Pages

miércoles, 9 de enero de 2013

El pacto de la entrega patria


Es una vergüenza para nuestro pasado independentista que ciudadanos de la patria entreguen la nación a una dictadura. Que dos ancianos enclenques sin ningún grado de venezolanidad, hagan y deshagan con lo nuestro es algo inaceptable. Es increíble cómo vivimos gobernados desde La Habana.

Alexander Cambero. EL UNIVERSAL

En Cuba se acaba de entregar la suerte del país. Los factores en pugna por la herencia política de Hugo Chávez, se han puesto de acuerdo bajo la tutela de un gobierno extranjero. Han mancillado el honor de ser venezolanos para convertirse en simples mamotretos de los morbosos intereses de un régimen despótico. Su gigantesca irresponsabilidad nos ubica como colonia de una república que siempre ha vivido a expensas de las economías foráneas. Tienen la habilidad de saber cautivar a espíritus imbéciles, quienes caen seducidos ante el abordaje de sus epopeyas imaginarias. Un fraude colosal que se torna atrayente para los delirantes. Es el mismo engendro que sumergió a su pueblo a vivir en la miseria infinita, una cruel dictadura que se da el tupé de inmiscuirse en los asuntos nacionales, viviendo de nuestros recursos como si mantenerlos fuera una obligación venezolana.

Que grupos que actúan en la misma vecindad ideológica convengan en mantenerse unidos para preservar su proceso no es algo que podamos criticar. Es lógico que busquen reagrupar fuerzas debido al grave estado de su líder histórico, y ante la eventualidad de una desaparición física de Hugo Chávez. Lo criticable es que estos sectores se dejen manejar por un gobierno extranjero que ejerce el poder de decisión en cuanto a la soberanía nacional. Es una vergüenza para nuestro pasado independentista que ciudadanos de la patria entreguen la nación a una dictadura. Que dos ancianos enclenques sin ningún grado de venezolanidad, hagan y deshagan con lo nuestro es algo inaceptable. Es increíble cómo vivimos gobernados desde La Habana. Miraflores es simplemente un espacio decorativo en donde un hombre recibe las directrices que emanan desde la mayor de las Antillas. Una sumisión obscena en donde los principios trapean el piso, se arrastran como si el ejemplo cubano fuera digno de la alabanza a una eterna deidad mitológica. Ese régimen es de una perversidad que no tiene límites, su pueblo sufre la voracidad de unas acciones que degradan la condición humana. Viven en un permanente temor a ser acusados por cualquier cosa. Al menor asomo de una idea que busque caminos para la libertad, la jauría del Gobierno pone en marcha un dispositivo que coarta cualquier resquicio democrático. Sus carencias son descomunales en diversos órdenes, y sus cartas de presentación de éxitos de otrora, como: la salud, el deporte y la cultura van en franco retroceso.

Nos preguntamos, ¿cómo es que el gobierno venezolano entrega los intereses de la patria a un gobierno extranjero, y de paso a una cruel dictadura aberrante y asesina? ¿Quién le dio el derecho a Cuba a inmiscuirse en los asuntos venezolanos?, este Gobierno que se llena la boca acusando a los sectores democráticos de ser títeres del imperialismo norteamericano. Le concede a Cuba el poder de decidir la suerte nuestra, y lo hacen con el mayor de los descaros. Sin ocultar nada y ante la vista de un mundo que observa expectante cómo la patria de Simón Bolívar escoge ser manejada por el oráculo del comunismo internacional.

Son tan mediocres que sus discursos tienen timbre antillano. Fíjense cómo actúan y nos dirán si su comportamiento no es la burda imitación de los viejos discursos de Fidel Castro. Están tan embelesados con los amoríos que les vendió el sistema cubano que todo el gobierno venezolano se olvidó de los dramas nacionales para vivir allá a sus anchas. Lejos de los compromisos que supone ser gobernantes y ante la posibilidad de disfrutan como gentleman en una república en donde el socialismo real lo viven los pobres en sus estómagos vacíos. Con cárceles en donde se pudren hombres y mujeres que soñaron con un destino mejor.

La historia de este país no merece esa traición. Hugo Chávez y su séquito de resentidos sociales no tienen el derecho de vendernos ante ningún poder, tampoco la de regalar el dinero de todos los venezolanos para mantener una dictadura.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario