Pages

domingo, 30 de septiembre de 2012

Un dato interesante


Pedro Caviedes. EL NUEVO HERALD

Un dato de las últimas encuestas ha atizado la curiosidad de los analistas: A pesar de que la mayoría del público estadounidense no está contento con el desempeño de la economía del país, sí aprueban la labor del presidente Obama y piensan que está mejor calificado que Mitt Romney para mejorarla. ¿Cómo puede ser posible? A mí, el resultado me llena de positivismo. Porque al parecer la ciudadanía no solo se está despertando en cuanto al tamaño sideral del hueco en que lo dejó el anterior gobierno, sino en cuanto a la labor plenamente obstruccionista de la Cámara de Representantes de mayoría republicana, y un Senado que apenas cuenta con una pequeña mayoría demócrata, insuficiente para pasar leyes, cuando la receta del día del otro partido es el No rotundo a todo lo que provenga del presidente, y acudir al filibusterismo para embutir las leyes en infinitos túneles del tiempo.

Y se dicen los más patriotas. ¿Qué tiene de patriota que el líder de la minoría republicana en el Senado diga abiertamente, ante micrófonos y cámaras (ni siquiera en un evento a puerta cerrada para recoger fondos), que su única tarea es asegurarse que el presidente no sea reelecto? Yo pensaba que la labor de los congresistas era asegurarse, luchar, por el bienestar de todos los ciudadanos. No pasarse cuatro años impidiendo que el presidente sí cumpla con la tarea por la que fue elegido.

Barack Obama todavía no había jurado como presidente, cuando ya desde todos los rincones republicanos del país le lanzaban acusaciones de fundamentalista musulmán, de no nacido en EEUU, de antiamericano, comunista, socialista, nazi, y todo lo que se les ocurriera para desprestigiarlo. Por primera vez en su historia la primera potencia del mundo, ese país al que tantos vienen en busca del sueño de libertad e igualdad que no es posible en los suyos, el país que libró una sangrienta guerra de secesión en la que ganó el bando que iba en contra de la esclavitud, el país de los derechos para todos, había elegido un presidente de la raza negra. Y muchos republicanos parecían bullir de ira en sus asientos y escaños, como si aquello fuera lo peor que les hubiese pasado en la vida.

La elección de Barack Obama es precisamente el ejemplo más grato de lo que este país representa, y resulta que muchos de sus ‘representantes’ no lo soportaron.

Otra característica del comportamiento de algunos miembros (la mayoría) del GOP, durante estos años, ha sido su constante batalla por mantener los beneficios, léase reducción de impuestos y desregulación, al pequeño porcentaje de la población que representan los multimillonarios, o la dictadura de las corporaciones. Ese quizá es el aspecto que más me impresiona de esta coyuntura. Algunos han llegado a afirmar que no disminuirían un 99% del gasto público, contra un 1% de aumento en impuestos, precisamente al 1%. Prefieren que el 99% de los ciudadanos sufra, con tal de no aumentarle un dólar al 1% que más tiene. O prefieren engañar al público con falacias como aquello de los paneles de muerte (¿dónde están que no los veo?), con tal de impedir una ley de salud que beneficia a la ciudadanía, y restringe los abusos económicos y las maneras crueles de las aseguradoras, que no eran capaces de cubrir siquiera a un bebé que nacía enfermo. O niegan el cambio climático, para no perjudicar a sus sagradas petroleras.

El Tea Party surgió ante el desastre de Wall Street, el estallido de la burbuja inmobiliaria y el crecimiento exorbitante del déficit, que se forjó en el gobierno de George W. Bush. Pero resulta que para ellos las políticas que están erradas son las del presidente Obama, y quieren volver, con Romney, a las de Bush, quintuplicadas. Un sin sentido absoluto. Pero es que desde que Obama está en la presidencia, para ellos no existe peor mal que el Estado.

Es tan absurdo todo esto, que tenemos a un gobernador republicano en la Florida interesado en pasar leyes que restrinjan el voto a las minorías que se inclinan por los demócratas, aduciendo un fraude que, si no se ha dado cuenta, quienes lo han perpetrado han sido congresistas y miembros de su partido. ¿O es que son muchos los demócratas que están siendo investigados por las boletas ausentes de Hialeah? Y eso, no olvidando que fue en este estado donde se produjo el escándalo que le dio la presidencia a uno de su partido.

El último capítulo de esta saga absurda es la negación de las encuestas (¡incluso las de Fox News!) precisamente cuando ya no están a favor de Romney.

¿Se estará forjando un nuevo fraude?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario