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viernes, 7 de abril de 2017

La represalia de Estados Unidos contra el régimen de Bashar al-Assad

Mario J. Viera


Tal como dijera D.T., en Siria se habían traspasado todas las líneas de contención. La liberación de gases tóxicos mezclados con cloro y sarín sobre la población de Jan Sheijun ya ha sido la gota que colmara el vaso de la indignación. El acto no debería quedar en la impunidad, requería que el mundo civilizado diera una firme respuesta al régimen de Assad. Cualquier enérgica respuesta que se diera al acto criminal de la agresión genocida sería bien recibida con aplausos. Y se produjo la represalia cuando, de manera unilateral, Estados Unidos lanzara un ataque de misiles Tomahawk sobre la base aérea siria de Shayrat, la segunda más importante de las fuerzas gubernamentales sirias, en la madrugada del 7 de abril. Trump, inesperadamente impartió la orden del ataque en acto de represalia, que, a todas luces, parece ser acto de justicia.

El gobierno sirio había rechazado las denuncias que se levantaban en su contra por el ataque químico que provocara la muerte de 87 civiles entre ellos 31 niños, alegando que su fuerza aérea había bombardeado bases abandonadas de Al-Qaeda donde se almacenaban armamentos químicos, que incidentalmente sus gases se liberaron y fueran llevados por el viento hacia la ciudad de Jan Sheijun. Sin embargo, las evidencias y los antecedentes de las acciones criminales del régimen de Al-Assad en contra de la población civil, le incriminaban. Nadie dudaba, salvo Rusia, que había sido una acción premeditada de ese régimen; no obstante, según voceros del gobierno de Putin, el apoyo ruso a Al-Assad no era incondicional. Y, consecuentemente, actuó Trump, luego de comunicarle al presidente chino Xi Jinping durante el encuentro de ambos en Mar – a – Lago de que lanzaría el ataque contra Siria, en un movimiento que según El Nuevo Herald podría “indicar a China que el nuevo presidente no teme los pasos militares unilaterales, incluso si países clave como China se interponen en el camino”. Al mismo tiempo el gobierno de Trump notificó a Inglaterra que lanzaría el ataque contra una base aérea siria; por otra parte, el portavoz del Pentágono, Jeff Davis declaró que los rusos fueron puestos en aviso a través de la línea de comunicación especial establecida entre Washington y Moscú para evitar incidentes en Siria, según informara El Nuevo Herald.

Apropiada, este es el calificativo que en general se le ha dado al acto de represalia que Estados Unidos lanzara contra una de las principales bases aéreas del gobierno de Al-Assad. Apropiado creo que así todos podemos denominarle y hasta justo. Sentimos la empatía hacia los civiles sirios que han sufrido ya demasiado con los desafueros de Bashar al-Assad. La pasión nos impulsa; la pasión a favor de las víctimas civiles de   nos invita a batir palmas. Acción muy apropiada ha calificado el gobierno británico al acto inusitado de Donald Trump; lo dice el ministro de Defensa de gran Bretaña, Michael Fallon: “Ha sido una acción muy apropiada y enfocada a atacar la base aérea, los aviones y el equipo que Estados Unidos cree que estuvo involucrado en el bombardeo con armas químicas para disuadir al régimen de próximos ataques futuros y, por tanto, salvar vidas en el futuro”. Para Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el ataque fue “apropiado y justo”. Ryan expuso: “Estos ataques aéreos tácticos demuestran al régimen de Assad que no puede contar con la inacción estadounidense cuando comete atrocidades contra el pueblo sirio”. Por el lado de los demócratas el senador Chuck Schumer vio el acto de represalia como “algo bueno”. El diario español El País anota que el ataque a Siria constituye la “primera victoria política” de D.T.

El senador Schumer hizo una aclaración con respecto al acto precipitado de Donald Trump recomendando: “La administración Trump debe adoptar una estrategia y consultar al Congreso ante de aplicarla”. En igual sentido se manifestó el senador republicano Rand Paul, uno de los halcones del republicanismo, al decir: “Aunque condenamos las atrocidades en Siria, Estados Unidos no ha sido atacado. El presidente debe obtener una autorización del Congreso para llevar a cabo toda acción militar, como estipula la Constitución”; también dio su opinión el  senador Bob Corker, presidente del Comité de Relaciones exteriores del Senado, cuando al mismo tiempo que consideraba “apropiado” el ataque contra Siria ordenado por Trump, opinó que sería “importante para la administración comprometerse con el Congreso y comunicar claramente  su completa estrategia al pueblo de los Estados Unidos”. Por su parte, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres teme que el ataque a Siria pueda provocar una escalada y advierte: "Consciente del riesgo de una escalada, pido contención para evitar cualquier acto que pueda profundizar el sufrimiento de los sirios". Ante todo el aplaudir de entusiasmo a favor del ataque de Estados Unidos, el senador demócrata Chris Coona fue la nota discordante poniendo sobre la mesa una duda lógica al estimar que “las acciones decididas por el presidente levantan más preguntas en lugar de dar respuestas”. El giro de 180 grados de la política que había defendido D.T. con respecto a Siria y a Bashar al-Assad de no intervención en Siria ha sido imprevisible, como imprevisible es todo su propio carácter, es ahora visto por algunos como “un golpe de precisión que tensa la relación con Moscú y lanza una clara advertencia a Irán y Corea del Norte”, como lo ha expresado El País.

