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sábado, 7 de agosto de 2021

Cada acto tiene su tiempo

 

Mario J. Viera


 

Sí, hay un tiempo para todo, y hay un tiempo para cada suceso bajo el sol, como se puede leer en Eclesiastés, ese hermoso libro de la Biblia, tan lleno de enseñanzas útiles y, debo decir de entrada, que no me identifico ideológicamente, con los principios bíblicos, pero los acontecimientos que ahora se produjeron en Cuba con el estallido de las protestas del 11 J, y las continuadas exaltaciones pasionales de la diáspora cubana en Miami Dade (diáspora, para incluir exiliados e inmigrantes económicos que conforman a la comunidad cubana en Estados Unidos) me hacen rememorar el Capítulo 3, versículos del 1 al 8 de Eclesiastés.

 

Es que todo tiene su tiempo y tiene su momento oportuno para el hacer; sí, hay un tiempo para nacer y un tiempo para morir, como hay un tiempo para plantar y un tiempo para cosechar. También existe un tiempo para derribar y un tiempo para construir, como igualmente, un tiempo de amar, y un tiempo de odiar; y hasta hay un tiempo para hacer la guerra, y un tiempo para concertar la paz. Estas dos últimas antítesis me obligan a divagar sobre determinados temas políticos, que, con respecto a Cuba están sobre la mesa; como es el caso del embargo, denominado por el régimen del Partido Comunista ─ y por algunos de sus eventuales compañeros de caminos que se autodefinen “progresistas” ─ como “bloqueo”; y el tema de las sanciones económicas no selectivas contra el gobierno de Cuba.

 

Siempre tenemos que referirnos al puntual antecedente que han sido las masivas manifestaciones de protestas protagonizadas por el pueblo cubano el 11 de julio; manifestaciones que algunos de esa diáspora cubana apenas les dan importancia y otros que las han hipertrofiado, destacando solo algunas de las verdaderas causas de las protestas, resaltando algunas u omitiendo otras, de acuerdo a lo que quieren entender. Y es que debemos considerar que ─ esto no previsto por el autor de Eclesiastés, atribuido, supuestamente, al mítico rey Salomón ─ hay un tiempo para soportar abusos y un tiempo para rechazar los abusos; y esto, precisamente es lo ocurrido el 11 J, una poderosa protesta en contra de los abusos en el abastecimiento, en la pobreza, en los efectos de la pandemia y de la denominada Tarea Ordenamiento, que todo ha desordenado, y en favor de las libertades y la destitución del actual gobernante Miguel Díaz-Canel, y todo, bajo la consigna de “Patria y Vida”; consigna esta tan denostada por un sector minoritario de la diáspora cubana y bendecida por la mayoría de esa misma diáspora.

 

Es que también hay tiempo para maldecir y tiempo para bendecir. Los que denigran la consigna de Patria y Vida se fundan en la falacia del argumento ad hominem, referido a sus autores principales, Yotuel Romero, Descemer Bueno y el dúo de Gente de Zona conformado por Alexander Delgado Hernández y Randy Malcolm Martínez, a quienes acusan de oportunistas por algunas pasadas veleidades con respecto al régimen del PCC. Sin embargo, la consigna ha calado dentro de la conciencia de los cubanos al interior de la isla. Qué importancia pueda tener el autor o los autores de una consigna cargada de poder movilizador. En todo movimiento de resistencia se necesitan símbolos que impliquen el ideal de la resistencia. ¿Acaso desconocen el origen de nuestra enseña nacional? Olvidan que fue diseñada por el anexionista Miguel Teurbe Tolón, siguiendo la idea del ambicioso venezolano Narciso López quien había formado filas dentro del Ejército Realista de España en lucha contra Simón Bolívar; bandera que primeramente tremoló en la ciudad de Cárdenas el 19 de mayo de 1850 durante la frustrada expedición anexionista de Narciso López. Bandera que posteriormente levantó Ignacio Agramonte como símbolo de combate y que, como expresara Bonifacio Byrne, en su poema “Mi Bandera”, “Orgullosa lució en la pelea,/sin pueril y romántico alarde:/¡al cubano que en ella no crea/se le debe azotar por cobarde! ¡Claro que hay tiempo para rechazar los abusos y tiempo para amar!

