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martes, 30 de julio de 2013

El papel de los caudillos


A Dios gracias en Venezuela no hay hoy día caudillos en el buen sentido de la expresión, es decir, no existe un personaje de profesión militar mandón y clásico que anteponga sus intereses personales sobre los colectivos. Hay algo peor, y es la intención de verse protagonista pretendiendo ser caudillo por imitación

Gustavo Briceño Vivas. EL UNIVERSAL

¿Qué son los caudillos en sociedades donde se desarrollan procesos de convivencia social? ¿Qué implica que un determinado personaje de la política asume la conducción de liderar un movimiento social? Pues bien, estas interrogantes son siempre acordadas en el marco de un país en constante contradicción. Venezuela es un país harto de tener caudillos que han intentado solventar las dificultades de la gente. Ha habido caudillos en Venezuela.

¿Fue Rómulo Betancourt un caudillo en el buen sentido del término? Para quien esto escribe, don Rómulo Betancourt fue más que un caudillo un líder, por cuanto luchó por establecer una democracia representativa en Venezuela. El liderazgo es una conducción democrática mas no es la propia conducción de un caudillo. Si se quiere, caudillo, es una palabra antidemocrática, por cuanto busca liderar una guía atendiendo más a sus elementos personales que a sus aspectos sociales o colectivos. Por lo general, un caudillo, es un hecho social impuesto por las circunstancias, más por las necesidades de la gente que por la conducción racional de un momento de la historia. En nuestros países, las diferencias las han marcado los caudillos, y en todos, detrás de los caudillos, se persigue un pueblo carente de niveles de vida aceptables y satisfactorios, por ello, el caudillismo como fenómeno, además de ser una persona que alienta satisfacer instintos personales, conduce a la sociedad al atraso y al subdesarrollo. El término "caudillo" es muy vinculado a lo militar, y así se ha hablado históricamente de caudillos que han conducido batallas y guerras, por ejemplo en el pasado siglo XIX venezolano, de Páez en adelante. Cuando atribuyo el ejemplo de Rómulo Betancourt reluzco el caso de una actuación anticaudillo, más inclinado a ser un líder amplio que buscó siempre la instalación de un sistema democrático de comportamiento representativo, que una conducción personal e irracional. Quiere decir, que la democracia es un valor muy estimado para una conducción colectiva y no personal.  Esto es, un liderazgo racional más que un caudillismo emocional.

A Dios gracias en Venezuela no hay hoy día caudillos en el buen sentido de la expresión, es decir, no existe un personaje de profesión militar mandón y clásico que anteponga sus intereses personales sobre los colectivos. Hay algo peor, y es la intención de verse protagonista pretendiendo ser caudillo por imitación, lo cual aborrece más el término y provoca más desesperanza en el sentir de todos los venezolanos. El último caudillo venezolano fue el fallecido presidente, de verdad lo fue, y por ello es la razón de que nuestro país muestra ante los ojos del mundo un atraso en materia social y en vida económica.

El papel de los caudillos, ha oscurecido el diagrama de los pueblos latinoamericanos hasta términos incuantificables, en otras palabras, los caudillos han contribuido a que el ideal democrático no se instale ni florezca en la sociedad que aspiramos. Aquí existe un problema de fondo, para lo cual de solo pensarlo, me produce angustia y desconsuelo. Será ciertamente que el caudillo es consecuencia de la combinación perfecta entre un pueblo de escaso desarrollo y un personaje que depende de ello. La lucha es desde luego sin tregua por el porvenir de la democracia. Lo curioso es que los demócratas convenimos en una Constitución que alcanza al menos en lo teórico un ideal donde el respeto a los derechos es la consigna a buscar. El caudillismo es un mal innecesario, la cultura democrática se impone de nuevo como un arma esencial para contrarrestar la sumisión que provocan los caudillos en las sociedades atrasadas, es urgente pues, la imposición de la armonía. Así los caudillos irán desapareciendo al solo comprobar el adelanto de la sociedad en constante progreso.

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