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viernes, 12 de septiembre de 2014

Ni traidor ni héroe


Sergio Muñoz  Bata. EL NUEVO HERALD

Los republicanos le acusan de actuar como si fuera rey y los activistas le reclaman por no gobernar por decreto. La verdad es que el presidente Barack Obama hace lo que puede y es en este sentido que debe verse su decisión de atender a las súplicas de algunos de los demócratas aspirantes a una curul en el Senado aplazando hasta después de las elecciones de noviembre la emisión de acciones ejecutivas para aliviar el status de ciertos grupos de indocumentados.

Dada la extrema politización del tema por parte de los republicanos en el Congreso, el presidente cree que sería dañino para la política migratoria y sus perspectivas a largo plazo anunciar acciones ejecutivas antes de la elección”, declaró a los medios una fuente anónima del gobierno.

El temor de Obama, según dicen sus voceros, es que si se asocia la derrota electoral de un puñado de senadores al tema migratorio, con o sin razón dada la variedad de temas difíciles en esta elección, la posibilidad de una reforma migratoria integral se esfumaría. No quieren que pase lo mismo que sucedió en 1994, cuando el tema de control de armas resultó fatal para los demócratas.

Por supuesto que el tema migratorio no es el único problema de la agenda doméstica que enfrentan los demócratas. La impopularidad del Presidente; la continuación de la implementación de la Ley Sanitaria; la pendiente decisión sobre el oleoducto Keystone son algunos de los temas más urgentes.

En lo referente a la política exterior, también habría que considerar la incertidumbre que existe en el electorado por la proliferación de crisis en Siria, Irak, Irán, Afganistán, Libia, Israel, Palestina, Ucrania y Rusia. Curiosamente, nada de esto ayuda a los demócratas porque los votantes en los distritos que están en juego parecen haber olvidado que fue un presidente republicano el que metió al país en el embrollo del Oriente Medio, y porque es más fácil juzgar al dirigente en turno.

Aun cuando en términos generales el flujo migratorio de América Latina a Estados Unidos ha disminuido debemos admitir que la crisis creada en la frontera con la llegada masiva de decenas de menores indocumentados de Centroamérica a comienzos del verano ha “politizado” más aún el tema.

El nuevo aplazamiento de las acciones ejecutivas ha provocado reacciones de ira en varios frentes. Con asombroso desparpajo que raya en el cinismo, el líder de la mayoría en la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner ha dicho que, “la decisión de simplemente retrasar esta acción unilateral que es profundamente polémica y posiblemente inconstitucional hasta después de las elecciones — en lugar de abandonar la idea por completo — huele a pura política’’. ¡Qué sorpresa! Boehner empieza a descubrir que el quehacer de los políticos, como él, ¡es la política!

Algunas organizaciones defensoras de los inmigrantes también han criticado al presidente calificando su anuncio como una “traición” más a la promesa de lograr una reforma migratoria integral de ganar la presidencia.

Desde mi punto de vista el argumento central del presidente para posponer las medidas es irrefutable. Hacerlo ahora aumentaría el riesgo de perder la mayoría demócrata en el Senado y dejar las dos alas del Congreso en manos de los republicanos. El problema para los demócratas en el Senado es que la coalición que hizo posible el triunfo de Obama en el 2008 y el 2012, carece del músculo político necesario para ganar elecciones intermedias en los estados en los que las curules están en juego, por ejemplo en Arkansas, Alaska, Luisiana y Carolina del Norte.

Es cierto que Obama pudo hacer algo para evitar la deportación de miles de trabajadores que no eran criminales. Pero también hay que reconocerle que gracias al programa que suspende la deportación de jóvenes sin papeles y les permite trabajar temporalmente, miles de jóvenes han podido darle a sus vidas cierta estabilidad.


Hoy se acusa al presidente de ser oportunista por prometer cambios radicales a cambio de votos. Yo creo que la realidad es que el voto latino solo tiene cierta fuerza en ciertos estados como California y en elecciones presidenciales cuando se coaliga con otras fuerzas para mostrar que el voto urbano supera al voto rural. Exigirle resultados positivos cuando la realidad política no lo permite es un craso error. Esperemos a que pase la elección intermedia para exigirle que cumpla sus promesas. 

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