 

Todo puede ser; pero no todo se puede aceptar. No se puede admitir la manipulación de los sentimientos, porque conduce al extravío y al engaño. Cuando todo un pueblo repudia y protesta, aparecen los oportunistas con todo el propósito de adelantar sus intereses personales o sus agendas políticas. Y este es el caso que vemos ahora en Miami-Dade. La derecha radical del partido Republicano se ha adueñado del repudio de la diáspora cubana hacia la dictadura cubana, para convertirla en protesta en contra del gobierno de Estados Unidos. Convertir en problema interno una crisis externa, es el mejor método de hacerle oposición a la administración de Biden; más que satanizar al régimen del PCC se sataniza a la actual administración demócrata. La mira puesta está en las elecciones intermedias del 2022. Hay que ganar Florida y asegurar los cargos que se ostentan en el Congreso es el principal propósito de los republicanos de Florida.

 

Bien que esa derecha radical conoce la masa que manipula, mayoría de patriotas de bolsillo, seguidores apasionados de Donald Trump, que hicieron caravana y actos masivos de apoyo a las mentiras trumpistas sobre el fraude electoral, y una gran parte de ellos vio como héroes a los asaltantes del Congreso el 6 de enero; mayoría significativa dentro de la comunidad cubano-americana; mayoría fácilmente manipulable. Ejemplo de esa masa guiada por los republicanos es aquella señora que en una de tantas manifestaciones frente al restaurante Versalles gritaba furiosa por los poros, que cree ver, hay en el embargo, cuyas palabras reprodujo ese canal televisivo, hoy convertido en la versión hispana de Fox News, Telemundo 51; canal que da amplia cobertura a las declaraciones republicanas sin hacer uso del contraste informativo. Y la señora de marras se manifestaba indignada diciendo que hoy casi todo el pollo que se consume en Cuba proviene de Estados Unidos, olvidando que esto fue aprobado durante la administración del republicano George W. Bush, en octubre de 2000, cuando la puesta en vigor de la Ley de Sanciones Comerciales e Incremento del Comercio, por la cual se permitía la venta de productos agrícolas y medicinas a Cuba por razones humanitarias.

 

Así lo comentó Amnistía Internacional de septiembre de 2009: “Desde 2002, Estados Unidos ha sido el principal proveedor de alimentos y productos agrícolas a Cuba. Desde 2005, las regulaciones estadounidenses establecen que estas exportaciones deben realizarse mediante pago por adelantado, y el pago debe completarse antes de que los productos se envíen a Cuba; además, las transacciones deben realizarse a través de bancos en un tercer país. En 2008, Cuba importó de Estados Unidos alimentos y productos agrícolas por un valor superior a 700 millones de dólares. En marzo de 2009, el gobierno estadounidense levantó estas restricciones, y permitió que Cuba siguiera comprando alimentos y productos agrícolas y pagándolos tras la entrega”.  

 

El embargo comercial de Estados Unidos, como tantas otras cosas, constituye un elemento más de contradicción dentro de la variopinta diáspora cubana. Unos que piden se levante el embargo a rajatabla, otros, no solo quieren que se mantenga, sino que también se haga más rígido; sí porque hay que asfixiar al gobierno de Cuba, sin importar que, como daño colateral, también con ello se asfixia a la gente que vive en Cuba del día al día. Y es verdad, tal como lo dice Amnistía Internacional, que, aunque “el gobierno cubano es el principal responsable de respetar, proteger y hacer realidad los derechos humanos en Cuba, existe un reconocimiento internacional cada vez más general respecto a que, al imponer sanciones tales como embargos comerciales, los Estados deben tener en cuenta los posibles efectos de estas sanciones en el disfrute de los derechos económicos, sociales y culturales en el país afectado. Amnistía Internacional cree que el impacto del embargo sobre los derechos humanos de la población de Cuba no ha tenido una atención suficiente del gobierno estadounidense”.

 

De este modo, Joe Biden se encuentra en el medio de un campo de tiro, donde unos exigen más embargo y otros piden su eliminación, olvidando ambos sectores que el embargo ya está legislado por dos leyes aprobadas por el Congreso, la Ley Torricelli de 1992 y la macarrónica Ley Helms-Burton de 1994 y por lo regulado en esta última ningún presidente por sí puede levantar el embargo sino con el concurso del Congreso Federal; por otra parte ¿Más sanciones indiscriminadas a las impuestas por Donald Trump? Esto es algo que ni siquiera Trump, si hubiera conseguido un segundo periodo de gobierno, se habría atrevido a hacer. En definitiva: Hay tiempo para aprobar como hay tiempo para repudiar.

