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martes, 4 de octubre de 2011

"Comer, vestirse y tener esperanza" resulta la meta inalcanzable para el cubano promedio

martinoticias.com

Cuba padece una pobreza sin linderos: se extiende del dormitorio a la cocina, del baño a los balcones, de los patios a las fachadas. Está por todas partes. El vaso huérfano de detergente, la pared olvidada de pintura, la cama de sábanas percudidas, la olla engalanada de tizne, el corazón lleno de angustia, puede leerse como introducción de una fotogalería aparecida en martinotcias.com.

Parecería exagerada la reseña si Tony, un reparador de joyas que el diario El Nacional de Caracas entrevistara en La Habana no hubiera asegurado este martes que “Esto no tiene nada de próspero. Además, yo no tengo permiso para fabricar y vender prendas, sólo puedo reparar... Sirve algo para el sustento, pero no te saca de la miseria.

-¿Tiene ilusiones? –le ha preguntado el diario a Tony- y este ha respondido: “Claro, como todo ser humano. Que la vida sea un poco menos dura, con más oportunidades para mejorar, que el negocio funcione. Pero vivimos en una crisis muy grande; hasta donde me alcanza la vista, no tiene remedio".

Podría resultar increíble si el periodista cubano Miguel Iturria Savón no hubiera escrito en Cubanet: “No es agradable tropezar con personas que al caminar exhiben su miseria sin proponérselo. La llevan en el rostro, en la ropa sucia y descosida, en los zapatos, el peinado y hasta en el alma. Salvo excepciones, parecen zombis insepultos, espectros bajo el sol en las calles de nuestras ciudades. Nadie como ellos revela la crisis y la falta de oportunidades del país”.

Parecería de mala fe, si en el mismo reportaje del El Nacional, Maricel Trujillo, una vendedora por cuenta propia, no hubiera afirmado: “Mis ventas no compaginan con lo que tengo que pagarle al Estado. La semana pasada apenas gané 90 pesos (3 dólares)".

Con tres hijos adolescentes que dependen de ella –ha apuntado El Nacional-, Maricel suspira y saca una rápida conclusión: "Esto antes me daba para vivir, ahora no. A veces no nos alcanza ni para comer”.

Podría dudarse si Mario J Viera, no hubiera asegurado en un artículo publicado en Cubanet: “La pobreza en Cuba ha igualado a todos los cubanos con la excepción de la élite gobernante. Como su consecuencia natural ha crecido el ejército de mendigos, ha crecido la prostitución, ha crecido la desesperación de todos. Lo que es representativo de un sector determinado de cualquier país es en Cuba la generalidad, la realidad cotidiana”.

Resultaría tendencioso si Iturria Savón no hubiera agregado en su artículo: “La pobreza es mayor de lo que suponemos. Basta con mirar la presencia gris de quienes caminan sin rumbo. A esa legión de seres alienados por el hambre, víctimas de la desproporción entre el salario y los precios de las mercancías, no solo pertenecen los mendigos, los locos sin apoyo estatal, los borrachos que deambulan de la casa al bar y los viejitos cuya pensión mensual les dura una semana”.

Podría no creerse si Alejandro un bicitaxita habanero, bañado de sudor, no hubiera asegurado a El Nacional: "¿Qué es lo más difícil de vivir aquí? la comida, chico; comer, vestirse, tener esperanza", dice con elocuencia mientras pedalea. "Un día te metes la cuchara en la boca y piensas si mañana lo podrás hacer. Pregúntele a quien quiera aquí y le dirán lo mismo, míster".
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