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jueves, 3 de noviembre de 2011

¿Necesitará Cuba un “dictador popular” en el post castrismo?


Joan Antoni Guerrero. Martinoticias.
Andy Gómez

Andy Gómez es uno de los investigadores del Centro de Estudios Cubanos de la Universidad de Miami. En esta entrevista analiza las posibilidades de un cambio en la Isla y la participación que en él puedan tener los diferentes actores que hay actualmente sobre el tablero. Considera que los Castro no van a soltar las riendas porque creen en el poder absoluto y señala que existe un problema real de inestabilidad social en el futuro si no aparece una tercera persona que pueda controlar y mejorar la situación después de que los Castro mueran. Apunta que, en su opinión, después de 52 años de castrismo a Cuba le convendría probablemente la aparición de "un dictador popular" porque la democracia no puede desarrollarse con éxito de la noche a la mañana. En este sentido, cree que alguien dentro de las FAR podría tomar ese papel.

Usted distingue dictadura de totalitarismo. ¿Por qué en el caso de Cuba?

A lo largo de la historia hemos visto que una dictadura se instaura cuando una persona toma el poder y trata de mejorar las condiciones que se le presentan en ese momento en ese país hasta que llega un punto en que deja el poder o se lo quitan. El sistema totalitario, en cambio, es cuando una persona asume el poder por razones personales y su objetivo es encontrar cómo mantenerse por el resto de su vida. Esto es lo que vemos en Cuba, un sistema totalmente totalitario, completamente cerrado, que en mi opinión usó las ideas del comunismo para aliarse a la URSS y fajarse con su enemigo a noventa millas, los Estados Unidos. Esto viene a ser un sistema totalitario fidelista. Ahora se está pasando de un fidelismo a un sistema que en sí mismo Cuba no sabe lo que es, pero es cambio. Por eso yo me hago la pregunta: ¿Cambio para qué y cómo se hace el cambio? El mismo Raúl Castro critica el sistema, dice que hay corrupción, que no funciona suficientemente rápido para resolver los problemas del pueblo. Es un lenguaje diferente del que escuchamos bajo un Fidel Castro. Pero todavía quieren mantener el sistema totalitario y ellos en el poder. Hasta ahora no han nombrado a ningún joven en esa cúpula del poder.

El totalitarismo también implica el control absoluto de cada parcela de vida humana. Otras dictaduras han dejado espacios de libertad imposibles de encontrar en Cuba...

Egipto, bajo Hosni Mubarak, era una dictadura, pero los egipcios podían viajar y tener negocios. En Cuba no. Todo está controlado por el Estado. En estos últimos dieciocho meses estamos viendo un cambio, pero el sistema no está preparado para combatir con todo lo que conlleva. No tiene la estructura para sostener ese tipo de transformación. Y, al mismo tiempo, se le está presentando, de la noche a la mañana,  un tipo de cambio económico, pero no político, a un pueblo que lleva en prisión más de 52 años. Se le había dicho al pueblo que las cosas eran de determinada manera y ahora se le dice lo contrario. Esto crea un trauma psicológico, como vimos en Alemania con la reunificación. En ese caso la mayoría de alemanes del Este de mayor edad no se pudieron sentir cómodos con el nuevo sistema, estaban ya convencidos y sabían cómo comportarse dentro de la cajita. Ahora, si les quitas la cajita, los descolocas. Igual como muchos jóvenes cubanos que han llegado a Miami y me dicen que la libertad es muy bonita, pero que no saben qué hacer con ella porque nunca la han tenido. Así que cuidado porque un cambio brusco también puede causar un trauma que va a ser muy difícil de arreglar humanamente.

¿Cuál es la materia prima con la que se cuenta para el cambio en Cuba? ¿Cuáles son las piezas que están en el tablero y qué mapa se puede hacer?

