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martes, 26 de noviembre de 2013

Elecciones en Honduras: De pie; pero en vilo


Juan Ramón Martínez. LA TRIBUNA

Concluidas las elecciones, con una votación masiva, se ha confirmado que el sistema democrático de partidos funciona, que el pueblo  rechaza las aventuras políticas extremas, que los partidos tradicionales ─ representados por el Partido Nacional  todavía tienen capacidad de convocatoria ─, que hay diferencias en la manera de ver las cosas; y que, es evidente que más de la mitad de la población electoral, está descontenta con lo que hasta ahora han hecho los políticos. Adicionalmente, hay que decir que el Partido Liberal, sigue postrado, afectado de sus propias debilidades, que Libre ─ pese a la derrota anunciada ─ sigue siendo una propuesta tentadora; y que fuera de Nasralla, que asume la voluntad de cambio de una fuerte cantidad de compatriotas que están a disgusto con la falta de ética de los que han gobernado al país, los nuevos partidos no tienen futuro alguno. Tanto los más garrudos, como los más recientes. Carecen de fuerza, no despiertan el imaginario popular y provocan poca esperanza. Hay que hacer algo.

Los hondureños votaron masivamente. Su concurrencia volvió a las tendencias observadas en las elecciones de 2005. Y su comportamiento, desde todas las “tiendas” políticas, fue ejemplar. Y el hecho que se haya decidido por un sector tradicional como el Partido Nacional, que levantó la bandera de la defensa del sistema democrático ante la embestida totalitaria de Libre, no disminuye el hecho que más de la mitad de los que votaron, tienen quejas e incomodidades con los partidos políticos, con el liderazgo poco comprometido con sus necesidades. Y  que rechaza una partidocracia irresponsable, inconsecuente, vendedora de dulces para niños de pecho, con una burocracia que no está al servicio de la ciudadanía, sino que bajo el caudillismo inmoral, que descuida sus deberes de  servir  a la población. Y que más bien, extrae la riqueza y se la apropia egoístamente.

Todo confirma que el país debe transformarse. Que la sociedad debe fortalecerse ─ más allá de las ONG que no pueden; ni deben, sustituir a los partidos políticos ─ que estos tienen que democratizarse y modernizarse científicamente, para que dejando de ser expresión caudillezca, se transformen en entidades democráticas, sometidas al estado de derecho; y colocadas bajo la mirada escrutadora de los electores, que deben recuperar el poder, la fuerza y la dirección de las cúpulas autoritarias que los dirigen. Los resultados alcanzados por Nasralla, que sin organización confiable ganó el departamento de Cortés, derrotando al Partido Liberal que nunca contó con el respaldo de los Rosenthal que no gozan del respaldo de los liberales; y que, aparentemente apoyan a Libre es una indicación que hay espacio para los outsaider, para los “predicadores” sin partido, sin ideología definida y sin propuestas. Porque gran parte del pueblo está cansado de las chapucerías, de la falta de responsabilidad; e incluso de la deshonestidad de los que solo buscan los cargos para robar y ofender. Amargándole la vida.

Libre, debe haber aprendido la lección. No se puede enfrentar a todos simultáneamente. Que la política es el arte de la negociación. Que el apoyo externo, inadmisible es complementario. Y que la agresividad, el culto al autoritarismo, no provocan el respaldo para creer que pueden asaltar al país. Y convertirlo en una hacienda particular, manejada por la esposa del caudillo, dueño de ese instituto político. Se impuso la moderación y se rechazó el revanchismo.

La primera conclusión, es que el país sigue cojeando de la pierna izquierda, que hay que hacer esfuerzos para reformar la institucionalidad vigente, que se debe cambiar la operación del Congreso Nacional – democratizándolo y colocando a los diputados al servicio de sus votantes ─  que el Poder Ejecutivo debe reducirse y descentralizarse; y que el Poder Judicial, está obligado a probar su capacidad para funcionar sin miedo; y sin que los jueces se entreguen al tilín tilín del narcotráfico internacional. El que Libre haya ganado en las zonas más afectadas por este delito, debe obligar a sus dirigentes a cambiar; y muchos, ser sustituidos por personas sanas que comprueben que, no son narcodependientes. Y la segunda, es que hay que cambiar de actitud, siendo más responsables con Honduras. Que seguimos de pie; pero en vilo. Podemos caernos. Empujados por el viento, por los aventureros, los locos; o por los narcotraficantes. ¡Ojo al Cristo¡

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