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domingo, 21 de octubre de 2012

Las intrigas y los debates


Romney argumenta que el presidente no ha sido duro con China. Pero no aclara que él es el mayor accionista de una empresa que se lucra cerrando empresas aquí, para trasladarlas al país asiático; logrando de paso un descuento en sus impuestos, concedido por el anterior gobierno. Incluso, de una empresa que se encarga de crear tecnología para espiar al gobierno de Estados Unidos.

Pedro Caviedes. EL NUEVO HERALD

Durante el segundo debate pude observar a Mitt Romney intrigando de la misma forma que durante estos casi cuatro años de gobierno del presidente Obama he observado en la oposición, con el fin de confundir a las personas, endilgando al presidente lo que ellos hacen.

Me explico: Romney acusó al presidente Obama de utilizar como estrategia de campaña una orden ejecutiva para detener las deportaciones de jóvenes que llegaron al país con padres indocumentados. Preguntó por qué el presidente no pasó una reforma cuando había mayoría demócrata en el Senado y la Cámara. Esta pregunta se repite constantemente, en todas las leyes que ahora, en campaña, los republicanos quieren mostrarse a favor, aunque lleven cuatro años en contra.

Yo recuerdo esos primeros días en que, alineados en su No rotundo a todas las políticas que provinieran del presidente (como lo han hecho por el resto de su mandato), proclamaban la necesidad imperiosa del bipartidismo. Así como hoy por hoy el candidato republicano promete que en su primer hipotético día acabaría con la Ley de Salud del presidente, ¿no será que de haber pasado el presidente una reforma migratoria, Romney estaría diciendo que acabaría con esta en el primer día? Ya sabemos que la solución de Romney es la autodeportación.

Todos los republicanos, incluyendo a John McCain, que estaban a favor de una reforma migratoria, se fueron en contra una vez que Obama juró la presidencia. ¿Quiénes son los que juegan políticamente con la vida de esos jóvenes? ¿Quiénes hundieron el Dream Act? Marco Rubio dice que tenía lista una reforma cuando el presidente firmó la orden. Yo me pregunto: ¿qué detuvo al senador con esa reforma durante el resto de sus años en el Senado? ¿No será que simplemente la sacó a relucir oportunamente, porque quería ser el compañero de fórmula de Romney?

En uno de los momentos cumbre del debate, Romney acusó al presidente de utilizar para provecho político el asesinato del embajador Stevens en Bengasi. El presidente le respondió firmemente que al otro día denunció el acto terrorista, y que solo insinuar que cualquier miembro de su gobierno pudiera hacer tal cosa era ofensivo. A lo que Romney, éste sí, queriendo utilizar la tragedia para beneficio político, saltó a decir que quería que todos anotaran lo que acababa de decir el presidente, pues solo catorce días después, éste había llamado acto terrorista a los hechos mencionados. Pero el ex gobernador quedó expuesto, cuando la moderadora le dijo que el presidente sí lo había dicho (como lo mostraron todos los noticieros después del debate).

El candidato republicano argumenta que el presidente no ha sido duro con China. Pero no aclara que él es el mayor accionista de una empresa que se lucra cerrando empresas aquí, para trasladarlas al país asiático; logrando de paso un descuento en sus impuestos, concedido por el anterior gobierno. Incluso, de una empresa que se encarga de crear tecnología para espiar al gobierno de Estados Unidos.

También acusan al presidente de haber gastado irresponsablemente en un programa de estímulo, cuando su propio candidato a vicepresidente, como senador, pidió dinero de ese estímulo para su estado. Y también lo acusan de querer destruir el Medicare, cuando, en los recortes presupuestales que propuso su candidato a vicepresidente, claramente lo quieren convertir en un sistema de vouchers.

Romney dice que quiere aumentar el número de becas, cuando al mismo tiempo aprueba el presupuesto de su compañero de fórmula, que las recorta drásticamente.

Dice ser experto en pequeñas y medianas empresas porque él empezó una que después se hizo grande, pero no aclara que la empezó con 37 millones de dólares. Dice saber del empleo porque fue exitoso en la empresa privada, pero su fondo de inversión se encargaba de comprar empresas, recargarlas de deudas, llevarlas a la bancarrota, despedir a los empleados, y en el camino repletarse los bolsillos de millones.

Esconde sus impuestos de la opinión pública, dice que es justo que pague una pequeñísima tasa con respecto al común de la gente y esconde su alucinatorio presupuesto, apelando a la confianza que la gente, según él, está obligada a tenerle.

Pero de todo, lo que más me impresionó del segundo debate, fue ese tipo intolerante en que se transforma Romney cuando confrontan sus mentiras con la verdad, de la manera enérgica que lo confrontó el presidente.

El ex gobernador se convirtió en un chapucero que no respeta ni a una periodista, ni al presidente de la nación de la que quiere jurar en el primer cargo.

Pero de aquello también acusan al presidente.

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