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martes, 29 de marzo de 2016

Obama y la legitimación en Cuba


Mario J. Viera

Aunque no es una ciencia, la política tiene componentes que la equiparan a una actividad científica; la política, lo político no es material para aficionados. La política, en contrario de lo definido por Carl von Clausewitz, es la realización de la guerra por otros medios, y toda guerra se estructura sobre tesis científicas para la confección de su estrategia. El objetivo final de la guerra es la aniquilación y anulación del enemigo por medio de campañas tácticas y estratégicas. La política tiene por fin la victoria sobre los oponentes con aplicación de una bien estudiada campaña política y con la definición de objetivos precisos. En política como en la práctica de la guerra es determinante una adecuada e inteligente estrategia, A. Chandler define: “Estrategia es la determinación de los objetivos a largo plazo y la elección de las acciones y la asignación de los recursos necesarios para conseguirlos”.

Cualquiera que lea este artículo se preguntará ¿a qué se debe esta divagación sobre la política comparada con la guerra? Muy sencillo, contestaré, porque es precisamente el asunto medular del tema a tratar, esto es, el viaje de Obama a Cuba y el controvertido tema de la legitimación del régimen castrista que podría ser suscitado, tanto por la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, decidida por la administración Obama, como por la visita de este a la isla. La tesis que planteo ya la dejé explícita antes, cuando dije que la política no es asunto de aficionados, de esos que solo ven el dedo y no ven el sol que se intenta tapar con el dedo.

Mucho se dijo, se gritó y se vociferó que Barack Obama, al restablecer las relaciones con la Cuba de los Castro, primero estaba legitimando su gobierno, vía reconocimiento diplomático, y segundo, supuestamente, se declaraba como aliado de los Castro. Dentro de la doctrina Obama de relajamiento de tensiones, el ramo de olivo que ha enviado a Cuba es consensual con esa doctrina. El gobierno de Cuba, independiente de que sea un gobierno usurpado, es un hecho, una realidad, un ente con existencia de más de medio siglo y Obama ha reconocido esa condición factual y ha actuado, consecuentemente con su doctrina: el relajamiento de las tensiones en las relaciones internacionales de Estados Unidos.

La legitimidad de un gobierno la concede su propio pueblo al aceptarle como tal, bien por el sufragio o bien por acatamiento implícito. Cuando la gran mayoría de la población aclamaba al gobierno revolucionario y le demostraba su apoyo, de hecho, lo estaba legitimando. Cuando un significativo número de votos populares aprobaban el Proyecto de la Constitución Socialista en 1976, con aquel voto estaba legitimando el poder. Se pudiera alegar que aquellos votos fueron obtenidos por engaño o por presión, pero esto no cambia el resultado: Los electores, al someterse, le estaban confiriendo legitimidad al gobierno. Cuando por convicción o por necesidad o por temor la población aceptaba la membresía en cualquiera de las organizaciones satélites del gobierno, estaba legitimando al gobierno. Es más, hasta gran parte de los grupos opositores, no los insurreccionales, sino los de la oposición pacífica solicitaban la inscripción de su organización en el registro de organizaciones del Estado, de hecho, legitimaban al gobierno. Cuando se presentó ante la Asamblea Nacional del Poder Popular más de diez mil firmas en apoyo del Proyecto Varela en concordancia con las normas de la Constitución de 1976, se estaba legitimando al gobierno, se le reconocía la capacidad de decidir sobre un proyecto de Ley.

El 3 de noviembre de 1958, la dictadura batistiana celebró unas elecciones que amañadamente le concedió la victoria a la alianza de partidos aliados al gobierno, la Coalición Progresista Nacional, el Presidente Republicano Dwight D. Eisenhower declaró ilegítimos aquellos resultados declarándole a Batista que su gobierno no reconocería al gobierno que surgiera de aquellas elecciones. Ya desde 1956, Eisenhower había decretado el embargo de armas contra la dictadura batistiana. El 7 de enero de 1959 el gobierno de Eisenhower reconoce al Gobierno Revolucionario, con lo que le reconoce como gobierno legítimo en Cuba. Prácticamente dos años después, el 3 de enero de 1961 Estados Unidos rompía las relaciones diplomáticas con el gobierno instaurado en la isla.  

Lo que propició la ruptura diplomática por parte de la administración Eisenhower, no fue, de ninguna manera, un rechazo al carácter dictatorial que cada vez se hacía más notorio en el gobierno de Fidel Castro, puesto que esa administración mantenía magníficas relaciones diplomáticas con las dictaduras de Trujillo, de Stroessner y de Somoza. Washington reaccionaba ante las medidas del gobierno de Castro que afectaba a los intereses económicos de Estados Unidos en la isla y al acercamiento de Cuba hacia la esfera de la Unión Soviética y ya cuando la CIA estaba asesorando a la que sería expedición de Bahía de Cochinos.

El 31 de enero de 1962, en la Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, celebrada en Punta del Este, Uruguay, y bajo la fuerte presión del gobierno del Presidente Demócrata John F. Kennedy que exigía la expulsión de Cuba del organismo regional tras haber sido declarado el carácter marxista-leninista de la revolución se decidió expulsar al Gobierno cubano de la OEA como “incompatible con los principios y propósitos del Sistema Interamericano”.

