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viernes, 12 de marzo de 2021

Argumentos que son casi un oxímoron: ¿Pedir diálogo a la dictadura?

 Mario J. Viera

 


Toda idea, propuesta o declaración que se haga pública, puede generar polémica, y quien las emite, no tiene porqué sentirse ofendido por las opiniones contrapuestas que puedan surgir al respecto; porque toda idea, propuesta o declaración expresada públicamente tiene aparejado el debate. Se opina para debatir.

 

Hago esta introducción con motivo de algunas opiniones expuestas por alguien, que su nombre no tengo porqué mencionar, en torno al tema del diálogo político que podría enunciarse de la siguiente manera ¿Es correcto pedir un debate público a un régimen dictatorial que se niega a dialogar? El expositor de marras, inicia sus comentarios afirmando: “Respetemos a todas las plataformas que proponen cambio o nunca tendremos democracia”. ¡Uf, cuidado con el empleo indiscriminado de las palabras! ¿Respetar cualquier “plataforma”, sea la que sea? ¡Error! Se respeta la vida humana, el derecho de una persona; incluso, se puede respetar una determinada legislación, porque la vida humana y los derechos se veneran y las leyes pueden ser acatadas, es decir respetadas.

 

¿Respetar, es decir, acatar, adherirse a un programa o conjunto de reivindicaciones o exigencias que presenta un grupo político, sindical, profesional, etc., que constituyen una plataforma? No creo que tengamos que respetar festinadamente cualquier “plataforma” de reclamos, que alguna u otra organización adelante. Las plataformas debemos analizarlas, considerarlas y debatirlas para considerar si debemos acatarlas o no, es decir, respetarlas. ¿Debemos respetar la plataforma que pida diálogo a quien no tiene ninguna disposición de dialogar?

 

Dentro de estas consideraciones se presentan dos “plataformas” contradictorias o excluyentes entre sí, la de los partidarios de insistir reclamando diálogos que nunca se harán, los “dialogueros” y los que rechazan de plano pedirle peras al olmo, los “antidiálogo” como imprecisamente los califica el expositor, y va contra ellos diciendo: “la gente antidiálogo, que se empeña en repetir la consigna de que no se dialoga... por favor, ¡dejemos la inmadurez!!!” ¿Inmadurez? ¡Claro que sí!, parece considerar, es que el Partido comunista de Cuba (PCC) “lleva 62 años sin diálogo, de monólogo absoluto y que agradece más que nadie que NO lo obliguen a dialogar”. Esto sí es una total puerilidad. Y reclama el partidario pedirle diálogo al que siempre se mantiene en “monólogo absoluto”: “Ya basta con el absurdo de los diálogos que no funcionaron en el pasado. Usted puede proponerse ser protagonista de su diálogo, de su llamado a contar a la fuerza antagónica”. Antes no funcionaron, entonces ¿por qué ahora si funcionará el diálogo?  Sí, así lo creen algunos que no se han enterado que, en la política también funcionan las leyes de la guerra, y que, solo se llega a un armisticio dialogado, cuando ninguna de las dos partes en conflicto puede asegurar la victoria.

 

Para hacer que el régimen se decida a dialogar con la oposición solo se requiere ayudar a los “amigos que quieren cambio en Cuba” a ganar plaza, a ganar pueblo. ¿Recogida de adhesiones? ¿Sacar a la gente a la calle reclamando a gritos “¡Queremos diálogo, queremos diálogo!”? “No le hagamos la contra ─ exige ─ a quienes están dando un empujón para ver si acabamos de dejar atrás tantas décadas de comodidad y discurso fácil sin interlocutores a quienes se han establecido como dueños de la palabra (…) Diálogo, para que ellos queden mal al no aceptar un diálogo justo y civilizado”. Buena fórmula política esta, la de pedir diálogo que el régimen, lo sabe muy bien el reclamante, no acatará de ninguna manera, porque así quedará mal. Esto es el perfecto oxímoron, pedir diálogo para que no haya diálogo.

 

¡Por Dios, si dice y reconoce que el régimen del PCC no dialoga, no acepta diálogo alguno; entonces por qué insistir en pretender dialogar con quien se niega a dialogar!; ¿por qué insistir en pedidos de diálogos, si se sabe que tal solicitud, será desoída sin explicación alguna? ¿Solo para que el mundo nos mire como nunca antes? Sí, porque el Occidente sabe dialogar y el PCC, no. ¡Vaya verdades de pero grullo! El diálogo que propone el ardoroso exponente no es uno de “complacencia”, sino para reclamar y, sobre todo, “Para gritar en la cara del oponente: tenemos derecho a tener derecho”; digo si el PCC se decidiera amable y respetuosamente a aceptar un diálogo para que abandone “la herencia bolchevique de país donde solo hablan, discuten y proponen los del Partido Único”. No se oponga a esta plataforma, por favor no lo haga, porque hay que respetar y comprender el mensaje martiano “Con todos y para el bien de todos”. ¡Madre Santa! ¿Con todos, la oposición y el PCC, y para el bien de todos, de la oposición y del PCC?

 

Sin embargo, también Martí dijo: “Para mí la crítica no ha sido nunca más que el mero ejercicio del criterio”. Consideró el apóstol que nunca se debían lanzar ataques personales sino ir contra lo vil de las ideas y también dijo: “Los grandes derechos no se compran con lágrimas, sino con sangre”.

 

Y el muy respetable exponente concluye sus alegatos con una Post Data, donde expresa: “Insulte todo el que quiera. Por sus frutos los conoceréis. Cada minuto de mi vida estaré en Cristo más fortalecido. No dejaré de orar por todos”. Pero ignora en su credo cristiano que el Galileo rechazó dialogar con Herodes Antipas gobernante corrupto y criminal, tal como se recoge en Lucas 23: 8,9: “Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho porque hacía mucho tiempo que deseaba verle, pues había oído muchas cosas de él y tenía esperanzas de que lo vería hacer algún milagro.  Herodes le preguntaba con muchas palabras, pero Jesús no le respondió nada”. Con los dictadores no se dialoga; se les enfrenta. Pinochet no concedió diálogos, prefirió córtale las manos a un cantautor para que no pudiera tocar la guitarra; Daniel Ortega no aceptó dialogar con la oposición, prefirió lanzar a la policía y los grupos parapoliciacos contra los que desfilaban clamando diálogo.

 

Bien hace el buen hombre en seguir orando y pedirle a Dios; pero el rescate de la democracia no se consigue buscando dialogar con una pared, ni tampoco se produce por milagro divino. La democracia hay que pelearla, captando pueblo, captando participantes, decididos a lanzar el reto al sistema impuesto, y derrocar el poder del PCC, para luego emprender los pasos hacia la democracia. No se requieren diálogos.

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