En un artículo anterior yo había expresado que la triste noticia del ataque premeditado o casual del régimen sirio con gases químicos contra civiles le vino a Trump (...) como anillo al dedo. Y Trump ha sabido sacarles partido a aquellos acontecimientos. Ciertamente como expresara el senador Coona hay más preguntas que tenemos que formularnos y pocas respuestas. Primero el ataque contra la base siria de Shayrat ¿respondía a un plan estratégico debidamente formulado, o se trató simplemente de un acto precipitado decidido a última hora con una intención de propaganda política? Segundo ¿quién o qué ha obtenido las mayores ventajas con el ataque desplegado? ¿Quién ha perdido más? ¿Esta ofensiva, en qué medida resquebrajará el poder de Assad? El ataque de la base de Shayrat se concentró en la destrucción de sus hangares, sus almacenes de combustibles, silos de municiones y sus sistemas de defensa aéreos y de radares, evitándose los depósitos de gas, como señaló una fuente militar citada por El País diciendo: “La meta era acabar con la capacidad de desplazar armas químicas, no con ellas, eso podría haber causado una matanza”; ¿se pretendía no cometer el mismo error reconocido por las autoridades de Siria que afirmaban que sus fuerzas habían bombardeado depósitos de armamentos químicos en campamentos de Al-Qaeda y otros grupos terroristas no muy distantes de la ciudad Jan Sheijun? Moscú, advertido previamente del ataque, puso a salvo al personal ruso que servía en Shayrat y no es de dudar que haya puesto sobre aviso al gobierno sirio para salvar gran parte de los aviones de aquella base, el Kremlin reportó que solo seis aviones fueron destruidos.

¿Se pretendía anular la capacidad aérea de Siria? Seis aviones son fácilmente reemplazables por Rusia. Siria posee alrededor de 15 bases aéreas en estado operativo, aunque con aviones de combate obsoletos provenientes en su mayor parte de la extinguida Unión Soviética. Los ataques de los rebeldes sirios y de grupos de ISIS, contra los aeropuertos de la Fuerza Aérea Árabe Siria, no han podido neutralizar la capacidad aérea del régimen de Al-Assad. ¿Por qué Rusia no activó sus sistemas de defensa antiaérea desplegados en Siria para derribar los misiles Tomahawk? Aunque se considera que los misiles Tomahawks “son difíciles de interceptar, debido a su pequeño tamaño, su reducida sección transversal de radar y su vuelo a baja altitud operativa” esto no quiere decir absolutamente que los sistemas de defensa antiaérea rusa no fueran capaces de detectarles y más aún cuando los rusos estaban advertidos previamente de este ataque. La respuesta que a esta interrogante dan los especialistas rusos, de acuerdo con RT, no es del todo convincente, "porque hubiera comenzado ‘un conflicto nuclear’ entre dos potencias con ese tipo de armamento ‘en el territorio de un tercer país’"; además de esto, el analista militar ruso Vladislav Shuryguin, reporta RT, detalla que, en realidad, los sistemas rusos de defensa antiaérea desplegados en Siria defienden los intereses de Rusia y solo están subordinados al mando militar de este país; por lo tanto, cuando Israel o Turquía "bombardean Siria de manera periódica, protegemos nuestra base aérea y sus instalaciones" para concluir considerando que los rusos tomaron una decisión 'política', porque el derribo de los misiles norteamericanos habría desembocado en un conflicto entre Rusia y EE.UU.   

Donald Trump es un empresario oportunista y carente de escrúpulos que sabe aprovecharse de cualquier oportunidad que se le presente para obtener buenos réditos y esto lo aplica también en la esfera política. El momento era propicio: una situación dramática y estremecedora que conmovía a toda la opinión pública y que podría aprovecharse para obtener un arriesgado e imprescindible triunfo político. Un estado de conmoción emocional, no tan intenso como el que se produjo cuando el atentado terrorismo del 11 de septiembre en New York, pero si lo suficiente como para motivar las simpatías hacia una acción que pudiera ser considerada como justiciera. El S-11 le aseguró a Bush la reelección presidencial. Casi todos creímos lo que se decía sobre las armas de exterminio masivo que supuestamente se encontraban en los arsenales de Sadam Husein, casi todos aplaudimos la guerra lanzada contra Irak para vengar el atentado terrorista contra las torres gemelas.

Trump, por iniciativa propia o tal vez por sugerencia ofrecida por su principal asesor político Steve Bannon, sin consulta previa con el Congreso, lanzó el golpe. Cuatro objetivos estaban claros y definidos en su decisión:

Primero: Trump acosado por las sospechas de los vínculos de sus principales colaboradores y de él mismo con el gobierno de Vladimir Putin, requería desesperadamente hacer algo que fuera como una cortina de humo para desviar la atención sobre este tema. Con el ataque contra Siria, Trump podría mostrarse como un estadista independiente de la influencia rusa.

Segundo: Las encuestas le eran totalmente desfavorables con un alto por ciento de rechazo a su gestión. Una actuación dramática que capitalizara la conmoción del ataque químico en Siria contra la población civil, y le fuera favorable para mejorar su imagen.

Tercero: Podría mostrarse como un hombre fuerte capaz de enfrentar cualquier oposición exterior ya fuera de China o de Rusia.

Cuarto: Podría con su acto de fuerza demostrar que Barack Obama había sido débil en el caso sirio a diferencia suya.


Me molesta tener que aceptar la lógica contenida en las palabras pronunciadas por el Ministro de Relaciones Exteriores ruso Sergéi Lavrov, cuando dijo: “Esto recuerda a la situación de 2003 cuando Estados Unidos y el Reino Unido, con sus aliados, invadieron Irak sin autorización del Consejo de Seguridad y contra la ley internacional”.

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