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miércoles, 22 de mayo de 2013

El cambio en Occidente


Guillermo Descalzi. EL NUEVO HERALD

La Decadencia de Occidente, de Oswald Spengler, publicada en 1922, la da por terminada con el renacimiento europeo. Esa decadencia, interrumpida y revertida desde mediados del siglo XV, se ha reiniciado. Estamos en la fase final de medio milenio de dominio occidental.

El National Intelligence Council presenta cada cuatro años su informe Global Trends. Las proyecciones del más reciente, ‘Tendencias Mundiales 2030’, presentan un cuadro al que se debe prestar atención. Señala nuestro ingreso a un periodo de cambio que acabará con nuestra hegemonía política, económica y militar. Para darse una idea de la rapidez del proceso, la porción del occidente en la economía mundial se acercaba a 80% hasta 1970. La porción occidental es hoy 56 %, y la proyección indica que bajará a 25 % para el 2030.

La caída de la economía americana y occidental puede trazarse a la decisión de Richard Nixon de flotar el dólar en 1971, quitándolo del patrón de oro. Permitió su devaluación y la cada vez más evidente quiebra del sistema monetario acordado en la conferencia de Breton Woods en 1944. A esto se añade la oposición en la extrema derecha, desde 1981, a la regulación del comercio, la banca y finanzas, que permitió un nuevo tipo de piratería, financiera y de producción, destrozó nuestra economía y se llevó la industria nacional. Ello no obstante, la amenaza más grande a nuestra civilización la ven las agencias de inteligencia en el cambio climático.

Los estudios apuntan a la inescapable conclusión de que el calentamiento es real. Agravará todo. Se están perdiendo las nieves eternas. El Everest ha perdido 13% de los glaciares que tuvo cuando Hillary y Tenzing lo escalaron en 1953. El deshielo, prácticamente detenido por diez milenios, se ha reiniciado. El dióxido de carbono en la atmósfera está en su nivel más alto en tres millones de años, 400 unidades por millón, lo que se comprobó examinando depósitos atmosféricos bajo kilómetros de hielo antártico. La proyección del deshielo es irreversibles a corto plazo.

Se van a ver cosas nunca vistas desde el fin de la última glaciación, iniciado 15,000 años atrás y detenido hace 10,000 mil. El Mediterráneo era una hondonada con vegetación sobre la que se desbordó el Atlántico. No existía el Canal de La Mancha. Inglaterra estaba unida a Europa. Tampoco existía el estrecho de Gibraltar. Europa se unía a África. Plinio el Viejo relata una tradición oral de cuando por Gibraltar caía una catarata de agua de mar al hoy fondo del Mediterráneo, que una vez lleno se desbordó a su vez por el Bósforo, creando el Mar Negro. Hay evidencia de habitación bajo esos mares.

¿Podría producirse algo similar? El nivel del mar puede subir 21 pies. Ha subido 1, y el punto más alto en Miami está 14 pies sobre el nivel del mar. Florida, Manhattan, Nueva Orleans y todas las costas bajas del mundo, podrían quedar sumergidas.

El tiempo geológico es largo, pero la reanudación del deshielo se proyecta como rápida, de cien a doscientos años, porque hay otro proceso en marcha. Se están descongelando el fondo del Ártico y el permafrost a su alrededor, con enormes yacimientos de metano congelado. El metano es el gas del súper-calentamiento. En veinte o treinta años sabremos cuanto tiempo le quedan a las costas de hoy.

El deshielo no solo es geográfico. También se están disolviendo los asientos del poder actual. Vamos hacia un mundo multipolar en lo político, económico y militar. China, India, Brasil y Rusia le estarán disputando la supremacía a Washington y sus aliados, Japón, Alemania, el Reino Unido y Francia.

La crisis en Europa durará al menos hasta el 2023, y no es seguro que la Unión Europea se mantenga. Lo que suceda en el Medio Oriente es irrelevante en parte porque Estados Unidos, ya autosuficiente en gas, también será autosuficiente en petróleo antes del 2030. Diversos análisis, por otro lado, indican que no tendremos los recursos financieros y militares para seguir actuando como monitores del mundo. La supervivencia de Israel tendrá que guiarla el mismo Israel.

La internet y la computación darán a los gobiernos una capacidad sin precedente para vigilar y controlar la población, pero la misma tecnología será usada por grupos e individuos potencialmente peores que cualquier Yihad Islámica de hoy. Aldous Huxley, en A Brave New World, proyectó un escenario similar, aunque sin computadoras ni cambio climático. Estamos ante el alumbramiento de un mundo nuevo al fin de una era y el inicio de otra. El cristianismo transcurrió enteramente bajo el signo de Piscis, y estamos iniciando la era de Acuario, la era… del agua.

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