Quieren hacerle juicio político y destituir al primer negro
afroamericano en la presidencia. Escribo negro afroamericano, una
redundancia, para enfatizar lo que es un linchamiento racial, porque esto no es
por diferencia política. Quienes lo promueven se imaginan las consecuencias, y
eso es lo peor, porque las quieren, y quieren a toda costa un linchamiento a
manos del poder legislativo. Los anima el Tea Party en la cámara baja, y si sus
miembros no perciben que esto revela un racismo inocultable, entonces la bruja
es buena y los enanitos de Blanca Nieves son gigantes. Lo saben y no les
importa porque consideran que ‘el resto’ somos tontos que no solo
aceptamos este presidente sino que también (¡imagínense el extremo de nuestra tontería!)
pedimos respeto a su presidencia como institución, y a él como persona.
El conductor o speaker de la cámara baja, John Boehner, se la
da de moderado por querer enjuiciar a Obama no en el Congreso, sino en las
cortes. ¡Que moderación! Que traigan las sales aromáticas para los desmayados.
El juicio al presidente lo inician por haber violado la Constitución
al cambiar unilateralmente la ley de salud aprobada por el congreso. Le pegan
porque no y le pegan porque sí. La furia de su oposición inicial intentó
detener la ley de salud, el Obamacare. Hoy lo enjuician por efectuar cambios
que ellos mismos sugirieron. Obama los hace porque con los republicanos no
puede contar ni para acciones como el proyecto de ley HR2667, que los
republicanos apoyaron hasta que lo hizo él. HR es por House Republican.
¿Estarán locos?
Obamacare es un éxito cuantificable. Ha incorporado 20 millones de
nuevos asegurados. Entre los asegurados bajo el anterior régimen de salud, 77%
están felices con Obamacare y lo consideran ‘bueno’. Solo 22% del total está
descontento, una fracción de los descontentos antes de Obamacare. Mientras
tanto lo que tenemos es un presidente que el speaker Boehner quisiera
dejar como Houdini, Barack Houdini, atado y encadenado sin oxígeno dentro de un
tanque de agua. ¿Quiénes lo quieren así? Gente que en la primera mitad del
siglo XX se hubiese sentido, para todo efecto práctico, cómoda con el Klan.
Obama parece pensar que lo dejarían tranquilo si solo se dieran cuenta
de la decencia de su persona, pero no es así. La prueba de su decencia está a
ojos vista y el Tea Party la considera ‘decencia i-legítima’. ¿En qué
consiste la ‘decencia ilegítima’? La respuesta es sencilla. Es la
decencia atribuida a Obama, o a cualquier decencia en el trato a él. La mayoría
de quienes lo eligieron son, por ese estándar, decente o indecentemente
ilegítimos.
¿Y Obama? El parece no darse cuenta que esta es una lucha perdida, que
nada de lo que diga o haga logrará que la derecha tea partidista acepte su
legitimidad. Eso puede, con esfuerzo, atribuirse a rivalidad política. Lo que
sigue, su inhabilidad de aceptar la sola decencia humana de Obama, eso deja
fuera del marco de la decencia a quienes se la niegan a él. Niegan sus logros y
le achacan faltas que no son suyas. Lo acusan de no aplicar las leyes de
inmigración. Disculpen, pero este es el presidente que más indocumentados ha
deportado en la historia del país, dos millones contabilizados por Homeland
Security y, si se cuentan las deportaciones empujadas por otras dependencias
del estado, el total fácilmente llegaría a 4 millones. Obama no lo publicita
porque los demócratas necesitan el voto latino, y el tea party aprovecha y
tuerce su silencio.
A veces pareciera que tenemos un presidente mudo y una oposición
ciega. Si no es ciega y hace lo que hace sabiendo lo que hacen, entonces hay
algo esencial y profundamente descompuesto en su comportamiento.
Este país sufre de mentira en su práctica política, mentira con
pedigrí. Se remonta a la caza de brujas en Salem, Massachusetts, cuando
la población era victimizada por gentes que se las daban de estar entre las más
dignas del pueblo. Lo que se hace con Obama es otra caza de brujas, y están muy
equivocados si creen que el futuro los verá con ojos bondadosos. La presencia
de Obama los retuerce como poseídos ante luz, ajos y cruz. Dan pena, pero sus
víctimas dan más pena.
Apena que en este país, que respeta la verdad, un grupo vista su irrespeto
con los colores nacionales. Infligen un mal que presentan como
salvación. Si se preguntan por qué, es porque necesitan camuflar su depredación
de la economía y su histórico malgasto de la influencia americana alrededor del
mundo, insinuando a grito pelado que la culpa es… del presidente ese. Lo
peor es que parecen verdaderamente creer que así se salvarán ellos y que
salvándose salvarán también al país… ¿Salvarlo de qué? De Obama, por supuesto.