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martes, 15 de abril de 2014

No hay que repetir los errores del Pacto de Múnich


Álvaro Alba. DIARIO LAS AMERICAS.
El Este de Ucrania se ha convertido en la nueva Crimea para los estrategas rusos. Es otro territorio a conquistar por las fuerzas del Kremlin que buscan ensanchar la superficie del país y aumentar la población de Rusia. De nuevo se ven encapuchados, con material bélico ruso, con los mismos uniformes que tenían en Crimea. Atacan edificios gubernamentales, sedes de parlamentos o comisarias. Oficiales de la inteligencia militar ruso dirigen estas operaciones, no en balde en varias ciudades han sido detenidos ciudadanos rusos que participan en estas faenas. La cancillería rusa llama “acciones pacíficas” a lo que vemos en el Este ucraniano.
Los únicos que pueden hoy día detener las pretensiones imperiales rusas son los propios ucranianos. Y en Kiev actúan con sapiencia y calma. No responden a las provocaciones, y no se dejan intimidar. Pero sí necesitan de mayor solidaridad y apoyo. En caso contrario estaríamos repitiendo los errores del Pacto de Múnich en 1938. Occidente tiene que responder con firmeza a Rusia. Es propicio apoyar, tanto por la ONU como por la UE, las propuestas del presidente interino ucraniano para tener presencia de esos organismos en el este del país cuando los militares y policías ucranianos desarmen a los grupos armados prorrusos; así como la de celebración de un referéndum en todo el país sobre la forma de Gobierno en el país. En las Naciones Unidas el rechazo a los ataques rusos es mayoritario. Nadie cree en las aseveraciones de Putin de que no están desestabilizando a Ucrania.
La maquinaria de propaganda del Kremlin funciona a toda marcha. Y a pesar de ello en Moscú salieron a la calle miles de manifestantes denunciando la campaña de mentiras que se ve en la televisión, se oye en la radio y se lee en la prensa rusa. Los carteles de los manifestantes decían: “No mientas”, “Basta de engaños” y “No al fascismo ruso”. Cientos de intelectuales rusos firmaron una carta condenando la agresión en Crimea. Las represalias van desde la cancelación de conciertos hasta la amenaza de quitarles las medallas y condecoraciones que recibieron del estado en épocas anteriores. Los tiempos en Rusia son otros, los métodos los mismos.


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