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sábado, 8 de octubre de 2011

El espía en su laberinto

Mario J. Viera
El espía René González


Aunque sujeto a probatoria por tres años ya está en libertad el miembro de la Red Espía René González luego del cumplimiento de su condena a 15 años de prisión. De los cinco agentes que el castrismo reclama como héroes, González fue el que recibiera la condena más baja.
En la madrugada del pasado viernes abandonaba la prisión federal Marianna, en el condado de Jackson, Florida, la “Ciudad del encanto sureño” próxima al borde sur de los estados de Georgia y Alabama. En los exteriores del reclusorio le aguardaban sus dos hijas, Irma e Ivette, su hermano Roberto, y el padre, Cándido, así como su abogado, Philip Horowitz.
Impedido de regresar a Cuba por el momento, René González irá a refugiarse a alguna desconocida población. Parece que el espía teme algún acto en contra de su salud. Su figura se pierde ahora en el laberinto del anonimato. Su esposa Olga Salanueva, quien fuera también una de las integrantes de la Red Avispa, tendrá todavía que esperar por su regreso. Ahora dice que teme por la vida de él. ¿Acaso le estará ofreciendo la coartada al régimen de los Castro para su eliminación física y luego acusar como autores a los miembros del exilio cubano al que de manera peyorativa el castrismo denomina “mafia contrarrevolucionaria de Miami”? Quizá ya no le sea útil a los ancianos que dominan en Cuba para su propaganda a escala internacional. Tal vez le sea más útil muerto que vivo.
René González es la imagen hecha persona de la arrogancia y la prepotencia castrista, que se considera a sí mismo como un iluminado, como un redentor, como si en realidad fuera un héroe. Así lo demostró en la audiencia de sentencia denominando a los fiscales de hipócritas y se mostró altivo declarando que la forma en que había actuado se ajustaba “perfectamente a la conducta descrita en los estatutos” según los que fuera acusado. No sentía remordimientos a pesar de que cuatro hombres piloteando dos inermes avionetas fueran asesinados en pleno vuelo como consecuencia de la labor de información que la Red Avispa llevaba a efecto a favor de la dictadura castrista.
“...ni siquiera tengo derecho a pedir clemencia para mí”, dijo y luego agregó: “Me gustaría creer que ustedes (los miembros de la Corte) entienden por qué no tengo ninguna razón para sentir remordimientos”.
Ana Margarita Martínez, ex esposa del agente Juan Pablo Roque, describió la personalidad de González como “un gran mentiroso e hipócrita, es un embaucador, es una persona que cae bien y engaña a la gente, las usa para su beneficio, es el verdadero hombre nuevo que solo actúa en base a lo que conviene a sus intereses”.
Uno de los héroes de barro del castrismo. El gobierno de los Castro ¿cómo consideraría a un cubano que hiciera labor de espionaje en Cuba a favor de la CIA? Como héroe no le calificaría, sería visto como un traidor, como un vil mercenario y sería condenado sin cumplir con las garantías procesales, si no a la pena de muerte, a largos años de prisión conviviendo entre criminales comunes de la peor ralea.
René González es ciudadano americano por nacimiento. Había nacido el 13 de agosto de 1956 en Chicago. Su familia, en 1961 se trasladó a Cuba donde González fuera criado. La educación que recibiera estuvo marcada por la politización de la enseñanza que reciben todos los nacidos en Cuba a partir de 1959. Allí se fue formando como el “hombre nuevo” al que aspiraba el sanguinario Ernesto Guevara.
Luego de participar en la guerra de Angola, González se hizo piloto en la Escuela de Aviación Carlos Ulloa, llegando a ser jefe de escuadrilla en la base de San Nicolás de Bari y jefe de la sección de deportes aeronáuticos, según la biografía oficial que divulgó el gobierno de Cuba.
Su viaje a Estados Unidos fue organizado por la Seguridad del Estado. Se aprovecharía de su condición de ciudadano americano. En diciembre de 1990, poco después de alcanzar la militancia en el Partido Comunista llegaría a los Estados Unidos a bordo de una avioneta de fumigación supuestamente robara. De inmediato hizo gestiones para traer a su esposa quien a su vez sería otra de las colaboradoras de la Red Avispa.
Muy pronto logró penetrar la organización Hermanos al Rescate aprovechando su capacidad como piloto.
Su vocación de chivato, bien desarrollada en Cuba, le llevó a convertirse en informante de la DEA. Según martinoticias, fue casi rutinario que los espías cubanos establecieran relación con las agencias federales a las que suministraban información sobre las organizaciones de exiliados. Y lo que es más importante sus delaciones no eran gratuitas; ¡todos recibían pago por los chivatazos!
Cumpliendo instrucciones de la Seguridad del Estado los agentes infiltrados enviaban cartas anónimas amenazantes a personalidades políticas de Estados Unidos y, en ocasiones firmadas falsamente por figuras del exilio, como hace notar martinoticias.
Luego de varios años de investigaciones del FBI finalmente sería detenido en 1998 junto a sus cómplices Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González. En el 2000 su esposa era detenida por su participación en las actividades de la Red Avispa y luego deportada.
A las prepotentes afirmaciones del espía y delator para la DEA y el FBI René González durante la audiencia de sentencia, la jueza actuante rechazó sus argumentos diciendo que sus “creencias personales no justifican su conducta criminal”, y precisó que “los actos terroristas de otros no pueden ser excusa para los actos ilícitos o ilegales de este acusado o de cualquier otro”. Además le recriminó a González el haberse aprovechado de su condición de ciudadano para entrar y vivir en Estados Unidos, al servicio de la dictadura comunista “...su reclamación del estatus [de ciudadano] no fue para buscar la libertad ni el derecho inalienable de buscar la felicidad. Su propósito al afirmar su ciudadanía de Estados Unidos para volver a entrar y vivir en Estados Unidos, fue para servir a un amo diferente”. Técnicamente podría haber sido juzgado por traición a la patria al servicio de un estado enemigo.
Quizá cuando regrese a Cuba todavía subsista, aunque precariamente, el castrismo; pero un día, cada vez menos lejano, la nación cubana se liberará del cáncer que representa el totalitarismo fascista-comunistóide que conduce la gerontocracia de los hermanos Castro, entonces ¿qué será del héroe de barro del castrismo? Quedará reducido a la triste condición de un paria,  de un apátrida.

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