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sábado, 6 de octubre de 2012

Elecciones en Venezuela


José Ayala Lasso. EL COMERCIO

Ecuador y América Latina, todos siguen atentos el proceso electoral en Venezuela, donde para su pueblo y ─  en buena medida ─ para todo nuestro hemisferio, se juega el futuro de las libertades y valores democráticos bajo cuya vigencia queremos vivir y progresar.

Por supuesto, lo primero que debemos desearle a ese pueblo hermano es que las elecciones transcurran en paz y en orden, que nada ni nadie venga a crear elementos de duda o, peor, a manipular la libre expresión de la voluntad popular. Además, que esa voluntad sea respetada. El ominoso anuncio hecho por el poder reinante de que, si no triunfa Chávez, habrá guerra civil es la más escandalosa violación del derecho de elegir a quien el pueblo considere el mejor, anuncio que produjo inmediato eco en el jefe militar que proclamó la adhesión de las fuerzas armadas a ese proyecto de revolución que tanto ha costado en libertades, democracia, justicia y progreso.

América Latina sigue con interés esta lucha porque sabe también que se encuentra sometido a la decisión en las urnas el futuro del socialismo del siglo XXI, sistema de gobierno que ha quebrantado las libertades y los valores de la democracia, que ha negado los derechos humanos y denostado a las instituciones que los defienden, que ha tomado el control de todos los órganos del Estado robándoles la independencia y la dignidad que se ganan mediante la sujeción a la ley y no a los caprichos del poder. Nunca como ahora ha dispuesto Venezuela de tantos capitales y nunca ha tenido, al mismo tiempo, una inflación tan alta ─ el peor impuesto que castiga al pueblo ─ y ha debido importar tantos alimentos para una nación cuya agricultura ha sido destruida.

El pueblo venezolano, después de más de una década de agresiva prédica demagógica, está dividido y es víctima de la violencia. La dialéctica del “enemigo” que sembró vientos de discordia y los fertilizó con insultos y descalificaciones, podría producir tempestades. Tempestades de odios irreconciliables y de venganzas. Pero en este panorama inquietante ha surgido una luz de esperanza que ha concitado el apoyo de los millones de venezolanos que anhelan que retornen a esa nación hermana y anteriormente risueña, la tolerancia, el respeto, la libertad. América Latina observa a Venezuela. Quiera su pueblo escoger el camino acertado y alimentar la esperanza en todos cuantos creemos en la dignidad del ser humano y pensamos que el Estado existe para servir a la sociedad y no para servirse de ella a fin de someterla a experimentos ideológicos fracasados en el pasado. Los pueblos ya no deben dejarse engañar por la palabra altisonante, la ironía fácil, el sarcasmo hiriente, el cinismo y la autocomplacencia frente a los propios errores y abusos.

¡Que Venezuela sepa elegir: libertad, dignidad y democracia!

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