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lunes, 29 de agosto de 2011

Sin justificación empleo de armas letales.

Mario J. Viera

Un adolescente cae abatido de muerte por una bala que le golpea en el pecho. El hecho se produjo durante las manifestaciones de la CUT. El adolescente, un muchacho de 16 años llamado Manuel Gutiérrez. Mientras caminaba en compañía de un hermano en dirección a una pasarela en la comuna Macul, la muerte vino a su encuentro.
Todas las evidencias que hay del caso apuntan hacia los carabineros; la bala extraída del cuerpo sin vida corresponde a la de un arma que poseen los carabineros. Jaime Rodríguez, vocero de la Corte Suprema declara con preocupación: “Carabineros está armado. No es tranquilizador que ocupen el armamento contra la población civil”.
Y el Ministro de Interior chileno, Rodrigo Hinzpeter declara categóricamente: “si es que se comprueba la tesis de que hay un funcionario de carabineros que puede haber tenido participación en los hechos, tendrá que responder ante la ley, ante la justicia, con todo el rigor que las normas legales llevan implícitas porque sería inaceptable que un carabinero se separe de lo que son las normas profesionales con que ellos deben actuar, y pueda causarle la muerte a un compatriota”.
¿Se pudo haber evitado la muerte del joven Gutiérrez? ¿Se pudo haber evitado que se cuestionara al cuerpo de carabineros en relación con esa muerte? Sí, definitivamente sí.
Y esta afirmación se puede ratificar por el hecho de que los carabineros, durante las protestas estudiantiles y el ataque de encapuchados arrojándoles piedras estuvieran armados con armas letales. Nada justifica que las fuerzas del orden, en casos de protestas de civiles desarmados estén equipadas con armamento que puedan causar la muerte. Las armas letales, valga la redundancia, se emplean para matar, no para persuadir.
Se abre la investigación por los fiscales a cargo. Se dice que un oficial reconoció que ese día hizo disparos al aire. ¿Fue él quien causó la muerte de Manuel Gutiérrez? Las investigaciones pertinentes dirán si fue él quien lo hizo o si fue otro el que apretó el mortal disparador. Sin embargo hay una muerte; la muerte de un joven en la flor de la esperanza de su vida.
Se acumula fuego sobre la cabeza de Piñera y de su gobierno por esta muerte. En mal momento producida, cuando los ánimos pueden caldearse más.
La justicia dará su palabra final; pero el peligro de que pueda ocurrir otro incidente mortal no es descartable en tanto las fuerzas del orden utilicen armas letales durante las manifestaciones y las protestas y los actos de vandalismo.
No hay justificación alguna para equipamiento mortal; ni en Libia, ni en Siria y mucho menos; pero mucho menos en un país democrático como es Chile.

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