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martes, 15 de julio de 2014

¡Enjuiciemos a Obama! ¿Estarán locos?

Guillermo Descalzi. EL NUEVO HERALD

Quieren hacerle juicio político y destituir al primer negro afroamericano en la presidencia. Escribo negro afroamericano, una redundancia, para enfatizar lo que es un linchamiento racial, porque esto no es por diferencia política. Quienes lo promueven se imaginan las consecuencias, y eso es lo peor, porque las quieren, y quieren a toda costa un linchamiento a manos del poder legislativo. Los anima el Tea Party en la cámara baja, y si sus miembros no perciben que esto revela un racismo inocultable, entonces la bruja es buena y los enanitos de Blanca Nieves son gigantes. Lo saben y no les importa porque consideran que ‘el resto’ somos tontos que no solo aceptamos este presidente sino que también (¡imagínense el extremo de nuestra tontería!) pedimos respeto a su presidencia como institución, y a él como persona.
El conductor o speaker de la cámara baja, John Boehner, se la da de moderado por querer enjuiciar a Obama no en el Congreso, sino en las cortes. ¡Que moderación! Que traigan las sales aromáticas para los desmayados.
El juicio al presidente lo inician por haber violado la Constitución al cambiar unilateralmente la ley de salud aprobada por el congreso. Le pegan porque no y le pegan porque sí. La furia de su oposición inicial intentó detener la ley de salud, el Obamacare. Hoy lo enjuician por efectuar cambios que ellos mismos sugirieron. Obama los hace porque con los republicanos no puede contar ni para acciones como el proyecto de ley HR2667, que los republicanos apoyaron hasta que lo hizo él. HR es por House Republican. ¿Estarán locos?
Obamacare es un éxito cuantificable. Ha incorporado 20 millones de nuevos asegurados. Entre los asegurados bajo el anterior régimen de salud, 77% están felices con Obamacare y lo consideran ‘bueno’. Solo 22% del total está descontento, una fracción de los descontentos antes de Obamacare. Mientras tanto lo que tenemos es un presidente que el speaker Boehner quisiera dejar como Houdini, Barack Houdini, atado y encadenado sin oxígeno dentro de un tanque de agua. ¿Quiénes lo quieren así? Gente que en la primera mitad del siglo XX se hubiese sentido, para todo efecto práctico, cómoda con el Klan.
Obama parece pensar que lo dejarían tranquilo si solo se dieran cuenta de la decencia de su persona, pero no es así. La prueba de su decencia está a ojos vista y el Tea Party la considera ‘decencia i-legítima’. ¿En qué consiste la ‘decencia ilegítima’? La respuesta es sencilla. Es la decencia atribuida a Obama, o a cualquier decencia en el trato a él. La mayoría de quienes lo eligieron son, por ese estándar, decente o indecentemente ilegítimos.
¿Y Obama? El parece no darse cuenta que esta es una lucha perdida, que nada de lo que diga o haga logrará que la derecha tea partidista acepte su legitimidad. Eso puede, con esfuerzo, atribuirse a rivalidad política. Lo que sigue, su inhabilidad de aceptar la sola decencia humana de Obama, eso deja fuera del marco de la decencia a quienes se la niegan a él. Niegan sus logros y le achacan faltas que no son suyas. Lo acusan de no aplicar las leyes de inmigración. Disculpen, pero este es el presidente que más indocumentados ha deportado en la historia del país, dos millones contabilizados por Homeland Security y, si se cuentan las deportaciones empujadas por otras dependencias del estado, el total fácilmente llegaría a 4 millones. Obama no lo publicita porque los demócratas necesitan el voto latino, y el tea party aprovecha y tuerce su silencio.
A veces pareciera que tenemos un presidente mudo y una oposición ciega. Si no es ciega y hace lo que hace sabiendo lo que hacen, entonces hay algo esencial y profundamente descompuesto en su comportamiento.
Este país sufre de mentira en su práctica política, mentira con pedigrí. Se remonta a la caza de brujas en Salem, Massachusetts, cuando la población era victimizada por gentes que se las daban de estar entre las más dignas del pueblo. Lo que se hace con Obama es otra caza de brujas, y están muy equivocados si creen que el futuro los verá con ojos bondadosos. La presencia de Obama los retuerce como poseídos ante luz, ajos y cruz. Dan pena, pero sus víctimas dan más pena.

Apena que en este país, que respeta la verdad, un grupo vista su irrespeto con los colores nacionales. Infligen un mal que presentan como salvación. Si se preguntan por qué, es porque necesitan camuflar su depredación de la economía y su histórico malgasto de la influencia americana alrededor del mundo, insinuando a grito pelado que la culpa es… del presidente ese. Lo peor es que parecen verdaderamente creer que así se salvarán ellos y que salvándose salvarán también al país… ¿Salvarlo de qué? De Obama, por supuesto.

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