Creo que ni ellos mismos saben qué fichas están en el tablero. Las que tienen están viejas. Se muere Fidel, se muere Raúl, se mueren muchos viejos alrededor de esta gente y no sabemos quién es la tercera persona. Y eso sí que puede crear una inestabilidad social que necesite bastante tiempo en desarrollarse. Debemos abrir los ojos y ver que esto no empezó en el 1959. Antes de este gobierno totalitario teníamos una dictadura, la de Fulgencio Batista. Hoy en Cuba no existen los fundamentos necesarios para mantener una sociedad civil, ni existían antes del 59 ni existen hoy en día. Así que es como construir una casa de nuevo. Si no preparas esas columnas de concreto perfecto lo que le tiras a esas columnas encima se va a caer. Y es lo que me preocupa.

¿Así pues en Cuba no existe una sociedad civil?

Lo que hay es una disidencia y una oposición. No es una sociedad civil. Una sociedad civil es una cosa que está organizada, preparada, que tiene un fin, un propósito. Sí, el propósito de la disidencia y de la oposición es tumbar este gobierno y llevarlo a otro paso, pero no quiere decir que están las organizaciones preparadas para mantener ese cambio. No lo están.

¿Cuál es entonces la salida?

Esto va a sonar un poco extraño. Después de 52 años de un gobierno totalitario yo diría que casi se necesita un dictador popular, una persona que tenga y ejerza de pronto ese poder para conseguir la mejoría del pueblo. No creo que una democracia se pueda desarrollar del día a la noche después de tantos años porque todavía tenemos que alimentar, enseñar y capacitar al pueblo cubano en cómo hacer ese desarrollo. Mi idea es el paso de un gobierno totalitario a una dictadura popular que controle y mejore la situación. La duda es conocer quién va a ser esa tercera persona que se pueda parar y tener el carisma y liderazgo que hasta un punto tuvo Fidel, pero que en vez de coger el camino equivocado coja el correcto y ponga a esa isla en el plano del mundo. Cuando pase un tiempo, y una vez existan los fundamentos y una sociedad civil, entonces ya se pueden celebrar unas elecciones. Por ejemplo, en Egipto sacan a Mubarak, quieren poner a un gobierno provisional, el Ejército prefiere esperar porque no sabe quién viene a la mesa. Había grupos de Hamás, radicales y entonces el Ejército tomó el control, ya llevan más de seis meses. En el caso de Cuba, ¿cuál es la institución más importante? El Ejército. ¿Y puede que el Ejército o alguien dentro del Ejército tome esa posición? Posiblemente.

¿Un elemento de las Fuerzas Armadas que decida tomar las riendas temporalmente hasta conducir a Cuba hacia la democracia?

Sí, porque hay que mantener la seguridad y es lo que hizo el Ejército en Egipto. Un gobierno provisional, sin saber quién viene a la mesa y con qué ideas, eso puede causar un problema grande, lo estamos viendo en Libia. ¿Qué está ocurriendo en ese país? ¿Cómo se va a desarrollar el liderazgo en las diferentes áreas importantes de ese gobierno? Ya veremos.

¿Cuáles serían los primeros pasos que debería dar una nueva dirección del gobierno en Cuba?

Hay que reparar la estructura de ese país, carreteras, viviendas, el sistema de agua. Luego hay que buscar la manera de emplear a los cubanos y cómo pagarles a esas personas, hay que atraer inversiones internacionales y, para eso, tiene que existir un sistema de leyes que garanticen a esa compañía que va a invertir a Cuba que su dinero está protegido. Al mismo tiempo, Cuba tiene que hacer algún tipo de cambio que le permita ingresar de nuevo a la comunidad internacional para poder recibir fondos del Banco Mundial. La deuda que tiene la Isla y lo que va a costar desarrollar el país no va a ser de hoy para mañana. Vemos ahora el problema de Grecia, la posibilidad de que Portugal se hunda. El contexto global no está en un momento positivo para que ahora Cuba -y eso es una locura decirlo- también caiga, pero Cuba cae y también pone a Estados Unidos en alerta, aunque esté a 90 millas de aquí. Porque la pregunta que nos hacemos es, si hay inestabilidad social, ¿hasta qué punto Venezuela va a tratar de intervenir? Y, si Venezuela va a intervenir, ¿nos tenemos que meter nosotros? ¿Cuál  va a ser la reacción de China y Rusia? Me imagino que todo esto ya se debe estar hablando por detrás. Para mí el problema empieza después de que Fidel y Raúl ya no estén vivos, si no tenemos la tercera persona que esté preparada para tomar esa posición.

