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sábado, 23 de febrero de 2013

¡Volvió, volvió, volvió!


Adolfo P. Salgueiro. EL UNIVERSAL

El hombre regresó. Mejor dicho: lo trajeron. La presión nacional e internacional hizo bastante para que la decisión no pudiera retrasarse. A lo mejor el deseo del paciente y la conveniencia de los cubanos también pudieron ayudar.

El regreso al país de un jefe de Estado cuyo pronóstico de salud es delicado (por decir lo menos) no sólo tiene carácter privado que concierne al enfermo y sus allegados sino que es un hecho de amplio interés público por las consecuencias políticas, institucionales, emocionales, etc., que conlleva. Por tal razón es muy criticable que el traslado se hubiese hecho en el sigilo de la noche, explotando políticamente el elemento sorpresa y aprovechando de igual manera las muestras de amor en muchos casos genuino de personas que mantienen un vínculo cuasi religioso con el presidente Chávez.

A la hora de escribir estas líneas el episodio sigue rodeado de misterio, no hay una foto ni un parte médico profesional aunque sí abundan declaraciones políticas sobre la evolución de un posoperatorio complicado que dan pie para que siga la proliferación de "oncólogos de sobremesa" que desaparecerían instantáneamente si un panel de especialistas diera un informe médico. Nada insólito: así se hizo con el cáncer de laringe que afectó a Lula, con el que sufrió la Sra. Rousseff y con el cáncer de tiroides (que no lo fue) de Cristina Kirchner. Es lo menos que los pueblos merecen.

En cambio, lo que sí se resalta en el monólogo oficial son frases que equiparan la lucha denodada del enfermo por sobreponerse a su enfermedad con hazañas y batallas épicas de las que dieron forma a la historia universal.

Pero lo más feo de todo es que en la misma medida en que se hacen votos por la recuperación de la salud de Chávez se emplea igual o más energía y tiempo en darle vuelta y vuelta al asunto de que la oposición es maligna, que desea que el señor sufra bastante antes de comparecer ante el Altísimo para el juicio definitivo.

Sea como fuere el regreso del Presidente parecía ser una buena decisión tanto para él, para su parcialidad política como también para quienes no acompañamos a la "revolución".

Para el "gobierno" podía facilitar el tema de la juramentación como requisito para la investidura formal del cargo de jefe del Estado que está sujeta a mucha polémica, falta de credibilidad y sospecha pese a que formalmente existe una sentencia del TSJ ─  por mas insólita que sea ─ que confirma todas estas novedades "ad hoc" del derecho inventadas para satisfacer una necesidad política. La veloz disposición de la magistrada presidenta para tomar el juramento a domicilio no había sido concretada a la hora de entregar estas líneas. De allí en adelante se incrementará la gobernabilidad y la formalidad jurídica (no la seguridad jurídica que ha sido destruida ya por la práctica).

A la oposición también le sirve para que empiece a dejar de siempre embestir el trapo rojo que le pongan, ser oposición en serio, designar su candidato, revisar su oferta y procurar llegar a la gente en mayor proporción que en los procesos precedentes.

Dejemos la confrontación. Hagamos patria.

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