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miércoles, 9 de marzo de 2022

LA GUERRA QUE NO SE PODRA EVITAR

 

Mario J. Viera


 

Por principios morales e ideológicos soy totalmente opuesto a las guerras. Las guerras solo conllevan dolor, destrucción, sangre y llanto. La guerra, como se dice en la conocida canción argentina “Solo le pido a Dios”, es un monstruo grande y pisa fuerte. Sin embargo, hay momentos históricos cuando una política de extremo pacifismo conservador conduce precisamente a la guerra; así ocurrió con los antecedentes de la Segunda Guerra Mundial, iniciada el Primero de septiembre de 1939. Francia e Inglaterra, en aquel entonces, procuraban calmar las ansias expansionistas de la Alemania hitlerista; pero Hitler consideró que aquella política de apaciguamiento era la manifestación palpable de la debilidad de esas naciones, y luego de anexarse a Austria (el Anschluss), y absorber Checoslovaquia lanzó sus divisiones panzer sobre Polonia.

Ante la agresión del régimen de Vladimir Putin contra Ucrania, sin previa declaración de guerra, como lo hiciera Japón el 7 de diciembre de 1941 con el ataque aéreo masivo sobre la base estadounidense de Pearl Harbor, Europa y la OTAN no han respondido con la suficiente energía que esa agresión a Ucrania requiere. Hay que entender, acabar de entender, que la guerra de Putin contra Ucrania, no tiene solo como único objetivo impedir que Ucrania se incorpore a la Unión Europea y a la OTAN o de derrocar al gobierno legítimos de Volodímir Zelenski y sustituirle por un gobierno títere de Rusia. La mira de la agresión apunta en contra, en primer lugar, a la Unión Europea y a la OTAN, y también a los Estados Unidos.

La respuesta del mundo democrático a la criminal guerra de Putin en Ucrania, de la Unión Europea, de Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Japón, Australia, Nueva Zelanda, y hasta la históricamente neutral Suiza, ha sido la imposición de fuertes sanciones económicas a Rusia, que, aunque afectando a la economía del imperio ruso, también comportan efectos colaterales sobre sus propias economías.

Putin, por su parte, declaró que tales sanciones contra Rusia son de hecho una declaración de guerra.

Como bien lo ha expresado el periodista de BBC, Fergal Keane, “[las sancione impuestas sobre Rusia] No detendrán esta guerra porque se ha convertido en una lucha existencial para Vladimir Putin. Si pierde, sabe que sus días en el poder seguramente están contados. En su mente estará la posibilidad de ser derrocado o enfrentarse a un tribunal penal internacional (…) ¿cómo responderán los aliados cuando las sanciones no pueden hacer callar a la artillería?”.

El avance ruso por el sur de Ucrania tiene un doble objetivo, ocupar Odesa y asentar tropas ante la frontera oriental de Moldavia con Ucrania y asegurarse el apoyo de la pseudorrepública secesionista de Moldavia, Transnistria, para lanzar un golpe “preventivo” sobre Moldavia, país que formaba parte de la desaparecida Unión Soviética y que ha solicitado su ingreso a la Unión Europea. Evidentemente, Moldavia está dentro de la lista de intereses de Putin.

Estados Unidos y la OTAN tienen que hacerle claro a Putin de que están dispuestos a jugar al duro en el caso de Ucrania. Se debe acelerar la burocracia para suministrar el necesario aporte de armas letales al ejército ucranio, en misiles, artillería pesada, tanque de guerra y, sobre todo, y ya con carácter de urgencia, de aviones de combate, Los armamentos pueden ser suministrados desde Polonia, Eslovaquia y Rumanía. Ahora mismo se debe asegurar la defensa fronteriza de Moldavia aportando para ello todos los medios defensivos que resulten imprescindible.

Bielorrusia debiera recibir la presión de la OTAN en sus fronteras con Polonia. Una advertencia clara debe plantearse al dictador Alexander Lukashenko de que deberá ser neutral en el conflicto ruso-ucranio.

Se debe trazar una línea roja al régimen de Putin en cuanto a los bombardeos a ciudades ucranianas y sectores civiles, como crímenes de guerra que Occidente no puede aceptar de ninguna manera.

El Departamento de Estado deberá presionar a los principales países productores de petróleo, entre ellos Arabia Saudí, Kuwait, Libia y Emiratos Árabes Unidos para que aumenten la producción de crudos; al mismo tiempo, Estados Unidos debe aumentar sus extracciones de petróleo.

La guerra entre Rusia y el mundo democrático está a las puertas. Si Occidente no actúa firmemente para contener a la ofensiva rusa en Ucrania. El Gobierno de Zelenski ha pedido apoyo frente a la guerra criminal que Putin ha desencadenado y hay que darle ese apoyo. Si Ucrania cae la guerra será inevitable, las ansias imperiales de Putin no quedarán saciadas, todo lo contrario, serán estimuladas. Así ocurrió en 1939 cuando Hitler ocupó Polonia.

Una medida que resultaría detestable en condiciones de paz’ pero no cuando Putin ha puesto en alerta a sus fuerzas nucleares, es que Estados Unidos, ya, ahora mismo, deberá incrementar su arsenal atómico y poner en marcha toda su capacidad industrial de producción de armas. Hay que estar preparados para el escenario peor, el de la real posibilidad de una nueva guerra mundial.

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