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viernes, 19 de agosto de 2011

La soberanía nacional y la próxima ola represiva

No hace falta dar tanto rodeo ni que algún plumífero del Granma o los corifeos del Sanedrín se encarguen de recordarnos que la fascistoide Ley 88 está ahí
Luis Cino Álvarez

LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org – “Nada que atente contra la soberanía nacional puede quedar impune”, decía un encabezamiento del periódico Granma el pasado 30 de julio. Nada más leer el título  asusta y da mala espina.

El  artículo “informa” -si es que se puede llamar informar a lo que hace el órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista, que es referirse a lo que autorizan  Los Jefes, exactamente de la forma que deseen que se haga-  del análisis que hizo la Comisión de Relaciones Exteriores de la Asamblea Nacional acerca de la liberación por su homóloga del Senado norteamericano de los 20 millones de dólares de ayuda a la disidencia interna en Cuba.

Hay que desconfiar de los teje-manejes (des)informativos del periódico Granma. ¿Será el tal Oscar Sánchez Serra que firma el artículo un periodista  del órgano oficial del Comité Central del PCC?  ¿Existirá alguien con ese nombre  en los medios oficiales?  Porque es sabido que los temas de seguridad nacional no se encomiendan a cualquier plumífero.

El límite de tolerancia de la dictadura con los opositores obviamente  no es una de las pocas atribuciones de la aburrida y monocorde Asamblea  Nacional. Mucho menos  de la prensa oficial,  que  tiene más o menos las mismas características de la Asamblea del  Poder Popular, que de tal sólo tiene el nombre, por mucha mayúscula que le pongan.
Lo que Granma está autorizado a informar sirve para intentar adivinar por donde vendrán esta vez los tiros. Y da mala espina. No queda otro remedio que pensar en la próxima ola represiva cuando los mandarines hablan de soberanía nacional según el  concepto decimonónico en que ellos la entienden.

En el artículo  se evoca  el castigo  que enfrentaría, según las leyes federales, el ciudadano norteamericano que recibiera dinero de un gobierno extranjero. Lo cual, por cierto, no parece ser el caso, por ejemplo, de los Pastores por la Paz, Gloria de la Riva y  los comités por la libertad de los Cinco, los marihuaneros de la Brigada Venceremos, el periodista Lázaro Fariñas (más combativo en Miami que sus colegas habaneros) y el compañero Andrés Gómez y su brigadita floridana de respuesta rápida. ¿O alguien cree que los cabildeos, los votos y la solidaridad no implican  dinero y otros favores que también cuestan –y mucho- al gobierno cubano  y  su vicaría  de Caracas?

No hace falta dar tanto rodeo ni que algún plumífero del Granma o los corifeos del Sanedrín se encarguen de recordarnos que la fascistoide Ley 88 está ahí, aceitada y afilada, escuchando la conversación.

En Cuba, sobran los mecanismos legales para reprimir. Ahora que en la “normalidad” raulista, además de remendar el modelo económico, se esfuerzan en que Cuba empiece a parecerse  un poco a los países del ALBA, capaz que los mandarines verde-olivo sigan las experiencias de Rafael Correa y  Hugo Chávez y en lugar de  primaveras negras, amparados en la legalidad socialista (¿cuál otra si no?), empiecen a procesar a disidentes y a meterlos en la cárcel por difamación, desacato, o lo que es peor, ¡horror de los horrores! por recibir dinero proveniente de la USAID. Y será una represión institucionalizada, con todas las de la ley. Poco tendrán que objetar los que están locos por creerse el cuento de que Cuba se encamina a pasitos cortos rumbo a la democracia. A fin de cuentas, la soberanía nacional es algo muy serio.

Si nos vamos a parecer tanto al resto de Latinoamérica, no sólo en la corrupción administrativa, los barrios de indigentes y  los timbiriches,  va y sin que se pueda probar que sea culpa del gobierno, hasta empiecen a aparecer  periodistas independientes muertos  en las cunetas. Como en México, Honduras o Colombia.

Luego que no digan que nadie advirtió del peligro de dar pretextos a la dictadura para reprimir a sus anchas y  alegar luego que está en su derecho a defenderse.

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