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miércoles, 27 de marzo de 2013

Un alma en pena


Carlos E Méndez. ANALITICA.com

Es la que, cuando ocupó su cuerpo no cumplió su misión para la cual fue escogida acá en la tierra; bien porque la muerte la sorprendió, o porque un día cualquiera decidió darle otro rumbo a su existencia. Hay que rezar mucho por ellas para que puedan hallar su eterno descanso.

La misión del presidente de Venezuela debió ser redimir al país de la corrupción política y fundar una democracia social con el concurso de todos los venezolanos. Quienes empujaron a Chávez hacia las turbias aguas del caribe, fueron los comunistas trasnochados que vieron en él su oportunidad de oro para retratarse en público. Debido a su debilidad y confusión de espíritu, el presidente olvidó su compromiso con el país y su juramento bajo el Samán de Guere. Ni hablar de su moribundo juramento sobre la constitución de 1961. Cuando el 27 de febrero del 89 se produjo el sacudón o caracazo, fueron los comunistas los que orquestaron el alboroto en las calles de las principales ciudades del país. En los cuarteles los militares golpistas se alistaban esperando un evento de calle importante que respaldara su acción, pero el tiro les salió por la culata aunque no hayan participado directamente en esos hechos lastimosos. Pero los comunistas alentados por los Castro, los masistas y causa erristas, necesitaban crear las condiciones para abortar una salida violenta e inmediata de los comacates de sus cuarteles. De allí que el golpe frustrado haya resultado todo un fiasco.

Algunos de los traidores a la patria que organizaron el caracazo, fueron los mismos que condicionaron la masacre del 11 de abril del 2002 y el carmonazo del día 13. La idea siempre fue crear un ambiente favorable para una revolución violenta. El presidente manejaba un lenguaje agresivo teledirigido por el más eficaz ventrílocuo del planeta, pero, si haber vamos, no necesitaba una salida violenta para sostenerse en el poder, puesto que con su verbo le era suficiente para hacer temblar a sus adversarios y poner de rodillas a sus serviles. Su inexperiencia política y la falta de una doctrina social coherente que le diera textura a sus ideales, lo empujó a hermanarse con el pirata caribeño; con el bucanero Fidel Castro. Los amores de Raúl con Maduro son otra cosa y datan desde cuando el susodicho era un aprendiz de guerrillero. Chávez fue un bocazas que cayó en las garras de un dictador con las manos ensangrentadas y sin una gota de escrúpulo en las venas.

Un alma que deambula es también la de un cadáver insepulto, que aprovecha su estancia para llevarse a aquellos manipuladores y profanadores de sus restos. A aquellos sus más fieles discípulos que se jactan de ser sus apóstoles. No me refiero a todos los que juraron con él debajo de la mata e’ mango. Uno que otro sabe que su otrora amigo dejó de serlo cuando traicionó su juramento y dimensionó los traidores a la patria, los privilegiados, y los corruptos. No son todos los que están, ni están todos los que son, por lo que no a todos se los podrá llevar consigo.

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