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lunes, 23 de mayo de 2011

Managua, un pueblito habanero.

Mario J. Viera
Managua
Si Ud. trata de buscar información sobre un pequeño pueblo habanero de nombre Managua, no le será fácil en la internet. Con ese nombre hay más datos sobre la capital de Nicaragua que con respecto a esta pequeña población habanera.
En la carretera que conduce desde La Habana a Batabanó, a unos 25 km al sudeste de la capital se levanta el pueblo de Managua. Un pueblo humilde que pese a los estragos del vendaval rojo que ha azotado a la isla por más de 50 años, no carece de encantos y se mantiene vivo su ambiente bucólico.
Su principal industria hoy por hoy son las unidades militares enclavadas en su territorio principalmente una división de tanques de guerra y las unidades militares 1011 y la 3094. Antes era la agricultura.
Managua fue fundada al pie de las Tetas de Mangua, dos colinas jimaguas de 210 metros de altura que representan su paisaje geográfico más destacado. Hoy esas lomas se encuentran enclavadas dentro de territorio militar, donde se abren túneles para proteger armamentos. La fecha de su fundación se remonta al año de 1730 sobre los terrenos de la hacienda o corral de Managuano, o Managua que había sido propiedad del sacerdote español D. Matías de León Castellanos.
Las Tetas de Mangua

El buen cura construyó en el lugar una ermita donde a su alrededor construyeron sus viviendas colonos provenientes de La Habana. Hoy, con la nueva división política administrativa que el régimen castrista implantó en 1976, Mangua forma parte del Municipio Arroyo Naranjo.
En 1812 fue bendecido el pueblo y se designó a San Isidro Labrador como su patrón, tal vez por la característica agrícola de su zona. La fiesta del santo patrón es el 15 de mayo; fiesta que antes era celebrada durante tres días con bailes populares, tómbolas y una procesión. Estas festividades fueron suprimidas después del año de 1959. Recientemente se han permitido estos festejos pero sin el brillo de aquellos años anteriores al derrocamiento del gobierno de Fulgencio Batista.
La iglesia parroquial fue erigida en el año de 1862.
Iglesia San Isidro Labrador

Su población actual se calcula en algo más de 19 500 habitantes.
Managua, calle principal

Particularmente guardo un grato recuerdo de Managua. Fue allá por 1998, Lázaro González, Amarilis Cortina, José Antonio Fornaris y yo habíamos fundado la agencia de periodismo independiente Cuba Verdad. Teníamos dificultades para trasmitir vía telefónica nuestras crónicas hacia Cubanet cuando recibimos la acogida de una señora de Managua que nos ofreció el uso de su teléfono. Viajábamos a Managua semanalmente en un detestable y atestado ómnibus. Nos bajábamos a la entrada del poblado y caminábamos a pie algo más de un kilómetro para ir hasta la casa de la valiente señora que se atrevía a enfrentarse a la Seguridad del Estado ofreciéndonos el servicio de su teléfono.
Los años han transcurrido con todas sus inquietudes y con todas sus esperanzas aun aguardando la llegada de un nuevo día para Managua y para toda Cuba. La vida nos separó. Lázaro y yo partimos al exilio. Amarilis y Fornaris permanecen en Cuba. Los recuerdos vienen a nuestro encuentro y nos asalta desde las líneas de la crónica firmada por Amarilis sobre la última fiesta del patrón de Managua, San Isidro Labrador.





Las fiestas de Managua

Amarilis Cortina Rey
LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) – De nuevo el 15 de mayo los vecinos de Managua, en esta capital, llevaron al santo patrón del pueblo, San Isidro Labrador, a peregrinar por la manzana donde, en una de sus calles, se levanta la iglesia católica, único espacio en el que el gobierno permite reunirse a los ciudadanos. Con una pequeña banda de música, un altoparlante para dirigir las oraciones y un séquito de niños junto a los representantes de la iglesia, la muchedumbre conmemoró la fundación del pueblo, en la misma fecha, del año 1730.
La procesión terminó en el parque, frente al templo, con el tañido ininterrumpido de las campanas, y dio paso a la misa con que finalizó la actividad religiosa.
Dos días antes el pueblo se vio invadido por las tarimas de los vendedores ambulantes. Como en una especie de tregua, aprovechan para mostrar su mercancía. Ni policías, ni inspectores se preocupan por lo que en otro momento se consideró una actividad ilícita. Allí se pusieron a la venta confituras, baratijas, gafas de sol, y golosinas.
También, por estos días, algunos residentes del pueblo alquilan sus portales a vendedores de otras localidades. Por lo que es común ver alguna ropa, falsificaciones de reconocidas marcas, con diseños atractivos para los jóvenes, expuestas en una tendedera de extremo a extremo del portal.
En este ambiente de comercio y religión, también se observó un incremento en la venta de productos de la empresa gastronómica del Estado.
Guillermo Aranda, managüense de pura cepa, se mostró sorprendido por la venta de pollo ahumado y comentó: “Lo que hace falta es que lo vendan siempre y no sólo los días de fiesta; aunque a decir verdad, se acabó enseguida, muchos se pusieron en la cola, y no todos alcanzaron”.
Para los niños hubo varias atracciones, entre ellas dos carretones tirados por chivos, con los cuernos pintados de naranja y violeta. En estos carretones los infantes podían pasear sentados en improvisados bancos, guiados por el dueño del carricoche, que los movía con una cuerda. El recorrido que comprendía dos cuadras costaba tres pesos en moneda nacional.
Pero la atracción mayor de estas celebraciones fue la de un músico aficionado, quien llegó al pueblo unos días antes de la fecha empujando un carretón preparado con improvisados instrumentos de percusión. En los laterales de la pequeña “carroza” se leían varios letreros, entre ellos: “Aquí puede llegar, pero no se pase”.
Luis Ernesto, conocido por Luisito, nació en Bayamo, provincia Granma, pero dice que hace mucho reside en la capital. Cuenta que ha viajado por varios municipios con su carroza y su música. Lo acompañan siempre su esposa y una hija, quienes también forman parte del coro cuando Luisito comienza a sonar la corneta, los tambores y los platillos. Por algo se denomina a sí mismo “El hombre orquesta”.

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