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jueves, 4 de octubre de 2012

Faltó agresividad


Mario J. Viera

Concluyó el primer debate presidencial entre el republicano Mitt Romney y el demócrata y actual presidente de los Estados Unidos, Barack Obama con una indiscutible victoria del aspirante por el Partido Republicano. Al presidente le faltó impulso, le faltó la agresividad de la que hizo gala Romney.

Todo el tiempo Obama estuvo a la defensiva. Se notaba embarazado, a veces titubeante. Perdió la oportunidad de pasar a la ofensiva para detener toda la demagógica retórica de Romney. Es un axioma que para los debates por la presidencia los aspirantes deben acogerse a la regla del 20/80, es decir, 20 por ciento a la defensa y 80 por ciento al ataque.

Obama tenía muchos elementos para apabullar a su contrincante, haberle cortado el paso atacando sus puntos débiles y poniendo en evidencia su carácter de veleta que cambia de posición según el momento; pudo argumentar contra el oponente lanzándole el jab del 47 por ciento que empleó Romney para descalificar a casi la mitad de la ciudadanía de Estados Unidos, pero le faltó decisión; no pudo demostrar su liderazgo. Esto mismo lo considera AP al señalar que “algunos estrategas demócratas, que no participan en la campaña, reconocieron que el presidente no estuvo en su mejor momento y desaprovechó oportunidades para imponerse a su adversario”. Según AP, Romney había ganado por puntos.

Ciertamente la ventaja obtenida por el candidato republicano no fue demoledora pero la posición a la defensiva mostrada por Obama podría mover a los indeciso a favor de Mitt Romney, algo que Obama no debió permitir.

Falta un nuevo encuentro. Dicho en términos deportivos, el próximo debate puede ser la revancha del presidente para lograr, si no un KO técnico, al menos vencer por puntos a su contendiente. El próximo debate puede significar la relección del presidente o el final de la era Obama. Obama tendrá que ser más agresivo, en momentos en que las encuestas muestran que hay pocas diferencias entre ambos candidatos en las intenciones del voto. La mejor defensa de un ejército en campaña es el ataque.

 

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