Mario J. Viera
A Castro, el más viejo, le ha dado por ser un especialista en política mundial. Se considera a sí mismo como un experimentado estadista cuando en realidad fracasó como tal cuando ejercía su férreo control sobre la sociedad cubana.
Falló como profeta cuando anunciara que el mundo estaba ya a la puerta de una debacle atómica. Pero su narcisismo le impide reconocer su deslumbrante ignorancia y las estupideces que se atreve denominar “Reflexiones”.
Su último delirante e irreflexivo ensayo lo dedicó al análisis del discurso que pronunciara el Presidente Obama el pasado 25 de enero para exponer el Estado de la Unión.
Comienza su despistado análisis tratando el lamentable suceso ocurrido en Arizona. Enjuició la indignada reacción ante el acto criminal de la población de Arizona y del resto de los Estados Unidos señalando que su conducta “fue sin duda correcta, y así lo expresé”; como si estuviera calificado para juzgar la actitud que asuma cualquier población del mundo. El galardona y premia, o juzga y condena. Es el Júpiter tronante que desde el Olimpo de su chochez le dice a los mortales qué es bueno o qué está mal.
Consideró que “Estados Unidos es una superpotencia de la que, con independencia del Presidente y el Congreso (…), depende el destino de la especie humana”. Al menos reconoce, aunque sea ladinamente, el liderazgo mundial de los Estados Unidos.
Acto seguido se refiere al papel que Obama está jugando en el ejercicio de su mandato:
“Obama, en primer lugar, está envuelto en un proceso electoral. Tiene que hablar para los demócratas y los republicanos, los que votan y los que no votan, los multimillonarios y los pordioseros, los protestantes y los católicos, los cristianos y los musulmanes, los creyentes y los no creyentes, los negros y los blancos, los que apoyan y los que no apoyan las investigaciones con células madres, los homosexuales y los heterosexuales, cada ciudadano y su opuesto…”
¿Acaso no es esto lo que debe hacer un presidente de cualquier nación democrática? El Presidente de un país es el presidente de todo el país incluyendo no solo sus partidarios sino también sus opositores. Lástima que este reflexionante personaje no entendió que eso era lo que tenía que hacer cuando ejercía el mando directo: gobernar para todos y no solo para la élite de aduladores que le acompañaron en la usurpación del poder.
Y termina el párrafo con una tremenda falta de reflexión al señalar que Obama terminó su discurso “clamando que todos son norteamericanos, como si el 95,5%, es decir, el resto de los 6 900 millones de habitantes del planeta, no existieran”. ¿Acaso Estados Unidos es la Nueva Roma que gobierna todas las naciones del mundo? Obama habló para los norteamericanos exponiendo sus planes ante la nación que le eligiera como Presidente.
Satiriza los pasajes del discurso que comenzara el Presidente con la frase “Ese mundo ha cambiado” cuando se refería a los cambios que se han producido en la nación como consecuencia de la crisis. Especialmente este pasaje que dijo le recordaba el título de una famosa película, “Lo que el viento se llevó”:
“Ese mundo ha cambiado. Y para muchos, el cambio ha sido doloroso. Lo he visto en las ventanas tapiadas de fábricas otrora prósperas y las vitrinas vacías de calles principales antes concurridas. Lo he oído en la frustración de estadounidenses que han visto la disminución de sus cheques de pago o la desaparición de sus empleos; hombres y mujeres orgullosos de su trabajo que piensan que les cambiaron las reglas a medio partido.”
Por lo menos Obama no oculta la crítica situación que ha tenido que enfrentar la sociedad americana, ni clama desde las ruinas de una antes próspera nación como lo fuera Cuba “Estamos avanzando, la revolución es invencible”. Obama no habla de planes sobrecumplidos mientras que la población carece de lo indispensable para tener una vida digna como se sufre en Cuba; como se proclama en todos los medios oficialistas. Si de títulos se trata, la labor del gran analista en el gobierno de Cuba nos haría rememorar el de aquella vieja película llamada “Los últimos días de Pompeya” estrenada en 1950.
