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jueves, 18 de abril de 2013

Una victoria pírrica


Luis Delgado-Aparicio Porta. LA RAZON

El triunfo de Nicolás Maduro en las presidenciales con el uso abusivo, descarado y bochornoso de los recursos públicos, es cuestionable. Pero cual condenado que cava su tumba, recibió el “beso fatal”: la implosión gubernamental, enterrando al chavismo. Con una moneda grotescamente sobrevaluada, el déficit presupuestal fuera de control y una desastrosa gestión de los recursos petroleros, su economía es insostenible, sumada a la escasez e inflación. La mórbida inseguridad crónica y el colapso infraestructural, anuncian la hora final del engendro Bolivariano.

Suerte de hijo bastardo de Chávez y por declaración propia, putativo de los Castro, seguirá este troglodita dilapidando el “oro negro”, cuerno de la abundancia para su futura borrachera de gloria, contagiado de la megalomanía de su patrón, engañando al ciudadano para mantenerse. Es el proceder dictado desde los siniestros servicios de la inteligencia cubana, ya que como las hienas, voraces a la hora de matar, atacan por sorpresa, cebándose con la presa. Lo sucedido el domingo en Venezuela es una costumbre, sin que la OEA diga nada. Cuándo lo de Zelaya en Honduras y Lugo en Paraguay, UNASUR, el organismo progre e incubadora propagandística, vociferó sin ninguna justificación. Ahora, sacado el resultado del sarcófago, no hay reclamo alguno; ellos se mantendrán en el peligroso alambre alto del circo hasta que la sombrilla protectora se cierre, desplomándose.

Ello muestra su actitud no democrática. El déspota optó por Maduro, brazo fiero de la causa a la que sirve con fanatismo emocional, siguiendo con el embrollo que terminará arruinándolos. Es el clarín imparable de una situación límite, que forzosamente los despierte al vivir adormecidos con cantos de sirena y dádivas de la momia que aún gobierna y que el heredero seguirá a pié juntilla. Lo escribió el expresidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti: “el socialismo Siglo XXI es sólo un rótulo; el PSUV un estrambótico conjunto de interesados”. La mínima diferencia del domingo se evaporará cual burbuja de jabón y Maduro, un obseso marxista leninista formado en Cuba, sabe que la violencia (“guarimba”), partera de la historia, sí lo despedirá.

Según la genial Ayn Rand: “No hay distingos entre comunismo y socialismo, excepto en la manera de conseguir el objetivo final: uno propone esclavizar al hombre mediante la fuerza; el otro tras el voto. Es la misma diferencia que hay entre el asesinato y el suicidio”. Esta dictadura electa -un neologismo político- seguirá en el poder, pero si nazismo y comunismo fuentes del mal terminaron, ellos están a la vera de perecer en la flama de carbones ardientes, achicharrándose. El Parlamento Europeo señaló sus equívocos y la Universidad de Salamanca, que estudió el desempeño de 18 gobernantes regionales (2008-2012), Chávez fue el peor valorado.

Nicolás Maduro, servil devoto de “san Hugo”, un sacrílego, padecerá una pública agonía. Sin ninguna preparación para el cargo, en su manifiesta y supina ignorancia, se ufana de médium y ornitólogo cantarín, “dialogando” con un pajarito, convertido ya en el hazmerreír mundial. El país en la actualidad se cae a pedazos; tendrá un modesto período de calma, para luego cual Pirro frente a los romanos, sea borrado de la historia y un nuevo amanecer de justicia y libertad los guíe. Ojalá otros, que olfatean la senda, no pretendan emularlo.

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