En 1964 salvo con la excepción de México y a propuesta del gobierno de Venezuela todos los gobiernos latinoamericanos interrumpieron sus relaciones diplomáticas con el gobierno castrista. En noviembre de 1963, el gobierno de Rómulo Betancourt, según el periódico El Universal, “presentó a la OEA pruebas contra Castro y Cuba, al descubrir cuatro toneladas de armas extranjeras en la costa noroeste de Venezuela. La OEA procedió a investigar y en julio de 1964 declaró a Cuba "culpable de agresión e intervención en asuntos venezolanos”.  

Esta situación de aislamiento de Cuba comenzó a variar cuando Castro, bajo la presión del Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), Leonid I, Brézhnev, renunció a continuar con su política de exportación de la revolución que chocaba con la línea trazada por el PCUS de “Coexistencia pacífica”. Lo que Clara Gil Fernández explicita diciendo: “Mayor resonancia supuso que los soviéticos influyeran en Fidel Castro para que limitara su ayuda a la extrema izquierda iberoamericana”.

Desde entonces, todos los gobiernos latinoamericanos han reanudado sus relaciones diplomáticas con el régimen castrista, todos los países africanos, prácticamente todos los países asiáticos y todos los países de Europa sostienen relaciones diplomáticas con el gobierno de Cuba. Por muy usurpador que este gobierno sea está legitimado internacionalmente y en ese sentido el único país que estaba aislado era Estados Unidos.

¿Es Obama aliado del castrismo? Así solo lo pueden ver los que no tienen la más mínima idea de lo que es política. Obama declararía que la política que durante más de medio siglo había seguido Estados Unidos basada en la confrontación y en el aislamiento de Cuba no había conseguido su propósito y que había que probar una nueva política. ¿Cuál era ese propósito? Eufemísticamente hablando sería reintegrar a Cuba al sistema democrático, pero expresado de manera cruda, el objetivo perseguido era el derrocamiento del castrismo; así Obama propone otro camino, ya que el primero no ha alcanzado sus propósitos, otro que pudiera ser viable para alcanzar el mismo propósito. Y lo dice frente a los funcionarios castristas: “Lo que Estados Unidos estaba haciendo no estaba funcionando. Tenemos que tener el valor de reconocer esa verdad” No estaba funcionando para derrocar al castrismo.

Sin embargo, hay un detalle que los que gritan, gesticulan y vociferan no han querido ver en esta visita de Obama a Cuba. Obama ha hecho lo que ningún alto mandatario de América Latina de visita en Cuba hiciera, reunirse con los representantes de diferentes sectores de la oposición cubana. El estableció un diálogo con ellos tratándoles como legítimos interlocutores y escuchando sus opiniones y hasta sus críticas. Con esto Obama establecería un importante precedente. Ahora, ante el mundo la oposición cubana quedaba legitimada. Así lo dijo Juan Antonio Blanco en “Dos días que conmovieron a Cuba”: “Como muestra palpable de que no estaba dispuesto a hacer concesiones en este campo, Obama impuso su voluntad de reunirse con disidentes y opositores que él mismo escogiera y les reiteró su admiración, reconocimiento y apoyo. Escuchó las críticas y sugerencias sobre su nueva política hacia Cuba, respondió, uno a uno, a las inquietudes de cada interlocutor y reiteró en privado el compromiso que ya había hecho público con las libertades y derechos humanos en la Isla”.

Así lo ve Carlos Alberto Montaner, cuando en el artículo que tituló “A La Habana ha llegado un presidente cargado de …”, dijo: “Los demócratas de la oposición interna han resultado los más beneficiados. Eran trece personas de diversos grupos, como corresponde a cualquier pueblo que aspira a que se respeten las diferencias de opinión. Obama se reunió con ellos durante casi dos horas, los escuchó, los apoyó, y luego dedicó la parte medular de su discurso a reclamarle a Raúl Castro el respeto por los derechos humanos y la necesidad de pluralidad que requiere una sociedad afectada durante tantos años por la esclerosis del pensamiento único. El momento en que se dirige al general y le dice que “no tema las voces de los cubanos que quieran expresarse libremente” es y será por mucho tiempo un hito en la lucha contra la dictadura”.

El plan de Obama está claramente expuesto y esto lo han comprendido los gerifaltes del castrismo; ellos se percatan que Obama persigue objetivos a largo plazo y ha sabido elegir los medios, en primer lugar, el mismo pueblo de Cuba, sus jóvenes y la oposición pacífica, y al mismo tiempo hablando directamente a los cubanos ha sabido explotar la situación real del país para avanzar en sus propósitos.

Es la definición de estrategia de A. Chandler, que antes citara, pero aplicada a la política: “Estrategia es la determinación de los objetivos a largo plazo y la elección de las acciones y la asignación de los recursos necesarios para conseguirlos”. O como afirmara Sun Tzu en el Arte de la Guerra: “El general (el strategos) debe estar seguro de poder explotar la situación en su provecho, según lo exijan las circunstancias. No está vinculado a procedimientos determinados”.


Obama está planteando una nueva estrategia y aplicando nuevas tácticas. Ahora toda la oposición cubana tanto interna como en el exilio debe prepararse para reacomodar sus medios empleando para ello, la inteligencia, la astucia, la disciplina y el coraje. 

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