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jueves, 11 de octubre de 2012

La otra mitad no importa


Mario J. Viera

Muchos son los analistas que intentan explicar el por qué  la oposición venezolana perdió las elecciones del 7 de octubre. Había tanta esperanza de que la opción Capriles saliera vencedora que resultó impactante la victoria de Hugo Chávez y del continuismo de su mesiánico-narcisista régimen y ahora se intenta explicar el por qué del por qué. No está de más buscar el meollo de la derrota ─ que pudiera ser muy simple ─ para replantearse la táctica a seguir en próximas contiendas electorales.

Sin embargo la realidad es que Chávez continuará en el gobierno hasta el 2019, a no ser que un ─ poco probable ─ agravamiento de su salud, o de su muerte, debidos al supuesto cáncer que padeciera, le impida llegar al final del nuevo mandato. Lo que ahora le queda a la oposición como consuelo es el apoyo recibido por 6.5 millones de electores que le diera sus votos. Con este resultado parece sentirse complacido Henrique Capriles; aunque, como anotara Romer A. Romero-Martínez en un artículo del 11 de octubre en El Universal, es lástima “que nadie le dijera que en una contienda presidencial no hay medalla de plata para el subcampeón”.

Hay los que, como Simón Bocanegra de TalCual, opinan que “el resultado electoral y su propia enfermedad deberían propiciar en Chávez una actitud más abierta y tolerante ante sus adversarios”; como hay los que consideran que Chávez tendrá que tomar en cuenta a la otra mitad de venezolanos que rechazan su gestión y consideran como Carlos Fernández Cuesta también de TalCual que por “un poco más de 1.200.000 votos Chávez se equivoca si cree que Venezuela se va a arrodillar y aceptar ante su evidente retroceso y desgaste sus planes de esclavizar y de terminar de arruinar a Venezuela”.

Respeto la opinión de destacados columnistas venezolanos que pueden expresar lo que, desde el mismo interior de Venezuela y del contacto con su realidad, consideren será la tónica futura de la relación gobierno-oposición; sin embargo tengo una opinión diferente: Para Hugo Chávez la otra mitad de Venezuela nada importa. Esa otra mitad para Chávez está formada por “majunches” y “escuálidos” que han logrado confundir a una parte del electorado.

Para tal consideración me baso en mi propia experiencia como cubano que conoce de primera mano la socio-psicología del castrismo. Chávez es un émulo ─ algo mediocre por cierto ─ del método de gobierno de Fidel Castro, cuya filosofía política se contiene en aquella su frase de “Recuperar lo perdido y avanzar mucho más” y en los términos expuestos por Carl Schmitt de que “el enemigo es simplemente el otro que está en contra de mi posición”.

Tanto Fidel Castro como Hugo Chávez enfrentan el juego político como si se tratara de un plan de batalla militar y rechazan la idea de pluralismo. El panorama social, para Fidel Castro es solo de dos dimensiones radicalmente contrapuestas de amigo-enemigo. Esta es la fuente ideológica del chavismo de Chávez, y en consecuencia su modo de operar.

Por tanto, Chávez intentará radicalizar su denominada revolución, y responderá violentamente ante cualquier crítica que esgrima la oposición amparada en el apoyo moral que le aportaran los seis y medio millón de votos que recibiera. Para Chávez esos millones de votos contrarios nada significan, él ha sido ratificado por la mayoría, es decir ─ en su particular interpretación ─, por el pueblo venezolano, por Venezuela.

Todo es cuestión de una espera breve. Ahora Chávez se mostrará comedido en sus expresiones con vistas a las elecciones de gobernadores y consejos legislativos regionales a celebrarse el próximo 12 de diciembre; mostrará su cara amable, se presentará como dispuesto al diálogo ─ “Quiero reiterar cuál es nuestro concepto de diálogo: queremos que la élite opositora cambie, nosotros también tenemos que cambiar algunas cosas” ─ y aguardará. Es posible que ─ si Fidel Castro esté en condiciones de recibir visitas ─ antes de esas elecciones viaje a Cuba en consulta con su gurú político. Sabe que la oposición ha ganado terreno y él tiene que garantizar la victoria de sus asociados en las elecciones del 12 de diciembre. Si la balanza de gubernaturas le es favorable, se sentirá libre de obstáculos para hacer avanzar su proyecto de socialismo de siglo XXI.

En la mentalidad de Chávez nada importan los números de votos, lo que importa es en cuantos municipios obtuvo la victoria: “Ganamos en 82% de los municipios del país ─ declaró el 9 de octubre ─, por eso dije es una victoria en toda la línea”.

En mi opinión Chávez no se planteará la condición de presidente de todos los venezolanos. Su único interés es sostenerse indefinidamente en el poder por la consolidación de su trasnochado Socialismo del Siglo XXI, lo demás y los demás nada le importa.

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