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domingo, 11 de noviembre de 2012

El show brutal de la represión


Camilo Ernesto Olivera Peidro. CUBANET
Décima Unidad de Policía, Ave. de Acosta y Tercera, Víbora, La Habana

Llegué a los alrededores de la estación policial de Avenida de Acosta y tercera, en la zona del reparto capitalino La Víbora. Comenzaba la tarde de este día 8 de noviembre. A ambos extremos de la cuadra estaban reunidos en grupos los represores que nos “tocaban por la libreta”. En el medio sentados a la vera de una escalera, se encontraban los amigos de Antonio Rodiles y Laritza Diversent. Tanto Antonio como Laritza estaban detenidos y sus amigos esperaban obtener una explicación del porqué.

Yoani Sánchez no pudo seguir comunicando a través de su móvil y otros teléfonos pertenecientes a personas allí presentes comenzaron a fallar. El tráfico en la Avenida de Acosta, empezó a disminuir, hasta el cierre. Yoani nos dijo que esperaba de un momento a otro el ataque de los represores en contra de nuestro grupo. Que lo de los celulares interrumpidos era una señal previa a la embestida. Mientras tanto la tensión aumentaba. Esta tensión llegó al punto máximo cuando un grupo de individuos vestidos de civil y un carro patrullero interceptaron a Ángel Santiesteban. Lo golpearon fuertemente e inmovilizaron fuera y dentro del patrullero. Mientras tanto todos nosotros salimos corriendo hacia allí para intentar evitar un acto de brutalidad. Fue en ese momento en que los hombres de civil apostados se lanzaron al ataque como una típica pandilla paramilitar. La Avenida Acosta se convirtió en un circo romano y un pequeño grupo de opositores fue atacado por una turba uniformada y de civil.

Un esbirro de la Sección 21 le ordenó a los carros policiales salir de donde estaban ocultos. Uno de estos civiles me  interceptó y con un golpe técnico sobre la nuca me lanzó hacia adelante mientras repetía con otro sobre un costado que casi me saco el aire. Yo había levantado las manos para mostrar que no haría resistencia al arresto pero eso no sirvió de nada. Fui paralizado y lanzado sobre la cubierta del patrullero mientras me ponían las esposas para luego empujarme dentro de este.

A un joven fotógrafo llamado Claudio Fuentes lo montaron golpeado e inmovilizado al lado mío. Yoani seguía discutiendo con los guardias e intentó impedir que el carro patrulla donde nosotros estábamos detenidos se fuera. Cuando el carro arrancó pudo haberla arrastrado. También en una situación de violencia y confusión tan extremas su vida pudo estar mucho más en riesgo.

En los momentos en que redacto este texto, todavía se encuentran detenidos Antonio G. Rodiles en la Estación policial de Acosta y Tercera en La Víbora y Claudio Fuentes sigue preso en la ubicada en Calle Aguilera. Cuando me soltaron a las 11PM aproximadamente del mismo jueves 8, Claudio me expresó su decisión de plantarse y no ingerir alimentos, lo cual ha mantenido hasta ahora.  Antonio G. Rodiles, por su parte, también está en huelga de hambre y se sabe que tiene  magulladuras en el rostro y otras partes del cuerpo como consecuencia de su detención violenta, junto a su esposa y otros opositores, frente a la Sección 21 el pasado miércoles. La situación de Ángel Santiesteban pudiera agravarse. La golpiza a la que fue sometido, durante su detención, por los efectivos de la tenebrosa Sección 21 puede tener secuelas que comprometerían su salud en un futuro.

Afortunadamente las imágenes de parte de lo ocurrido esa tarde del día 8 de noviembre en Avenida de Acosta y Calle tercera, ya le están dando la vuelta al mundo a través de Internet. Los vecinos de las inmediaciones se debatieron entre la confusión y la perplejidad. No entendieron el hecho de una actuación tan violenta de una fuerza armada y entrenada contra un grupo de civiles que solamente estaba intentando saber sobre un detenido.

Los rostros de los represores son bien reconocibles y convendría  que sus nombres también lo sean mucho más. Sería muy desagradable que en el día de mañana, un día inevitablemente democrático, alguien nos dijera que vio a uno de estos individuos desayunando tranquilamente en la Calle 8 de Miami.

La emergente pero consecuente sociedad civil independiente cubana está siendo sometida a una de las más duras pruebas, la de la resistencia cívica pacifica contra la brutalidad irracional. La razón y el sentido común son considerados en Cuba como “delitos contra la seguridad del Estado”.

La dictadura castrista teme. Es en estos momentos cuando se vuelven más cáusticos sus métodos de represión. El miedo es el detonante oculto de todo crimen. Durante décadas el régimen ha inoculado el temor como un veneno inmovilizador de la conciencia social. Sin embargo la Demanda por otra Cuba sigue sumando firmas y apoyo tanto dentro como fuera de la isla. El miedo se convierte en un boomerang que golpea a la dictadura y sus acólitos en pleno rostro.

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