Se lanza al ataque criticando la omisión en el discurso de Obama de acontecimientos ocurridos muchos años atrás como el acuerdo de Bretton Woods de 1942 cuando a la conclusión de la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos emergen como la potencia económica más poderosa mundialmente. Le reclama que no mencionara políticas asumidas por antiguas administraciones como la del Presidente Nixon en 1971 cuando el actual Presidente solo tenía 10 años de edad.
Es cáustico cuando desprecia la oratoria de Obama: “Su oratoria ─ dice ─, su estilo y su tono parecen diseñados para escuchar, como niños disciplinados, sus conmovedores cuentos”. Juicio que mejor correspondería aplicar a su propia oratoria, cuando lanzaba sus interminables y furiosos discursos desde la Plaza de la Revolución.
Más adelante Castro, que basa sus ataques en las distorsionadas denuncias de su aliado iraní recrimina que en el discurso, Obama no mencionara “una sola palabra del asesinato selectivo de científicos iraníes realizado por los órganos de inteligencia de Estados Unidos y sus aliados, que él conoce perfectamente bien”. Castro alude al atentado en el que perdiera la vida Massoud Ali-Mohammadi ocurrido en enero de 2010, un científico que supuestamente trabajaba en el programa nuclear de Irán. Según un portavoz de la Organización de Energía Atómica iraní indicó que Ali-Mohammadi “no tenía ninguna cooperación con la institución y, por lo tanto, no jugaba ningún rol en las actividades de la entidad”; por otra parte de acuerdo con un reporte de Fredrik Dahl de la Reuters, el sitio web opositor Jaras indicó que le científico asesinado “era un partidario de la oposición cuyo nombre figuraba entre los cientos de académicos que emitieron una declaración a favor del candidato moderado Mirhossein Mousavi durante la campaña para las elecciones de junio pasado”. Se conoce muy bien la represión que el gobierno iraní desató a raíz de los cuestionados resultados electorales contra los opositores. Tal vez se pudiera considerar una omisión en el discurso de Obama no mencionar lo que declaró Castro en Irán poco antes del atentado del 11 de septiembre: “Los pueblos y los gobiernos de Cuba y de Irán pueden poner de rodillas a Estados Unidos”.
Castro de inmediato ataca a Obama por no referirse al “calentamiento global” o a “la crisis alimentaria que en estos momentos amenaza a 80 países del Tercer Mundo” ni tampoco habla “de las decenas de millones de toneladas de maíz y soya que las grandes empresas de Estados Unidos están consagrando a la producción de biocombustible”.
Tal vez el reflexionante en jefe debería informarse un poco más cuando habla del papel que juegan “las grandes empresas de Estados Unidos” en la producción de biocombustibles.
De acuerdo con los datos que recoge el análisis Europa fue el principal mercado de biodiésel en 2009, con una cuota de producción del 49,8%, seguida por el continente americano (32,8%) y la región Asia-Pacífico (4,4%). Los cinco principales productores son Alemania, EE.UU., Francia, Argentina y Brasil, que juntos producen el 68,4% del total del biodiésel del mundo. Australia es el mayor productor en la región Asia-Pacífico, seguido de China y la India.
Actualmente, la UE aporta cerca del 66 por ciento de la actual producción mundial de biodiésel, con 6.500 millones de litros anuales, seguida por Estados Unidos con 1.500 millones. Argentina y Brasil tienen producciones relativamente menores de 500 millones de litros al año.
Alan Bullion, subeditor de F.O.Licht World Ethanol and Biofuels Report, dijo que se están construyendo 58 plantas de biodiésel en la Comunidad Europea, mientras se instalan 62 en Estados Unidos. Otras cinco se erigen en Argentina y 15 en Brasil y el sureste de Asia.
Otro dato en que parece estar equivocado Castro es el referido a las fuentes principales de producción de los biocombustibles, la soja, la canola y la palma, productos no indispensables para la dieta humana. La canola fue desarrollada en Canadá a partir de las especies Brassica napus y B. rapa, conocidas comúnmente como colza, mostaza o nabo aceitero con el propósito de obtener aceite de cocina. Su nombre proviene de las siglas en inglés, CAN: Canadian (Canadiense), O: Oil (Aceite), L: Low (Bajo) y A: Acid (Acido).
