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viernes, 4 de octubre de 2013

Cómo perder una elección presidencial


Benjamín F. DeYurre. EL NUEVO HERALD

Ante un mundo económicamente cambiante, donde la competencia es cada vez mayor y los recursos son cada vez menores, se impone un tipo de liderazgo que intente equilibrar estos dos factores. En el pasado, las grandes reformas económicas y sociales llevadas a cabo en EEUU no han estado exentas de controversia. Obamacare tampoco lo está.

Cuando el 8 de junio de 1934 el presidente demócrata Franklin Delano Roosevelt propuso ante el Congreso la creación del Social Security, un grupo de senadores republicanos preguntó a la ministro del trabajo de entonces, Frances Perkins, si eso era socialismo. La señora Perkins, a la sazón la primera mujer en un gabinete presidencial, respondió que no. Ella no sólo apadrinó la ley del Social Security. También lo hizo con las leyes del salario mínimo y el seguro de desempleo.

Una vez que el Social Security se convirtió en ley en 1935, su puesta en marcha significó un trabajo gigantesco; en los años 1936 y 1937 se registraron 35 millones de patronos y empleados.

Para la fecha el gobierno de Roosevelt aún no había superado la gran crisis económica de 1929, heredada del presidente republicano Herbert Hoover. Por ello el registro para el Social Security tuvo que ser hecho por correo. La recuperación económica de la época también conllevó medidas que regularon las actividades bancarias, ya que varios bancos fueron acusados de fraude y responsabilizados en buena parte por la crisis. Es allí cuando surge el FDIC o fondo de protección bancaria para los depositantes y el SEC, la comisión encargada de regular las operaciones de Bolsa.

Ya para 1964, el presidente demócrata Lyndon B. Johnson sostiene que los jubilados de 65 años y más no pueden acarrear sus gastos médicos. Es allí cuando propone la creación del Medicare y posteriormente del Medicaid para las personas de bajos ingresos o discapacitados.

El senador Barry Morris Goldwater, nominado por los republicanos a la presidencia en 1964, declaró: “Si a nuestros pensionados les pagamos sus médicos, ¿por qué no les pagamos también casa, comida, vacaciones, licor y cigarrillos?” Por supuesto, ante tales comentarios Goldwater perdió las elecciones frente a Johnson.

En 1965, el Medicare fue aprobado por el Congreso y supuso igualmente un gran esfuerzo laboral para inscribir a más de 20 millones de beneficiarios en los siguientes tres años.

En 1995, el republicano Robert Dole, postulado a la presidencia en 1996, declaró con orgullo: “Yo fui uno de los miembros de la Cámara en votar en contra de la creación del Medicare en 1965”. Por supuesto, Dole perdió en la contienda electoral frente a Bill Clinton.

Por lo visto, el hecho de oponerse a las grandes reformas sociales acordes con el curso de la historia solo hace perder elecciones presidenciales.

En la actualidad el gobierno del presidente Barack Obama está enfrascado en implementar la reforma de salud conocida como Obamacare. Para variar, los republicanos se oponen. Ya han logrado el cierre parcial del gobierno y amenazan con bloquear un incremento en el techo de la deuda si Obamacare no retarda y/o modifica su implementación. Sin embargo, el proyecto está legalmente en vigencia y no se detendrá.

Como vimos en el pasado, Obamacare no será una tarea fácil, como tampoco lo fue el Social Security, el Medicare y el Medicaid. Coincidentemente, vemos que Obama heredó una crisis de Bush, tal como Roosevelt la heredó de Hoover. También vemos como a Obamacare lo han tildado de proyecto socialista. Lo cierto es que Obamacare supone un trabajo arduo de años, que irá paulatinamente ajustando sus mecanismos para corregir sus errores.

El único error histórico será oponerse a Obamacare. No hay una manera más segura de perder elecciones.

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