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jueves, 16 de febrero de 2017

ALMA ESLAVA

Manuel Tejeda Ph D



Es desastroso lo que está pasando. Me duele ver que las relaciones que un tiempo pareciera se iban a componer, entre Rusia y USA se estén deteriorando de nuevo por culpa de dos dictadorzuelos situados a ambos extremos (o quizás no tanto) del arcoíris. Aparte de ser cubano, y de tener parte de mi alma en México, soy estadounidense, juré lealtad al país donde han crecido mis hijos y crecerán mis nietos y no vacilaría un segundo en defenderlo. Sin embargo, nunca escondo mi inmenso amor por Rusia, no por sus políticos, sino por su gente buena, hospitalaria, amable y servicial.

Durante la Guerra Fría nos vendieron la imagen de que todos los rusos eran toscas marionetas de la KGB. Ahora pareciera que todos son de la Mafia rusa que vemos en las películas. Conozco de cerca al pueblo ruso, amo su cultura, hablo su idioma, entiendo sus tradiciones, y sé que es un gran pueblo, amante de la paz, la música, la poesía, la arquitectura, las artes y la naturaleza... Ojalá y nunca los tambores de la guerra redoblen entre nuestros pueblos.

Hay muchos estigmas y muchas etiquetas sembradas a lo largo del tiempo que alteran las verdaderas percepciones. Yo no hablo de política. Hablo de humanidad. Me consta, y lo afirmo donde quiera y ante cualquiera, que independiente a la lacra mala que abunda en todos lados, por lo general los rusos son gente bondadosa, y en extremo hospitalaria. Son un pueblo que ha sufrido mucho, lento en el arranque, pero incontenible en el despegue. No por gusto los grandes conquistadores del mundo se han roto los dientes tratando de conquistar Rusia y la gran derrota de Napoleón no fué Waterloo, sino la que le propinó el General ruso Kutuzov.

Al igual que la humanidad entera tiene una enorme deuda de gratitud por el papel jugado y la sangre derramada por los rusos en el enfrentamiento a las hordas hitlerianas, lo que no puede mezclarse con los crímenes, abusos, los gulaks, y la férrea dictadura de Stalin y su camarilla. Me repito: hablo de pueblos, de valores humanos... Es verdad que en la época en que los cubanos estuvimos por allá, el desprecio pseudo comunista por la forma y la belleza, hacía que muchas cosas y/o personas parecieran o fueran realmente muy toscas (de ahí, el apodo de "bolos"), pero quien no sólo se dedicó a comprar pacotilla en las tiendas e invirtió tiempo en visitar museos, catedrales, bibliotecas y galerías de arte, pudo constatar la enorme cultura del pueblo ruso, asentada en millones de bellas obras.


Quien dedicó tiempo a "patear" de arriba a abajo sus ciudades puede atestiguar una belleza arquitectónica auténtica y verdaderamente trascendental; quien no usó el idioma sólo para pedir "pívo" (cerveza) en los bares y tuvo el placer de leer a Tolstoi, a Dostoevsky, a Turguenev... y pudo entender las letras de las canciones de Visotsky y Bulat Akudcháva, estoy seguro que no sólo fué capaz de expandir sus horizontes, sino también forjó su espíritu y llenó su corazón con esos pequeños toques tan distintivos y a veces tan únicos del alma eslava, complemento sustancial de cualquier otra cultura milenaria.

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