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jueves, 8 de diciembre de 2011

La cumbre de la Celac

Adolfo R. Taylhardat.  EL UNIVERSO, Caracas

Un análisis de lo que fue la Cumbre de la Celac que tuvo lugar el fin de semana pasada desbordaría los límites del espacio de que dispongo para esta columna. Requeriría hablar de las cursilerías que la rodearon como fueron la develación del cuadro, de pobrísima calidad artística, que pintó el führer para su "reina" donde aparecen él y el expresidente Kirchner; el cambio de nombre del salón del Consejo de Ministros de Miraflores, que ahora se llamará "Salón Kirchner"; la decisión de declarar día de asueto el viernes para permitir que las caravanas de los mandatarios extranjeros pudieran desplazarse rápidamente ─ lo que por cierto tuvo el efecto contrario porque las autopistas y avenidas se llenaron de vehículos de gente que aprovechó el día para hacer compras de navidad ─; la charla descriptiva del tratamiento que ha recibido para su propia enfermedad, que ofreció a los visitantes extranjeros, transmitida, además, por radio y televisión; y pare de contar.

También habría que hablar de los abusos que rodearon ese sarao, comenzando por la millonada que costó y lo que habría significado ese dinero se se hubiera dedicado a resolver tantos problemas que aquejan a los venezolanos, pasando por el despliegue de guardias nacionales, efectivos de la PNB y milicianos por toda la ciudad, hasta llegar a la la toma militar de los hoteles donde se hospedaron los mandatarios y la encerrona de la reunión en el Fuerte Tiuna para impedir que la disidencia pudiera hacer contacto con los ilustres visitantes.

Pero ya ésta enumeración se ha llevado gran parte del espacio de que dispongo, así que paso a los aspectos sustantivos.

Dentro del secretismo que prevaleció en la preparación y desarrollo de la reunión, los medios pudieron obtener y publicar algunos de los entretelones, que luego han quedado confirmados al concluir el evento. El tema del mecanismo de toma decisiones en la nueva institución internacional puso en evidencia las divergencias entre los gobiernos. Unos preconizaban el consenso y otros, teniendo presente las experiencias vividas en diferentes organizaciones, propusieron que cuando no fuera posible lograr consenso, se decidiera mediante el voto con una mayoría calificada. Al final quedaron en que ni lo uno ni lo otro. Se aplicará el consenso durante un año para ver cómo opera. Según el Subsecretario brasileño para Asuntos de América del Sur y el Caribe "Tenemos que dejar funcionar el organismo por algún tiempo. Tal vez no necesitemos votar. ¿Por qué votar si todos los mecanismos de la región trabajan con consenso?". La respuesta a esta pregunta la dio el representante de México: "en la práctica el consenso se ha convertido en un poder de veto y esto trae como consecuencia que la opinión contraria de un país evita tomar decisiones importantes". Efectivamente, teniendo presente las diferentes corrientes ideológicas que dividen a la región, el consenso, o mejor la ausencia de consenso, puede ser manipulada a base de petrodólares para imponer la voluntad en la organización.

Por cierto que el tema ideológico estuvo tan presente en la Cumbre que el presidente Piñera hizo un llamado para que las divergencias de esa naturaleza no afecten los esfuerzos de integración. "Muchas veces nos quedamos atrapados en diferencias ideológicas que no nos dejan ver el camino al futuro", destacó el mandatario chileno.

Otro tema álgido que también puso en evidencia las diferencias profundas que dividen la región fue el relacionado con la cláusula democrática que en la Celac lleva el nombre pomposo de "Declaración Especial sobre la Defensa de la Democracia y el Orden Constitucional". Cuando escribo este artículo no se conoce todavía el texto de este documento, pero según los medios es mucho más débil que la Cláusula Democrática de Mercosur, que de por sí es bastante vaga y débil. Está basada en la Cumbre Iberoamericana de Mar del Plata del año pasado, la cual a su vez estuvo basada en la de Unasur propuesta por el presidente Correa, del Ecuador, a raíz de la situación, todavía confusa, que vivió con motivo de las protestas protagonizadas por la fuerza policial. En esos documentos, incluidos el de la Celac se establecen mecanismos para impedir la ruptura del orden constitucional y consagran el respeto de la voluntad soberana de los pueblos, la no injerencia en los asuntos internos y la defensa de las instituciones democráticas. Sin embargo, esos documentos que en principio están dirigidos a impedir la ruptura del hilo constitucional mediante golpes de Estado, lo cual es perfectamente válido, pueden servir a los dictadores para protegerse recíprocamente ya que no contemplan la situación, hoy día moneda corriente en el continente, de gobernantes elegidos mediante la voluntad soberana del pueblo pero que, una vez entronizados en el poder violan la institucionalidad democrática tornándose en autócratas o dictadores.

El documento adoptado en Caracas establece el derecho que tiene "cada nación de construir en paz y libremente su sistema político y económico". Cabe destacar que son las naciones y no los regímenes gobernantes usurpadores los que tienen derecho a ejercer ese derecho.

Finalmente, lo que en un principio se pretendió que fuera una OEA sin Estados Unidos y Canadá, quedó como lo que se esperaba: un mecanismo, un foro de diálogo, consulta y concertación para temas de interés regional. Es decir, será una nueva versión del Grupo de Río, sólo que ahora participarán todos los Estados de América Latina y el Caribe. Incluso, acogiendo una propuesta del representante de Costa Rica ─ el Presidente de ese país fue uno de los ausentes ─ en el "Documento Fundacional" se dejó claro que la Celac es un "mecanismo" de integración y no una organización. El führer se consoló diciendo que "en la medida en que pasen los años" Celac remplazará a la OEA.

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