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lunes, 24 de septiembre de 2012

El anticastrismo da votos



Mario J. Viera

De veras que ya cansa la perorata de los busca votos que se presentan en el restaurant Versailles, en la Calle 8 de Miami. prometiendo lo mismo: “apretar al castrismo”, pedir una “Cuba Libre”, para después no hacer nada que obligue a los Castro a darle paso a lo que quieren la democratización de la mayor de las Antillas.

La retórica es barata, cansona de tanto ser repetida por más de cinco décadas. En los últimos 40 años, ni demócratas ni republicanos han hecho nada  que pueda ser considerado efectivo contra el castrismo. Por supuesto, siempre son los republicanos los que más duros se presentan ante al castrismo, al menos durante sus periodos de campaña electoral, para luego no hacer nada, salvo alguna propuesta demagógica de limitar lo viajes de los cubanos, residentes y naturalizados, a la isla y limitar las remesas que se pueden enviar a Cuba, para luego abrirse al comercio con los Castro y hasta concederle la humanitaria compra de papel de imprenta, como hiciera la administración Bush hijo.

Hay que ganarse el voto de la Florida partiendo de coquetear con la comunidad cubana que, como caso especial del voto hispano, concurre masivamente a las urnas electorales.

Ahora el recién converso a la línea dura contra los Castro, Pau Ryan se fue a tomar un café cubano en el Versailles ─ recuérdese que fue un ardiente partidario de suprimir el embargo ─ y a declarar fervorosamente su pasión anticastrista, diciendo algo que agrada al oído del exilio cubano: “Déjenme decirles esto: en la administración Romney no vamos a seguir practicando esta política blanda, sino que vamos a ser duros con este dictador brutal y vamos a ayudar a los grupos a favor de la democracia”. Lástima que yo no le crea aunque sería muy bueno que se le apretaran las clavijas a “este dictador brutal”.

Me pregunto, ¿en qué grado será la dureza en contra del castrismo que una hipotética administración Romney pudiera aplicar? Tal vez ¿intentar una nueva Bahía de Cochinos? No, porque eso sería políticamente incorrecto por parte de Estados Unidos; quizá ¿romper todo vínculo diplomático con el régimen de La Habana, eliminando las Secciones de Intereses de Estados Unidos en Cuba, y de los Castro en Estados Unidos? No, creo que no sería práctico por muchas razones. A lo mejor  ¿lograr la expulsión de la representación castrista como miembro en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU? No creo que lo logre.

¿Qué otra cosa? ¿Exigirle a la Unión Europea que enfríe sus relaciones diplomáticas con la dictadura castrista hasta rebajarlas a la de simples encargados de negocios? Esto ni soñarlo. ¿Suprimir en Estados Unidos cualquier tipo de comercio con los Castro? Los primeros que rechazarían esa propuesta serían los empresarios que los republicanos favorecen y que responden a interese comerciales de muchas empresas agrícolas de los Estados Unidos.

¿Qué otras opciones le queda a la supuesta administración Romney-Ryan? Sí, quizá prohibir el funcionamiento de los numerosos comités que en Estados Unidos hacen campaña a favor de la liberación de los cinco sicarios castristas presos por labor de espionaje. No, eso sería lo ideal pero hay un detalle, tal medida violaría el derecho que ampara la Primera Enmienda de la Constitución. Probablemente el gobierno republicano se decantaría por suprimir el llamado intercambio cultural de Estados Unidos-Cuba negándole visa de entrada al país a artistas e intelectuales cubanos comprometidos con los intereses del Partido Comunista de Cuba. Estoy de acuerdo, lo considero adecuado; sin embargo tal medida, con la que repito estoy muy de acuerdo, poco daño le haría a los Castro y nada cambiaría en Cuba.

Por más que me estrujo el cerebro ─ ¿seré obtuso? ─ no puedo deducir cómo la administración Romney-Ryan va a ser dura con el dictador brutal. Creo que lo único en que mostrarían su dureza es repitiendo la politiquera fórmula de George W. Bush, para hacerle la vida un yogurt a los cubanos residentes o naturalizados en Estados Unidos que tengan familiares en Cuba.

Definitivamente, este Paul Ryan, el Sarah Palin masculino de los republicanos, el Golden boy del Tea Party, lo único que busca es congraciarse con el exilio cubano ─   que en su gran mayoría sigue creyéndose la demagogia republicana ─ para ganarse sus votos, porque el anticastrismo, ya sea sincero o politiquero, da votos en Miami.

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