En un texto acompañado por ocho fotos en las que Fidel, sentado en el salón de su casa, repasa la lista y vota por el nuevo comité, el dictador subraya "la idea sostenida por Raúl de que en el seno del comité central se incrementara la presencia del sector femenino y el de los descendientes de esclavos procedentes de África. Ambos eran los más pobres y explotados por el capitalismo en nuestro país" (ABC. España).
En la resolución del cónclave comunista se indica que el objetivo de los ajustes es "garantizar la continuidad e irreversibilidad del socialismo, el desarrollo económico del país y la elevación del nivel de vida de la población", indicó America El Mundo. "En la política económica está presente el concepto de que el socialismo significa igualdad de derechos y de oportunidades para todos los ciudadanos, no igualitarismo, y se ratifica el principio de que en la sociedad socialista cubana nadie quedará desamparado", añade el acuerdo.

Un Artículo del periódico EL MUNDO

Cuba, 50 años después
Por Raquel Quílez
1 de enero de 1959. Los hombres de Ernesto 'Che' Guevara toman la ciudad de Santa Clara y Fidel Castro, líder de la guerrilla de Sierra Maestra, entra en Santiago de Cuba. Sabiéndose acorralado, el dictador Fulgencio Batista huye a Santo Domingo. La revolución ha triunfado. Fue el comienzo de un ideal construido sobre los principios de igualdad de clases, reparto de bienes y justicia social. 50 años más tarde, ¿qué queda en la sociedad cubana?

Los carteles con consignas revolucionarias proliferan a cada paso. 'Patria o muerte', 'Este país no podrá ser sometido', 'Vamos bien'... En una isla donde no existe la publicidad, los espacios más visibles de carreteras, calles y edificios los ocupan emblemas políticos. Los rostros del Che y Camilo Cienfuegos, héroes del 59, también son omnipresentes. Más difícil es encontrar a Fidel Castro, quien se autoproclama contrario al culto a su persona, aunque su figura lo cale absolutamente todo en el país. Incluso ahora, ya retirado de la actividad política.

Los mensajes son los mismos que en 1959, pero basta con observar la rutina diaria de sus 11,2 millones de habitantes para darse cuenta de que, sobre el terreno, la realidad es otra.

50 años después del triunfo de una revolución que cambió su historia, los cubanos están divididos. Ideológicamente —son muchos los detractores y también los defensores del régimen comunista— pero, sobre todo, económicamente. La división de clases es patente en la Cuba actual y se agrupa en dos categorías bien definidas: los que tienen acceso a la divisa y los que no. O, de forma más gráfica, los que trabajan cerca del turista o tienen familia en el extranjero que les aprovisione y los que deben vivir de su trabajo. Un trabajo que les deja una media de 408 pesos cubanos al mes (equivalentes a unos 12 euros). Los primeros se parapetan tras televisores, DVD, mp3 y ordenadores, auténticos objetos de culto desde que el Gobierno liberase su venta a comienzos de 2008. Los segundos hacen cuentas para adquirir productos de primera necesidad. Y casi nunca les salen.

Y es que los bienes que se ofertan en divisa —en la isla circulan dos monedas, el peso cubano y el convertible, divisa asociada al turismo en la que deben pagarse muchos productos, como los de higiene— tienen un precio similar al de Europa: cerca de 3 euros por un litro de leche, unos 4 por un champú. Y eso cuando el sueldo mensual lo tiene difícil para superar los 10.

Teniendo en cuenta el salario, son muchos los cubanos que prefieren no trabajar —el 20% de la población de La Habana está desempleada— y optan por buscar el dinero del turista. De ahí, que en la Cuba de 2009, sea más que habitual encontrar a un neurocirujano trabajando como taxista o que el camarero que sirve en los hoteles esté licenciado como ingeniero: una propina puede igualar en un minuto el sueldo que le correspondería por su titulación.

El Gobierno argumenta que los cálculos que tienen por base el sueldo mensual no son justos, ya que todos los ciudadanos tienen una cartilla de racionamiento que les garantiza alimentos a precios subvencionados y cuentan con sanidad y educación gratuitas —aunque después deben trabajar donde el Estado considere oportuno durante la llamada «prestación social»—. «Lo malo es el bajo nivel de esta sanidad y educación», añaden los detractores.

El Partido Comunista trabaja cada día para mantener el espíritu revolucionario, para lo que reprime la crítica —en las cárceles había en junio de 2010 167 presos políticos, según organizaciones humanitarias— y celebra todo tipo de actos para conmemorar cada batalla, cada hito de la Revolución. Además, la televisión, oficial, bombardea con propaganda y las reflexiones de Fidel acerca de la actualidad se publican en todos los periódicos y se reproducen en todos los canales. No caben las voces disidentes.

En febrero de 2008, Fidel Castro, el artífice de todo esto, dejó paso a su hermano Raúl al frente del Estado. Sus problemas de salud le llevaron a retirarse de la presidencia.

Siempre a la sombra de su hermano, Raúl Castro comenzó con medidas aperturistas, como una reforma agraria para fomentar la productividad del campo —el 50% de las tierras útiles están sin cultivar y el país importa más del 80% de los alimentos—, pero su impulso se fue frenando. Su medida más polémica ha sido la conocida como 'Ley de no Acaparamiento', promulgada tras los desastres que provocaron los huracanes Gustav e Ike —según datos oficiales, dejaron pérdidas de 9.722 millones de dólares, equivalentes al 20% del PIB y afectaron a 530.758 viviendas—. La norma impone un tope a lo que puede comprar cada persona y ha puesto contra las cuerdas al mercado negro del que vivía la mayoría de la población.

50 años después de ese histórico 1 de enero, los cubanos viven una paradoja constante: indicadores económicos del tercer mundo —a los que contribuye el embargo que decretó EEUU en 1963— contrastan con marcas sociales propias de país desarrollado —esperanza de vida de 77 años; mortalidad infantil de 5,3 por cada mil nacidos vivos—; el alto nivel cultural de la población —la tasa de analfabetismo es prácticamente nula y 45.000 universitarios se licencian cada año— choca con la pobreza de la propaganda... En definitiva, unos dignos ideales se enfrentan a la dureza de constatar que no se han llevado a la práctica.

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