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lunes, 30 de mayo de 2011

¿Tendremos que declararnos “indignados”?

La amenaza de las figuras del Tea Party contra los más necesitados a favor de los más ricos y de las aseguradoras.


Marco Rubio: Medicare a la picota
Daniel Shoer Roth. EL NUEVO HERALD.

Cada vez que Marco Rubio, nuestro joven senador estrella, invoca la historia de sus padres inmigrantes para resaltar sus esfuerzos por alcanzar el Sueño Americano, hay que prepararse para lo que viene, porque es el aperitivo de un plato mal condimentado.
En su exitosa campaña por el Senado, se valió de su origen étnico para promover el nacionalismo antiinmigrante y la patriótica idea de declarar el inglés idioma oficial de Estados Unidos, como si él proviniera de una dinastía británica.
Esta semana, Rubio, republicano por la Florida, nuevamente invocó el esmero y la fragilidad de sus padres para endulzar su agria decisión de respaldar un radical plan en el Congreso para desmantelar el Medicare, el programa de seguro médico a jubilados, con miras a reducir la enorme deuda pública.
La propuesta del presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara, Paul Ryan, republicano por Wisconsin, fue derrotada el miércoles en el Senado con 57 a 40 votos, entre ellos el de Rubio, quien llegó al poder, irónicamente, gracias al apoyo de los beneficiarios del Medicare en el sur de la Florida.
A grandes rasgos, Ryan pretendía reemplazar el Medicare, en que el gobierno paga los gastos médicos a los proveedores de los servicios, con un sistema de cupones en el que, en efecto, a partir del 2022 daría a los jubilados cupones por montos mensuales fijos para buscar cobertura médica en el mercado privado, abandonándolos a su suerte.
Un análisis de la Oficina de Presupuesto del Congreso, entidad no partidista, concluyó que el valor de un cupón en el 2030 sólo cubriría un tercio del costo de una póliza de seguro privada equivalente al Medicare. Consecuentemente, el plan privaría a la mayoría de las personas de la tercera edad de una asistencia médica completa.
Rubio afirmó que jamás privaría a su octogenaria madre cubana de los beneficios del Medicare. También alegó que la propuesta sólo afectaría a los ciudadanos que hoy tienen menos 55 años.
No es cierto, los ancianos también se verían afectados, porque la propuesta Ryan incluía la eliminación inmediata de la Ley de Servicio Médico Asequible, que el presidente Barack Obama promulgó el año pasado.
Antes de la reforma, la Parte D del Medicare solamente cubría los primeros $2,830 en gastos de medicamentos con receta. Una vez que el beneficiario llegaba a ese límite anual, debía pagar los medicamentos de su bolsillo hasta alcanzar los $6,900, fase conocida como “el hueco”, lo que muchas veces hacía que la persona tomara menos de la dosis prescrita o sencillamente no tomara la medicina. A partir de ese monto, el gobierno reanudaba los pagos.
Después de promulgarse la ley, más de tres millones de personas mayores recibieron un cheque de $250 para pagar sus medicamentos si sobrepasaban el límite; los que caen en el hueco reciben un descuento del 50 por ciento. Se calcula que en el 2020 el agujero desaparecerá por completo.
Y para los menores de 55, ¿qué nos depara el futuro si Ryan y Rubio vuelven a proponer un plan similar? ¿Nos tocará gastar los ahorros en una etapa de la vida en que por naturaleza sufriremos más problemas médicos?
No cabe duda que el Medicare no puede seguir administrándose como ahora, con gastos exorbitantes, y un informe reciente muestra que se quedará sin fondos para el 2024, cinco años antes del pronóstico anterior.
Sin embargo, la solución no es desmantelarlo. De hecho, cinco republicanos votaron el miércoles contra el plan Ryan.
Lo que molesta es el argumento de que los ahorros de la reducción de gastos médicos se dedicarán a reducir el déficit, cuando en realidad irán a pagar las reducciones de impuestos a los ricos. El plan Ryan, en efecto, conduciría un déficit y una deuda mayores, según la Oficina de Presupuesto del Congreso.
Tras la derrota del miércoles, la batalla republicana cambiará de frente, del Medicare al Medicaid, el programa de asistencia médica a millones de personas vulnerables, entre ellas los niños pobres y enfermos. El plan Ryan contempla reducir los fondos federales al Medicaid en 44 por ciento en un plazo de 10 años.
Probablemente Rubio volverá a usar el ejemplo de su familia para generar empatía antes de poner en la picota al Medicaid.
Recientemente, el joven senador fue criticado por el alcalde de Miami, Tomás Regalado, y otros líderes comunitarios, por no apoyar una medida de flexibilización de fondos federales que promueven desarrollo económico y beneficios sociales en barrios pobres.
Hacía falta flexibilidad para poder mantener abiertos los comedores de ancianos, que están bajo amenaza del gobernador Rick Scott, quien esta semana redujo $300,000 al presupuesto para el Centro de Nutrición y Actividades de La Pequeña Habana.
Ya es hora de que Rubio se ponga del lado de su gente.

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