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martes, 20 de agosto de 2013

Mi conflicto de identidad


Mario J. Viera

Como ya he superado los 70, socialmente se me incluye en la “tercera edad”; unos me dicen “viejo”, otros me llaman anciano que es peor aún que ser catalogado como viejo, porque eso de anciano es como decir que uno es más viejo que viejo; pero yo ni me siento viejo ni me considero anciano ¡Dios me guarde! Y después ¿a qué viene eso de tercera edad? Yo tengo mi edad que ni es primera, ni segunda ni tercera, sino, simplemente, mi edad, la mía.

No voy a decir que me siento como un adolescente o como un hombre joven, conozco mis limitaciones, pero no me puedo adaptar a la idea de estar transcurriendo por la vejez.

Como no me siento viejo, no dedico mis ratos de ocio a jugar dominó con otros ancianos o a mentirnos mutuamente  sobre nuestras “hazañas” juveniles o a echar pestes sobre los jóvenes de ahora diciendo lo mismo que siempre han dicho los viejos de todas las épocas sobre los jóvenes: “¡Ah, estos jóvenes de ahora están perdidos!”

Cada generación construye su propio ideario y conforma sus cánones éticos, rechazando lo viejo por nuevas concepciones. Esta es la clave del relevo generacional, del conflicto de generaciones, del salto hacia un futuro que está ya en el presente de las generaciones jóvenes.

Mi identidad hoy, no fue mi identidad de hace 20 años y mucho menos la identidad que me caracterizaba 40 años atrás. Ahora tengo una nueva identidad, no porque haya cambiado mis documentos de identificación, ni asumido otra personalidad, sino que continuando siendo yo, soy finalmente otro yo.

Según señala la Licenciada Marcela Alvarez en una ponencia titulada “La construcción de la identidad, fallas en la consolidación de sí mismo…”  en la vida del hombre y la mujer están siempre presentes las preguntas: ¿quién soy yo?, ¿quiénes somos nosotros? En el transcurso de la vida se les da respuesta una y otra vez, sin contestarlas jamás completamente. Por mucha claridad que a veces se alcance, estas preguntas vuelven a surgir”.  

He ahí donde radica mi conflicto de identidad: ¿Quién soy yo? Siempre he tratado de responderme esta pregunta y ciertamente nunca he podido contestarla completamente, porque cuando llegaba a una respuesta, mi yo ya se encontraba en una nueva transición hacia otro yo.

La Real Academia Española dice que la identidad es el conjunto de rasgos propios de un individuo que le caracterizan frente a los demás. ¿Cuáles son mis rasgos distintivos? Mi esposa siempre se pregunta por qué si yo siendo pacifista me gustan tanto las películas bélicas y por qué siendo enemigo de la violencia me agradan las películas de acción. No puedo responderle.

Alguien pudiera cuestionarme por qué no siendo radical no soy conservador y estando en mis 70 debiera ser conservador que es actitud de ancianos, aunque ─ digo yo ─ no solo los viejos son conservadores y reaccionarios, también hay jóvenes que tienen mentalidad de viejos y son conservadores a ultranza.

Quizá alguno pudiera preguntarse ¿por qué siendo yo creyente en Dios, rechazo las supuesta verdades reveladas de la Biblia? Le contesto: Más que creyente, soy deísta, porque acepto que existe un Dios y he rechazado practicar cualquier credo religioso, sea católico, evangelista, protestante o musulmán. Además no creo que Dios haya creado al universo y al mundo, porque no acepto que de la nada se pueda formar algo. Rechazo por unilateral ya sea la concepción de que la materia fue lo primario como que el espíritu haya sido lo primario, ni la tesis materialista, ni la tesis idealista. Lo primario fue la coexistencia desde la eternidad de la materia y del espíritu y Dios fue el motor primario que dio movimiento a la materia y con ella se formó y continúa formándose el Universo.

Aunque creo que la moral es dialécticamente cambiante y que no existe una ética universal sino socialmente condicionada, no por ello puedo considerarme como un libre pensador, porque debo reconocer que mi ideario está influido por las ideas de muchos pensadores. Quizá la característica que me identifica desde siempre sea mi eclecticismo, que me lleva a escoger lo que a mi juicio crea más conveniente o más ajustado a la razón.

Quizá, como dijera José Ortega y Gasset, “Yo soy yo y mi circunstancia…” y entendiendo aquello que me rodea, el mundo que viví, las sociedades en que conviví, los golpes de la vida, mis relaciones interpersonales y hasta mis prejuicios y temores me haga entender esta mí siempre cambiante personalidad y así pueda solucionar mi conflicto de identidad.

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