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domingo, 13 de enero de 2013

Un golpe de Estado


Fernando Ochoa Antich. EL UNIVERSAL

Dejémonos de tonterías. En Venezuela, lo que ha ocurrido es un golpe de Estado mediante un fraude constitucional. La arbitraria y antijurídica decisión del Tribunal Supremo de Justicia ha sido criticada con severidad por los más prestigiosos constitucionalistas de nuestro país. Esas opiniones han sido acertadas, objetivas y prudentes. De todas maneras, y ojalá así lo entienda la opinión pública internacional, dicha interpretación no ha sorprendido a los venezolanos: todos conocen que el Tribunal Supremo de Justicia, desde que fue reorganizado por el régimen chavista, no ha dictado una sola decisión contraria a la posición del Ejecutivo Nacional. No voy a profundizar en disquisiciones jurídicas. Me detendré a analizar las consecuencias políticas de esta arbitraria decisión.

La primera consecuencia es de suma gravedad: Venezuela no tiene presidente constitucional. Hugo Chávez, presidente electo de la República por haber triunfado, el 7 de octubre de 2012, en unas elecciones muy cuestionadas por la opinión pública, no pudo juramentarse el 10 de enero de 2013, como establece la Constitución Nacional, por una sola razón: no se  encuentra en condiciones físicas y mentales para ejercer dicho cargo. Esa es la verdad. Ningún venezolano, a excepción de la camarilla que se beneficia del poder y su familia, ha tenido la oportunidad de verlo y oírlo.  Los partes médicos del Gobierno Nacional han sido incoherentes y mentirosos. El gobierno actual, presidido por Nicolás Maduro,  usurpa  la voluntad popular y es ilegítimo. Surge de un golpe de Estado.

El delicado asunto de la enfermedad de Hugo Chávez se podía resolver cumpliendo cabalmente con la Constitución Nacional a objeto de evitar provocar la actual crisis nacional: designar al presidente de la Asamblea Nacional encargado del Poder Ejecutivo a objeto de formar un gobierno legítimo y nombrar una junta médica para determinar su verdadero estado de salud.  En caso de comprobarse la incapacidad física y mental de Hugo Chávez, que a mi criterio ya es una realidad, convocar a elecciones a los treinta días como establece la Constitución Nacional. Tomaron el camino del golpe de Estado. Conocen, lo dicen todas las encuestas, que en el momento actual, ni Maduro ni Cabello son capaces de derrotar a Henrique Capriles en  elecciones justas y equitativas.

La segunda consecuencia es muy delicada: los actos que realice el vicepresidente Maduro y cualquiera de los actuales ministros es "nulo de toda nulidad", es decir no existen y por lo tanto no tienen efecto alguno. Esta compleja situación surge como consecuencia a la flagrante inconstitucionalidad de la decisión del Tribunal Supremo de Justicia.   No soy un experto en derecho constitucional para visualizar la crisis institucional hacia dónde se  dirige Venezuela, pero mi larga experiencia en la administración pública y haber desempeñado cargos  ministeriales en medio de una severa crisis política en la década de los noventa, me indica que un gobierno que surge tan cuestionado en su legitimidad de origen es incapaz de enfrentar una situación como la que se visualiza en Venezuela.

El colmo fue el acto político organizado por el chavismo el mismo jueves 10 de enero de 2013. Fue el inicio de la campaña electoral de Nicolás Maduro. Es tal la urgencia de fortalecer su imagen que, en lugar de hacer un acto protocolar discreto y respetuoso ante la gravedad de Hugo Chávez, organizó un mitin para iniciar su gobierno e  invitó a varios jefes de Estado y cancilleres de América Latina y del Caribe para darle mayor prestancia al acto.  El objetivo de dicho mitin era claro: tratar de asustar a los sectores de la oposición para evitar se movilicen ante el fraude constitucional. Naturalmente, sobraron las amenazas: el sobrevuelo de aviones Sukhoi, las ofensas a la oposición de algunos presidentes extranjeros y la amenaza de Nicolás Maduro a Henrique Capriles.

Compañeros de armas: ustedes tienen una gran responsabilidad histórica. Deben mantenerse unidos para poder garantizar la paz de la República. Nicolás Maduro, de una manera sibilina, se dirigió a la Fuerza Armada Nacional y a la milicia bolivariana como dos organizaciones distintas. Esto es inaceptable. Busca dividirnos y enfrentarnos. Ustedes pueden lograr reorientar el proceso político y obligar se regrese al texto constitucional: designar encargado del Poder Ejecutivo al presidente de la Asamblea Nacional, establecer una junta médica calificada para determinar el estado de salud de Hugo Chávez y en caso de no poder desempeñar sus funciones declarar la ausencia absoluta del presidente de la República y convocar a elecciones. Ustedes tienen la palabra.

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