 

Los republicanos están en campaña. Quien crea que lo hacen a favor de los cubanos oprimidos en la isla está en un completo error. Primero tergiversan las demandas del 11 J; demandas que no fueron recogidas en un pliego, porque no se trató de manifestaciones políticamente organizadas, sino como la expresión del cansancio del pueblo. Vease lo dicho por Ron DeSantis el 13 de julio: “Ellos no están exigiendo vacunas o medicinas, lo que realmente quieren es la libertad que no han tenido por más de 60 años. El que crea otra cosa no entiende la opresión que ha sufrido ese pueblo”. O lo dicho recientemente el vástago de una familia batistiana Mario Díaz-Balart y el mediocre ex alcalde de Miami-Dade Carlos Giménez que "los cubanos no piden remesas sino libertad". Es que los cubanos tienen que esperar a la caída del régimen del PCC para alcanzar la libertad, y solo entonces, con ella "llegarán comida, medicinas, vacunas contra la COVID y el progreso económico", ¡Claro está si antes no mueren por la pandemia o por inanición!

 

Y van todos sus dardos contra Joe Biden, el que ganó el Colegio Electoral y el voto popular frente al maniático Donald Trump. Vean que este es el ejemplo: "Esto no debe ser un tema de republicanos o demócratas, es sobre Estados Unidos y el mundo libre" ante "una dictadura de más de 60 años (…) No puedes [Biden] ser el líder del mundo libre cuando estás en silencio ante esos que piden libertad", expresó muy emocionado Kevin McCarthy, líder de la minoría republicana en la Cámara de Representantes.

 

¡Ah, hermosas palabras; emotivas palabras! Lástima que no le expresó las mismas palabras a Donald Trump, cuando este coqueteaba con el máximo dirigente de una dictadura más despiada que la que pudiera ser la del PCC, con Kim Jong Un. Cuando Trump dijera del tirano que era su amigo; cuando a pedido del Jong Un suspendiera los ejercicios militares conjuntos entre las fuerzas de Corea del Sur y las estadounidenses, a los cuales denominó “juegos de guerra”, para hacer feliz a la bestia de Corea del Norte. ¡No, entonces, McCarthy, solo hizo unos tímidos comentarios!, como este de: “Los métodos de Trump hicieron que Corea del Norte hablara, así que dale una oportunidad en materia de comercio. No creo que nadie gane una guerra comercial, pero sí creo que es saludable tener una discusión comercial”; o este otro, donde expresó: "Permitamos que [Trump] tenga un poco de margen para tener una discusión.  Siempre es parte de las negociaciones, a veces haces una discusión sobre un punto para que puedas ser más fuerte".

 

Y lo que dijo la hija de unos cubanos que salieron huyendo de la isla cuando llegó al poder Fidel Castro, sin haber hecho nada para enfrentarle, convencidos como estaban de que era comunista, María Elvira Salazar, periodista mediocre surgida, ¡Tenía que ser de Telemundo 51!, nacida en Miami en 1961 exclamando muy airada, "La paciencia se nos está acabando", porque reiteradamente, se le ha solicitado a Biden un "liderazgo claro" con respecto a Cuba. Y no podía faltar la glamorosa, la diva del republicanismo, Rosa María Payá, la hija del iluminado, del impecable representante de la oposición cubana, del “mártir” Oswaldo Payá, que para resalto de ella se aprobó en el Senado estadounidense, a petición de Marco Rubio ─ omitiendo nombres preclaros como los de Ricardo Bofill y Sebastián Arcos Bergnes, que si conocieron las cárceles de la tiranía ─  rebautizar la calle donde se levanta la sede de la embajada cubana con el nombre de “Oswaldo Payá Way”. Y dice la destacada activista pro ella misma: "El presidente Biden dice que apoya la clara demanda de libertad, pero todavía no ha actuado para ayudarla a la altura de la circunstancia".

