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domingo, 24 de marzo de 2013

El punto flaco


Maduro no es por sí mismo un candidato fuerte. Tres cosas, sin embargo, le brindan una fuerza que no tendría en su defecto. Una es haber sido ungido por Chávez como candidato en caso de su falta absoluta.

Domingo Fontiveros. EL UNIVERSAL

El gobierno del candidato Nicolás Maduro tiene muchos puntos débiles que van a reducir su votación proyectada para abril 14. Que ello implique una derrota para su opción sería una exagerada afirmación, pero sí significa una opción frente al continuismo disminuido que su candidatura representa. Una opción para el candidato Capriles, que ha sido empujado por fuerza de la circunstancia a asumir otra vez la candidatura opositora. Capriles tiene una opción clara y precisa, aunque nada fácil.

Maduro no es por sí mismo un candidato fuerte. Tres cosas, sin embargo, le brindan una fuerza que no tendría en su defecto. Una es haber sido ungido por Chávez como candidato en caso de su falta absoluta. De lo contrario, es concebible que el candidato oficialista hubiera sido otro y habría sido difícil que no se produjera algún tipo de ruptura interna. Otra es el aparente respaldo monolítico del enorme aparato estatal, incluyendo finanzas, medios, funcionarios, y toda la maquinaria de poder del Estado, para quienes la continuación del "status quo" está por encima de cualquier otra consideración. Y, por supuesto, el continuismo de los subsidios sociales.

Pero estas fortalezas del candidato oficialista hay que contraponerlas a debilidades que le ponen "plomo en el ala". El fardo de un desastre económico en desarrollo golpea inclemente el bolsillo de las clases medias y populares, incluyendo inflación y escasez. El gabinete no tiene respuesta a esta crisis excepto tratar vanamente de posponerla y paliar malamente alguno de sus efectos más inmediatos. La realidad se ha convertido en la peor propaganda que puede hacerse a favor del socialismo del régimen que ahora encabeza Maduro, sin el carisma y mucho menos la magia de su predecesor en el cargo. Recuérdese que la devaluación es un truco para recortar el gasto público en presencia de ilusión monetaria, y para licuar la deuda pública interna.

Faltan 3 semanas para la fecha de elecciones y toda la maquinaria electoral oficialista se mueve pesadamente, como la burocracia que es.

Tiene dos puntos fuertes a su favor, y también debilidades de consideración, sobre todo en lo económico, aunque no solamente. No la tiene tan fácil el candidato Maduro.

El candidato Capriles, por su parte, no tiene nada sencillo por delante. Tiene que reforzar su discurso en lo económico, que debe centrarse en las reformas necesarias para revivir la inversión y la creación de puestos de trabajo productivo. El discurso en lo social también es esencial para insuflar optimismo en los sectores más vulnerables de la población y captar nuevos respaldos en los estratos medios y más necesitados. Y en lo político lo más urgente es rescatar el proceso democrático en la orientación y manejo de los asuntos públicos, área en la cual el chavismo tiene un rezago histórico de varias décadas.

Capriles tiene la ventaja de su ya demostrada capacidad para sumar adhesiones, tanto en voto popular como en movilización partidaria, esto último con más claridad desde la reconfiguración de su equipo de campaña. Añádase a ello la energía que ya despliega para recorrer la geografía nacional con un mensaje esperanzador y de convivencia. Con tan poco tiempo de campaña no hay margen para el error en ninguno de los competidores.

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