Castro parece olvidar aquello del que tiene techo de vidrio no debe lanzar piedras al techo ajeno, cuando criticó que Estados Unidos tiene un presupuesto militar que “supera el de todos los demás países juntos”. Estados Unidos es una potencia militar que requiere mantener una poderosa fuerza militar y naval. Cuba es un país al que el castrismo colocara dentro de los niveles del tercer mundo, no representa nada en el panorama internacional, ni estratégica ni económicamente, sin embargo, mantiene unas fuerzas armadas y policiacas supernumerarias que consumen una importante tajada de PIB de la nación solo dirigidas a la represión popular y a la defensa del poder castrista.
¿A quién pretende engañar el Presidente de Estados Unidos con ese discurso?, encuesta Fidel Castro, a lo que se le debería responder con otra interrogante: ¿A quién pretende engañar el gran usurpador con estas “reflexiones”?
Luego se lanza contra la mención presidencial de la participación del empresario Brandon Fisher en el rescate de los mineros atrapados en una mina chilena. Para desacreditar el papel que las empresas de Estados Unidos jugaron en la solución del drama minero hace uso de las resentidas declaraciones del ingeniero chileno Jorge Sougarret, quien dirigiera las operaciones de rescate. Según se reportara en cable de la EFE “Sougarret precisó que Fisher no diseñó el plan de rescate, uno de los tres que se usaron para sacar a la superficie a los mineros, sino que su empresa aportó los martillos usados por las perforadoras. Y que le pagaron 100.000 dólares por los martillos”.
Brandon Fisher en Chile
Y según AP Sougarret agregó que el aporte del ingeniero estadounidense Brandon Fisher y su empresa Center Rock "no fue gratis ni una cosa que hizo por los aplausos".
Hay que destacar que durante todo el tiempo que duraron las operaciones de rescate las autoridades chilenas no se refirieron al aporte internacional y solo mencionaron el papel jugado por empresas y organismos chilenos.
Es interesante la opinión expresada al respecto por un lector que firma Abel Werner aparecida en Yahoo opina: “el plan B era estadounidense y se usó porque el plan A fracasó. Todos los que actuaron en el rescate de los mineros cobraron como corresponde.
Es cierto que el Plan A había fracasado o al menos su ejecución hacía que el rescate se demorara significativamente. El Plan B fue el empleo perforadora T-130 de la compañía americana Schramm.
Quizá el viejo de la barba debiera consultar el reportaje del Wall Street Journal aparecido el 14 de octubre de 2010. En este artículo se señalaba que el equipo de perforación empleado en el Plan B fue construido por la compañía Schramm de Philadelphia y sus cuchillas de corte procedían de la compañía Center Rock propiedad de Brandon Fisher.
En el mes de agosto Fisher supo la noticia de que los mineros chilenos no serían extraídos a la superficie hasta la Navidad y consideró que el trabajo podría hacerse más rápido teniendo en cuenta su experiencia en el recate de unos mineros de carbón atrapados en una mina durante tres días en una mina de Pennsylvania.
Y concluye Castro diciendo: “Después de exaltar la proeza de la pequeña empresa Center Rock, independientemente de los méritos personales y la capacidad que pueda tener el joven Brandon Fisher, Obama, en su desmedida apología que lo llevó a no mencionar siquiera el esfuerzo de los rescatistas chilenos que llevaban semanas laborando arduamente para salvar los mineros atrapados…”
Estas últimas apreciaciones de Castro son, como es habitual en él, tomadas fuera de contexto. Obama se refería a lo que constituye el sueño americano, con ejemplos concretos para apoyar sus opiniones al respecto. Quería demostrar que los Estados Unidos “es un país de gente promedio que se atreve a soñar”, una capacidad que ha sido castrada en Cuba por el totalitarismo castrista. Quizá la similitud que existe entre las palabras “castrismo” y “castrado” sea el símbolo de la realidad social en que agoniza la mayor de las Antillas.