 

Dejemos a un lado las ambiciones republicanas, que han convertido el 11 J en un apetitoso pastel colocado sobre los lomos de un elefante y cada uno aspira a probar una tajada del mismo. Olvidemos las intrigas politiqueras que alimentan la polarización política en Estados Unidos y situémonos en lo específico. Hoy, no es el momento de suprimir, por muy estúpidas que sean, que lo son, las sanciones que Trump le impuso a Cuba. Hoy, en este momento, luego que la dictadura reprimiera el derecho de manifestación con violencia física, detuviera a cientos y condenado a muchos de los participantes en las manifestaciones bajo cargos de “desorden público” y desacato, y sin las adecuadas garantías judiciales; no sería políticamente acertado, quizá más adelante pudiera hacerse, pero paso a paso. Levantar el embargo, no es el momento, no existe una mayoría congresional favorable a ello y de hacerlo, hacerlo paulatinamente, concesión por concesión. Es que existe un tiempo de espera y un tiempo de hacer;

 

Si se me permitiera darle mi opinión a Biden, yo solo le diría: “Ud. es el presidente de Estados Unidos; haga lo que entienda es mejor para Estados Unidos; elabore su propia política exterior, de acuerdo con sus propias opiniones y el consejo de su equipo de asesores. Concéntrese en los intereses de su país, en el mejoramiento social, educativo y económico de sus ciudadanos, ellos lo valorarán, Desarrolle una política interior dirigida a ganar apoyos dentro de las minorías nacionales, de los sindicatos, de los trabajadores de la industria. Céntrese en el trabajo de acabar con el azote de la pandemia, fortalezca las relaciones con los aliados de Estados Unidos y hacer que florezca la economía nacional con bajos índices de desempleo; recuerde que Estados Unidos no es el policía universal y que la era del gran garrote ya ha quedado solo como recuerdo histórico”.

 

Para los cubanos que en la isla se enfrentan al poder de la dictadura, ya no hay tiempo de esperar por salvadores externos, es tiempo de alcanzar la libertad por propia y autóctona decisión. ¿Qué ha hecho Estados Unidos para rescatar la democracia en Nicaragua?¡Nada, si acaso alguna que otra tímida sanción económica! ¿Y los cientos de muertos en las protestas masivas de Nicaragua? ¡Nada, todavía Daniel Ortega se mantiene en el poder! ¿Y en Venezuela, donde todas las acciones estaban puestas sobre la mesa? ¿Y los cientos de asesinatos políticos que han cometido en Venezuela los grupos de facinerosos que militan en bandas parapoliciales conocidas como “colectivos”? ¡Nada, todavía Maduro mantiene el poder y la oposición se ha quedado sin fuerzas! Olvídense, Marco Rubio, Mario Díaz Balart, María Elvira Salazar, Carlos Giménez, Ron DeSantis y Rick Scott son políticos estadounidenses, para ellos, en realidad, Cuba solo es un propósito para alimentar sus aspiraciones políticas y ganar en la Florida los votos de la poderosa, en número, comunidad cubano-americana. ¿Las afamadas organizaciones del exilio cubano? ¿Qué han hecho de utilidad para la conquista de la libertad en Cuba, el Directorio Democrático Cubano, la Asamblea de la Resistencia Cubana, ambos bajo la dirección de Orlando Gutiérrez, con su "Plan República de Cuba"; Cuba Decide, encabezada por Rosa María Payá promoviendo un “plebiscito vinculante”; y otras del mismo pelaje? Salvo vivir sin sudar la camisa, nada han logrado, solo dividir más y más a los sectores de la diáspora cubana alineándose a un solo partido estadounidense, el Republicano y dando apoyo ferviente a Donald Trump.

 

Hay que reorganizarse, comenzar de nuevo, elaborar una estrategia de resistencia, conociendo nuestras fuerzas y nuestras debilidades. Elaborar un pliego de demandas y propuestas. El 27 N puede jugar un papel movilizador. Echar a un lado las promesas de un exilio desfocado, y del histerismo miamense. La solución de nuestros problemas está en las manos de las nuevas generaciones, y hay que ganar la voluntad de actuar de esa generación. Cuba no necesita una nueva Enmienda Platt. Cuba ha de levantarse por el esfuerzo de todos sus hijos, sin exclusiones, para poder superar esta etapa de oscurantismo político donde ha sido sumida por los máximos responsables del usurpador Partido Comunista de Cuba. ¡Habrá una Tercera República!, como hubo una primera, surgida el 29 de mayo de 1934 al ser derogada la Enmienda Platt; como hubo una segunda, a partir del 10 de octubre de 1940 con la ratificación de la Constitución del 40. Sí, necesariamente, surgirá la Tercera República, una, soberana, independiente y libre República de Cuba. Todavía hay tiempo para la esperanza.

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