¿Y quién puede ser esa tercera persona?

Yo no creo que haya un Castro después de los Castro. Luego Yoani, Oscar Biscet, Vladimiro Roca o Martha Beatriz Roque son gente que los cubanos no conocen, a lo mejor en La Habana. Algunos opinan que Ramiro Valdés pueda ser esa tercera persona, pero él no se puede mantener en el poder sin Fidel y Raúl y además no tiene el apoyo de las FAR.

¿Así pues cualquier cambio implica que los que hagan ese cambio sean parte del castrismo actual?

Van a abrir, como han abierto ya la puerta económica. Estamos viendo como ellos mismos han permitido más espacio, por ejemplo, a la Iglesia Católica. Les han dado el espacio que el mismo gobierno no puede ofrecer, para que a las personas mayores y enfermos se les dé vivienda, comida o medicinas. Hasta un punto le dan espacio a la Iglesia pero tanto Fidel como Raúl lo último que van a dar es el poder. No son dictadores, son personas que creen en el poder absoluto y lo han mantenido así. Biológicamente se tienen que caer en algún momento, pero yo no veo a una tercera persona. Y esa tercera persona tiene que venir de la isla. El exilio está capacitado, pero no está completamente preparado porque hay muchas divisiones. Que caiga en Cuba una persona del exilio, ni que sea con buenas intenciones, no va a ser aceptado porque el pueblo no sabe con qué agenda viene esa persona.

Pero la mayoría del exilio ha partido a países democráticos y puede traer esta tradición a la Isla...

Llevamos en el exilio 52 años y todavía tenemos mucho que aprender sobre cómo participar y mantener una democracia. Aquí todavía el porcentaje de participación en las elecciones de las personas con derecho a votar es muy bajo. En cuanto al comportamiento del político, hemos visto en algunas elecciones que hasta han votado personas que murieron... así que todavía tenemos mucho que aprender, mi generación, que nació en Cuba y venimos de pequeños, y la de mis hijos. El cubano es un pueblo cansado de la política, lleva 52 años luchando y sigue la misma vaina en el poder, como diría Chávez. El exilio cometió un error porque lo que teníamos que hacer era ayudar al pueblo en vez de combatir al líder. También la política de las diferentes administraciones americanas no ha dado ningún resultado. Cuando juegas con alguien con sus reglas, nunca vas a ganar. Y ellos no van a jugar con tus reglas porque son las de una democracia reconocida internacionalmente.

¿Qué vías le quedan al exilio para ayudar al pueblo cubano?

La Iglesia Católica es una vía. Desde el exilio se están creando más puentes y comunicaciones entre el pueblo cubano, entre diferentes generaciones. Estoy a favor de los viajes a Cuba porque dan la oportunidad de hablar tú a tú, de llevar libros, abrir los ojos a los cubanos sobre lo que sucede en el resto del mundo. Cuando un joven recién llegado de Cuba me pregunta en clase que qué paso en Yugoslavia porque no sabe que se había dividido, me lo está diciendo todo. Así que una de las cosas importantes es la información al pueblo. Pero cuidado porque esto es como con los bebés, cuando le das la primera cuchara de comida te la escupe. Por eso debe ser poco a poco, darle demasiada información puede causar un trauma psicológico. Y esto ya está pasando porque los ocho millones que nacieron dentro de la Revolución se han dado cuenta de que el adoctrinamiento que se les dio en las escuelas, hoy en día es una contradicción, una mentira. Para el ser humano es difícil poder aceptar ese punto.

¿Un cambio de gobierno en Estados Unidos puede significar una marcha atrás de los viajes a Cuba?

