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jueves, 27 de enero de 2011

El dinosaurio del Tea Party gimotea: “¡Cerrar las fronteras. Cerrar las fronteras!”

Mario J. Viera 



En su discurso sobre el Estado de la Unión, el Presidente Obama pronunció estas elocuentes palabras: “Lo que surja de este momento no lo determinará si nos podemos sentar juntos esta noche, más bien, si podemos trabajar juntos mañana”; y decimo que son palabras elocuentes porque se refirió a la demagógica decisión de los republicanos de sentarse al lado de legisladores demócratas, al paso que dejaba implícito que hay que cuidarse de la levadura de los fariseos.

Es la misma observación de Maribel Hastings, Asesora ejecutiva y analista de America's Voice, cuando dijera en un artículo que tituló “Juntos, pero no revueltos”: “Aunque se sentaron juntitos para presenciar el discurso del presidente Barack Obama sobre el Estado de la Unión, demócratas y republicanos todavía tienen que probar su capacidad de colaborar para buscar soluciones grandes a grandes problemas…”

Hasting señaló además: “El problema es que con simbolismos, palabrería y falta de voluntad no se consigue nada, como han probado los escollos enfrentados por la reforma migratoria y medidas menos amplias como el DREAM Act.”

Y es que los republicanos se han empeñado en no colaborar con el partido Demócrata sino de ponerles todos los obstáculos posibles a sus iniciativas legales, como ha sido con la ley del cuidado de la salud y la propuesta del Dream Act.

Ahora con el respaldo del partido dinosáurico del Tea Party que solo gimotea: “¡Cerrar la frontera, cerrar la frontera!... ¡Luego se verá si nos decidimos por una reforma migratoria!”, el partido del elefante, con su paso cansino, pesado y aplastante seguirá levantando temores y no haciendo nada para resolver los graves problemas que afectan a la nación.

Aunque Obama declarara que estaría dispuesto a trabajar en colaboración con los republicanos al decir: “Estoy listo para trabajar con republicanos y demócratas para proteger nuestras fronteras, hacer cumplir nuestras leyes y tratar con los millones de trabajadores indocumentados que ahora viven en la clandestinidad”, al día siguiente el Subcomité de Inmigración de la Cámara Baja del Congreso, dominado por congresistas republicanos, como reportara Al Día News, promovió las deportaciones masivas más que el apoyo a la reforma migratoria.

De acuerdo con Al Día News: “Congresistas republicanos presionaron al panel para expandir la aplicación del controversial programa federal de verificación laboral, E-Verify, pese a un reciente informe del “Government Accountability Office” (GAO) reportó significantes fallas en dicho sistema, así como consecuencias negativas de las deportaciones masivas en la economía”.

Según esta fuente, Marissa Graciosa, coordinadora de Movimiento Justo de Reforma Migratoria (FIRM) expresó: “Habíamos esperado que el presidente del Comité Judicial, Lamar Smith (R-TX), el presidente del Subcomité Elton Gallegly (R-CA), y el congresista Steve King (R-IO), pese a ser conocidos por su aproximación exclusiva de aplicación de la ley de inmigración, se hubieran tomado la seriedad de sus puestos para reexaminar sus posturas”

Por el contrario, según Graciosa, “alguno miembros seleccionados del Centro de Estudios de Inmigración (CIS), como Mark Krikorian y Michael Cutler, solo buscan promover estrategias de deportaciones masivas”. Esta organización afirma Al Día News fue fundada en 1985 por el nacionalista blanco John Tanton, y es clasificada como una organización de odio por el Southern Poverty Law Center (SPLC).

Aunque la disminución de la deuda pública se ha convertido en el caballo de pelea de los republicanos y del retrógrado movimiento del Tea Party, las deportaciones constituyen un enorme gasto que los contribuyentes deben asumir. Efectivamente, la AP informó el 26 de enero que “el arresto, detención y deportación de cada persona que llega ilegalmente a Estados Unidos cuesta 12.500 dólares”. Esta afirmación fue atribuida a Kumar Kibble, subdirector de la oficina federal de Inmigración y Aduanas (ICE) expresada durante una audiencia ante una subcomisión de la Cámara de Representantes.

Según Maribel Hastings, la “legalización de los aproximadamente ocho millones de trabajadores sin documentos supondría el pago de más impuestos representando $5,000 millones en nuevos ingresos para las arcas del país, por ejemplo. Varios estudios han determinado que, por el contrario, la implementación de un plan de deportación masiva costaría $300 mil millones”. Enorme flujo de dinero que saldrá del bolsillo de los contribuyentes lo que según dicen los del elefante y los del dinosaurio pretenden defender.


Señalando como fuente a la no partidista Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), Hasting asegura que “el DREAM Act (…) incrementaría los ingresos del fisco en $1,700 millones en 10 años y reduciría el déficit presupuestal en $2,200 millones en el mismo lapso”.

Por su parte, la agencia Notimex informó que el líder de la mayoría demócrata, Harry Reid dio a conocer una decena de proyectos de ley que constituyen los más importantes para la agenda legislativa del presente año que impulsará la bancada demócrata, y entre las que se encuentra el tema de la reforma migratoria.

Notimex cita las palabras del secretario del Interior, Ken Salazar referidas a la necesidad de un acuerdo bipartidista para el tema de la reforma migratoria: “Va a ser importante para el futuro, para tener éxito en la reforma migratoria, que este Congreso, la Cámara de Representantes controlada ahora por los republicanos, que trabajen con nosotros para que tengamos una reforma de migración”.

Sin embargo, como indica un cable de la EFE del 26 de enero “los republicanos, que ahora controlan la Cámara Baja y tienen mayor presencia en el Senado tras los comicios de noviembre pasado, piden un aumento en la vigilancia fronteriza. Eso hace temer que las posibilidades de lograr una reforma este año sean matemáticamente nulas”.

Los republicanos continuarán atizando temores que ellos mismos no creen y el Tea Party seguirá exigiendo sus postulados xenófobos y ninguno de ellos tendrá la voluntad política de alcanzar acuerdos bipartidistas.

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