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jueves, 8 de abril de 2021

DESDE LA MARGINALIDAD, UN GRITO

 Mario J. Viera

 


San Isidro es un barrio marginal de La Habana; un barrio que tiene su historia particular y su propio modo de ser. Humildes sus pobladores, gente de trabajo y sueños, pero sumido en la misma desesperación de todos los barrios habaneros, como Luyanó, como Centro Habana, o el Cerro o Atarés o Mantilla, o cualquier otro barrio de cualquier pueblo o ciudad de Cuba. La marginalidad es la obra maestra del régimen que sustenta y controla el Partido Comunista de Cuba (PCC). Por décadas ese régimen hizo más isla a Cuba, aislándola del mundo exterior; impuso una sola ideología, cerrada e intolerante que transformó al ciudadano en súbdito obligado siempre a obedecer y a vivir en la mentira, y el pueblo se convirtió en masa; en masa enardecida que clamaba al caudillo repitiendo como en un himno su nombre. El medio social se degradó, se convirtió en herejía la opinión discordante y hasta la cultura se fue resquebrajando hasta convertirse en una cultura también marginal, la cultura del “asere que volá”, cultura de la guapería de barrio.

 

Ahí, en ese barrio marginal, San Isidro, se ha producido un fenómeno que los sociólogos, los historiadores y hasta los politólogos no pudieron entrever, la disidencia de la marginalidad. Un grupo de jóvenes se fue aglutinando en torno a un procedimiento de performance, con algo de desfachatez y mucho de provocación al poder. Apenas eran conocidos, pocos los tomaban en serio, no eran, no son intelectuales, al menos sus principales promotores. No proponían un proyecto de Nación ─ su universo era solo su barrio y el gremio artístico ─ pero estaban inconformes, querían, quieren un cambio, pero sin tener en claro cómo hacer ese cambio, a veces mencionan el diálogo como vía idónea para ese cambio. Así, surge el Movimiento San Isidro ─ un grupo heterogéneo de jóvenes, según los refirió Juan Antonio Blanco para TV Martí ─, como protesta contra el Decreto 349 dictado por el gobierno controlado por el PCC, con la pretención de controlar una supuesta “correcta actualización cultural” y “privilegiar la creación artística y literaria (…) comprometida con el proyecto social cubano”; ¿su objetivo?, prohibir el “lenguaje sexista, vulgar y obsceno” o el empleo de “los símbolos patrios que contravengan la legislación vigente”. Simplemente la renovación del decenio negro de la década de los 70.

 

Desde los primeros momentos el MSI ha puesto en práctica algunos procedimientos de la resistencia noviolenta, pero con la limitante de estar encasillados en los intereses de un solo sector, el artístico. Los muchachos de San Isidro, no son políticos, no siguen las reglas reconocidas de lo político; pero son contestatarios, son rebeldes. Quizá no tengan elaborado un programa de nación; pero su insolencia, sus actos desfachatados y provocadores son contagiosos y animan a otros a proclamarse, echando a un lado el miedo. Son la versión anticomunista y criolla del Chapáyev ruso.  


Ellos han generado preocupaciones al régimen, tantas que, a menudo, dedican espacios de la TV para lanzar ataques, en especial, contra el dirigente del MSI, Luis Manuel Otero Alcántara, presentándole con los peores tintes.  

 

El pasado día 4, ha sido un momento estelar para Luis Manuel Otero y Maykel “Osorbo” Castillo. Intentaban conmemorar el día internacional de la infancia, con regalos y dulces para los niños de su barriada. Algo que la policía impidió bloqueando la llegada de los niños a la sede del MSI. Esto trajo como consecuencia un duelo oral entre disidentes y policías; el intento de los agentes policiacos de detener al rapero contestario Maykel Osorbo, y la reacción de algunos vecinos que impidieron fuera detenido, para, finalmente, enfrentarse a los represores con fuertes palabras que a muchos se antojaron como expresiones de marginalidad.  ¿Marginalidad? Cuba entera, hoy es una sociedad marginal producto de la obra corrosiva del Partido Comunista. Sin embargo, escoger tal día para darles dulces y regalos a los niños, fue un desliz que a muchos escapó y, en primer lugar, a sus promotores. El Día Internacional de la Infancia, que se conmemora en Cuba corresponde al 1 de junio, en tanto el 4 de abril es solo una festividad única del régimen del PCC, cuando se conmemora la fundación en 1961 de la Organización de Pioneros de Cuba (UPC), hoy llamada OPJM (Organización de Pionero s José Martí), y la fundación en 1962 de la Unión de Jóvenes Comunistas.

 

Pero, despiste aparte con la fecha elegida, el grito de Maykel Osorbo contra la figura de Díaz-Canel, lanzándole el insulto procaz de "singa'o" y repetido por la multitud expectante, resultó ser un grito desde la marginalidad tan contagioso, que hasta en Bayamo, en manifestación espontánea un numeroso grupo de jóvenes, al ritmo de conga mandaba a la policía a la…, digamos, a la “p…ga”. El insulto, dirigido contra el Jefe de Estado, impuesto por el PCC, aseguró el rapero, es parte, dijo, de "una canción que compuse como protesta, con mi lenguaje, con mi estética, con la forma en la que yo soy". Y le expresa al diario BBC Mundo, que le entrevista: "Ellos (el régimen) me podrán reprimir con golpes, pero yo los voy a reprimir con mi canto libre". 

 

Muchas veces, hasta aquello que pudiera parecer vulgaridad puede ser un verdadero grito de rebeldía popular. Sin embargo, estos jóvenes, deben cuidarse mucho, no solo físicamente, sino también de la tentación al ego, o la tentación de otros, de aquellos, que, desde el exilio, han hecho de Cuba un lucrativo negocio, puedan adueñarse del grito que, desde la marginalidad, condena al poder del PCC con fuerza de palabras rudas



1 comentario:

  1. Muy buen y agudo articulo.Esa marginalidad puede ser la causa por la cual no ha todos gusta sinebargo es mas autentico que muchos otros movimientos que agudamente señalasen ts parrafos finales.

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