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miércoles, 27 de febrero de 2013

Una telenovela cubana


En realidad, más vergonzoso no puede ser para los venezolanos contemplar cómo este par ancianos dictadores caribeños (virtud de una entrega increíble de nuestra soberanía que la historia no absolverá) escriben nuestro destino.

Francisco Suniaga. EL NACIONAL

La política venezolana es ahora más comprensible si se analiza desde la óptica de las telenovelas que desde las ciencias sociales. En verdad, más que ciudadanos, somos ahora espectadores de un culebrón cubano que llega a sus capítulos finales. Los libretistas, Fidel y Raúl Castro, visto el éxito de audiencia y los increíbles beneficios económicos que a su régimen le reportó esta culebra de 14 años, preparan ya una nueva temporada con un nuevo protagonista. Parece un chiste, pero no lo es. En realidad, más vergonzoso no puede ser para los venezolanos contemplar cómo este par ancianos dictadores caribeños (virtud de una entrega increíble de nuestra soberanía que la historia no absolverá) escriben nuestro destino.

En las telenovelas hay, para comenzar, un gran amor, más que amor, un frenesí como el del protagonista por Fidel Castro y su régimen tiránico. Como quiera que quien más ama más da, el amor del protagonista ha sido abnegado hasta la estupidez. Producto de esa desmesura emocional, ha cedido a los Castro miles y miles de millones de dólares de la herencia de todos los venezolanos. Por si fuese poco, le ha permitido a Castro dirigir y supervisar la acción del Gobierno venezolano y participar directamente en sus decisiones más importantes, incluso las relacionadas con la defensa y seguridad de la nación.

En toda telenovela el protagonista enferma, se queda ciego, paralítico o algo así para, luego, en los capítulos finales, curarse gracias a un tratamiento médico novedoso o un milagro de amor. En este punto y hasta allí, el guión fue ortodoxo: el protagonista efectivamente enfermó, pero los libretistas cubanos cometieron el error de someterlo a sus propios médicos y el resultado no pudo ser peor. En cuanto al milagro de amor, los libretistas de Cuba no creen ni en uno ni en otro.

En las telenovelas es también norma que los protagonistas quedan juntos y felices para siempre. Ese pareciera no ser el caso de la telenovela cubana, pero nada toma por sorpresa a sus libretistas. Ya han urdido un final como el de Elizabeth, una telenovela venezolana escrita por Pilar Romero, con Caridad Canelón y Orlando Urdaneta como protagonistas, que causó furor en los ochenta. La dama Elizabeth no pudo superar la leucemia que padecía desde que era colegiala y con su desaparición violó una norma sagrada de las culebras. Pero esa deficiencia se salvó con la escena final imaginativa que logró consolar a la audiencia. Por si no la recuerdan: “Mi vido”, Orlando Urdaneta (Juan David), abraza tiernamente, a la salida del colegio, a la hija que “mi vida”, Caridad Canelón (Elizabeth), le parió antes de desaparecer. “Mi vida”, difuminada, los mira sonriente, pero desde el cielo.

En Google no aparece el nombre de la heredera de los protagonistas de la telenovela Elizabeth, pero el del culebrón de los Castro no requiere tanta búsqueda, el nuevo protagonista es Nicolás Maduro. Como se recordará, fue ungido en cadena nacional, en uno de esos capítulos que en las telenovelas llaman culminantes. Como ya se ha visto en las promociones trasmitidas desde el 10 de enero, esta nueva temporada con Maduro en plan estelar promete ser de espanto y brinco.

Otra exigencia del género es que el (nuevo) protagonista debe afrontar grandes dificultades a lo largo de la trama para llegar a un final feliz. El mayor problema que tiene, curiosamente, emana de él mismo. El muchacho de esta nueva temporada es un ñángara anacrónico e iliterato, adscrito al ala civil del chavismo. Sus enemigos naturales son los militares chavistas que, aunque comparten con él lo de anacrónicos e iliteratos, no son ñángaras sino fascistas. Son unos villanos muy malos que gracias al protagonista anterior se ganaron el Gordo de Navidad y no lo quieren compartir con nadie. Los aliados naturales del novel protagonista son los civiles del chavismo (que son más débiles vis a vis los villanos) y, paradójicamente, la oposición. Pero esto último el protagonista no lo sabe (en realidad el joven Maduro ignora muchas cosas) y considera a la oposición enemiga a ultranza, la rechaza y hasta la persigue.

No obstante lo escrito, como ocurre en todas las telenovelas, será el rating el que determine los acontecimientos de esta última entrega cubana. Aunque el libreto inicial diga que el protagonista es Nicolás Maduro, los libretistas de la isla bien pueden cambiar el curso de la trama. Quién sabe si hasta terminen convirtiendo en protagonista principal a un militar fascista, como hicieron los gringos en sus telenovelas de los cuarenta y cincuenta. ¡Sorpresas te da la vida, asere!

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