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jueves, 19 de julio de 2012

Los mantras de la ideología


David Canela Piña. CUBANET

Tengo un amigo que afirma que la India y Cuba son los países de los mantras. Mantra es una palabra de origen sánscrito, formada por las raíces “man” (mente) y “tra” (liberación), que puede ser una sílaba, una palabra o un verso, y se usa en las tradiciones hinduista y budista para depurar el espíritu e inducirlo para que alcance       experiencias anagógicas. Sus funciones son múltiples: aquietar y vaciar la mente, regular y armonizar los chakras, sutilizar y abstraer los sentidos, y en general, expandir y purificar los cuerpos sutiles, que en Occidente se conocen con el nombre integral de espíritu. Pero su rasgo más fenoménico y    reconocible es el de la repetición constante e invariable, como los clichés de las ideologías.

Un mantra se reconoce usualmente como una “fórmula mágica”, que debe tener resultados asombrosos si se practica incesantemente. Y las ideologías totalitarias se inventan esas fórmulas para encantar a los pueblos, e hipnotizarlos con sólo pronunciar el conjuro. Por ejemplo, una frase como “Por la Patria, la Revolución y el socialismo” parece una llave maestra capaz de abrir todas las voluntades, subyugar todas las conciencias, y justificar cualquier política de turno. Pero existen mantras mucho más elaborados.

Uno de los síntomas del pensamiento totalitario –y por supuesto, de los regímenes, que son sistemas políticos de los extremos– es la elaboración de fórmulas que intentan proclamarse como “la solución definitiva” de los     problemas de una nación.

El pensamiento marxista se adhirió a esa tendencia de prescribir soluciones finales. Entre las más conocidas, están la abolición de la propiedad privada, con la cual se extirparía de raíz el problema histórico de la “explotación del hombre por el hombre”, y la unificación del proletariado mundial, con el fin de derrocar la hegemonía política, económica e ideológica de la burguesía. Quienes reciclan este tipo de pensamiento reduccionista (o una de sus         variantes), han sido llamados sarcásticamente por un profesor universitario como “cirujanos sociales”, y su lógica se estructura básicamente sobre la idea de “quitemos esta cosa, y se habrá removido el meollo del problema”. Pero puede funcionar también a la inversa: “apliquemos esto, y se resolverán todos los problemas”.

En Cuba, la ideología socialista no ha dejado de lanzar mantras económicos con los cuales se ha procurado dar “el gran salto” que nos catapultará de la pobreza a la riqueza, y de ser un país subdesarrollado a una nación del primer mundo. La ilusión ha sido renovada una y otra vez. La zafra de los Diez     Millones, el Cordón de La Habana, la pangola (una hierba de pastoreo que   haría que las vacas multiplicaran su producción de leche), el pastoreo Voisin, la zeolita, el none, la erradicación del marabú, y actualmente, la moringa, han sido algunas de las panaceas más famosas que se han robado el estrellato del momento. Algunos de esos “mantras” han permanecido en el fondo del    escenario mediático, como “el levantamiento del bloqueo”, o embargo, que ha sido el chivo expiatorio principal, a cuya inmolación se le atribuye el comienzo del desarrollo económico del país. Seguramente, habrá muchos cubanos que recuerden otras de esas efervescentes soluciones.

Esta racionalidad alquímica, que pretende descubrir la receta mágica por la cual todos los recursos naturales serán convertidos en oro, no es más que una proyección ideológica de la cultura de la pobreza, la cual aspira a salir del hueco y la desesperación mediante un golpe de suerte, como el humilde sueña con ganar la lotería. Y es también una arista del pensamiento mesiánico de los pueblos jóvenes, que concentran sus esperanzas en un objeto salvador, o un líder todopoderoso, que los conduzca por la senda gloriosa. Pero recuerdo a otro amigo, que dijo hace años, en una charla de pasillos de la Universidad, que Fidel Castro era el Anti-Midas, pues todo lo que tocaba, lo convertía en basura.

No se puede desarrollar un país como se juega a la ruleta, apostando toda la fortuna a un solo número. El trabajo libre, creativo y contante nos hará prósperos, pero una mayor diversidad económica nos hará independientes.

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