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miércoles, 17 de enero de 2018

¡Yo no nací en un país de mierda!

José Iturriaga. Cibercuba




Algunos, por suerte pocos, en su afán de sobrepasarse en su apoyo a Trump, gritan que nacieron o vienen de un país de mierda, se olvidan que a ellos tampoco los quieren aquí. Yo, al igual que muchos, no nací en un país de mierda; vengo de la tierra mas hermosa que ojos humanos han visto.

Estoy orgulloso hasta la última de mis células, hasta la última partícula subatómica que forma mi cuerpo, de ser cubano. Amo a mi Isla entrañablemente; todo cuanto soy se lo debo a ella. Soy cubano 100%, siento a Cuba en mi alma y en mi piel.

¿Cómo carajo alguien es capaz de querer incluirnos en la supuesta lista de “países de mierda”? ¿Quiénes hicieron a Miami? ¿Quiénes se inventaron una patria a 90 millas y con una fuerza y un tesón de tres pares se levantaron de la nada e hicieron historia? ¿Quiénes hicieron brillar la perla del Caribe? La patria la conforman sus hijos y a ella nos debemos.

Nadie, absolutamente nadie tiene el derecho de llamar a un país, “país de mierda”. Los países podrán tener gobiernos y presidentes de mierda, hay ejemplos que hablan por sí solos, pero nadie debe caer tan bajo de llamar a un país, país de mierda y menos al suyo, al que lo hizo hombre y lo preparó y formó para ser lo que es hoy, el país de sus padres, donde están guardadas sus primeras alegrías y tristezas, donde habitan recuerdos y vidas; nunca ningún país podrá ser un país de mierda. La esperanza y el futuro no huelen a mierda, aunque algunos se empeñen en ser personajes de la película cubana, “Alicia en el pueblo de maravillas”.

Siempre recuerdo las palabras del Arzobispo primado de Santiago de Cuba, Pedro Meurice Estiu, en aquella histórica misa durante la visita de Juan Pablo II, ”Le presento además, a un número creciente de cubanos que han confundido la Patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas década y la cultura con una ideología“. Antes de llamar país de mierda a la patria, debemos repasar historias y conciencias y evitar en un alarde de apoyo a Trump, decir torpezas o sandeces.

Por suerte la Patria, madre al fin, es capaz de perdonarlo todo, hasta que la quieran salpicar de mierda en un salpafuera o desmadre de proTrumpistas a ultranza. La madre mayor viste su mejor bata cubana, roja, blanca y azul, mira sus hermosos paisajes, el azul de su cielo, las olas que rompen contra ella, mira al cielo y susurra; perdónalos señor, no saben lo que dicen.


Usted puede ser de ultraderecha y hasta fascistoide si quiere, pero compadre, no se autoembarre de caca llamando a Cuba, país de mierda. Los presidentes pasan y se olvidan, la patria es para siempre. ¡Viva Cuba, carajo! 

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