En el mapa de los problemas de Estados Unidos, si yo estuviera sentado en la Casa Blanca o en el Departamento de Estado, Cuba no estaría ni en la lista de los 100 problemas más graves del país. Cuba no es un tema de interés nacional para Estados Unidos. Lo que preocupa a Estados Unidos de Cuba es que de pronto la gente se tire en lanchas para venir hacia aquí. Por el otro lado, el petróleo, que no ha sido algo que hayan podido desarrollar. Los Castro saben hasta dónde tiran la piedra y los hemos mantenido. Hasta la enfermedad diría que Chávez era más peligroso para Estados Unidos que los Castro.

En este contexto, ¿cabe la posibilidad de una revuelta popular?

Creo que sí es factible. La historia puede repetirse. Esta revolución empezó en Santiago de Cuba, donde hay una concentración grande de afrocubanos frustrados porque la Revolución les prometió mucho y no les ha dado nada. Hay racismo dentro de esa cúpula del poder. Nunca se le ha pedido a las FAR tirarse a la calle a tumbar una protesta o dar palos al pueblo, siempre han sido las fuerzas especiales en La Habana del MININT. Si se arma un arroz con mango en Santiago y se le pide al Ejército del Este salir a la calle a dar palo y pegar tiros, muchos creemos que no va a pasar. Esta es la primera vez que tenemos a tres generales de los tres ejércitos que no participaron en la Revolución. Ese coronel del ejército tiene el mismo problema de todo cubano para poner comida en la mesa de su familia. ¿Hasta qué punto Castro le puede prometer que se va a incorporar a la corrupción que ha existido por 52 años? Yo creo que sí existe la posibilidad de inestabilidad social y que puede haber un problema con las FAR. Algo parecido a lo que pasó en la URSS.

NOTA DE EL FANTASMA
El asunto planteado por el profesor universitario Andy Gómez, ha generado diversas opiniones en el exilio cubano aunque todas en desacuerdo por lo expuesto por él. No obstante, lo que expresa tiene el valor de un frío análisis del tema, una posibilidad en el futuro inmediato del país.
El castrismo, aparentemente es monolítico, aunque en la realidad son muchas las manifestaciones particulares dentro de su estructura totalitaria. Existe una silenciosa pugna por el poder entre aquellos que aguardan su oportunidad.
Ciertamente el régimen no cuenta con un “tercero” en la escala de mando de ese poder geriátrico y militar, se maneja extraoficialmente, la preparación del Coronel Alejandro Castro Espín como posible sucedáneo en el poder de la dinastía de los Castro; sin embargo, este vástago de Raúl no cuenta con el apoyo de importantes figuras del régimen y de los cuerpos armados y carente por completo del reconocimiento o conocimiento de la población.
Tras la inevitable muerte de Fidel y de Raúl Castro se producirá, lógicamente una conmoción dentro del aparato gubernamental. Con el deceso de ambos personajes, se aflojarán los controles fiscalizadores de la inteligencia sobre los mandos militares. Es posible que se nombre un capo provisional en el intento de estabilizar la situación política que deba producirse. Entonces se verá el surgimiento de las luchas de facciones. Se producirá un estado general de inestabilidad y las consiguientes manifestaciones de protestas populares.
Será el momento de la oficialidad de nueva generación, aquella sin conexiones con las lides de la Sierra Maestra. No hay que dudar que se produzca un acto de fuerza para que representantes de esa generación de militares asuman el poder.
Para garantizar el poder, las nuevas figuras se verán obligadas a realizar profundas concesiones y pactar con las principales figuras de la oposición y la integración de una Junta Cívico Militar de gobierno. Es creíble que bajo estas condiciones pueda aparecer un nuevo Nasser que no le quede más remedio que abrir cauces de tolerancia, sin abandonar el poder y permitir espacios de opinión libres.
La oposición podrá organizarse y actuar como factor de presión sobre los nuevos líderes movilizando a la población que al calor de los acontecimientos estará dispuesta a elevar sus reclamos y exigencias. El resto solo es especulativo.

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