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martes, 31 de mayo de 2011

¿Los mártires se destierran?

Odelín Alfonso Torna
LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) – En pocos días partirá al exilio, con 12 de sus familiares más allegados, la madre del mártir cubano Orlando Zapata Tamayo, prisionero político que murió el 23 de febrero de 2010, después de 86 días en huelga de hambre. Los restos de Zapata Tamayo serán exhumados por voluntad de sus familiares, que se los llevarán también al destierro.

Reyna Luisa ha reiterado que no viajará a Estados Unidos sin los restos de su hijo.

Obviamente, Seguridad del Estado nunca pondría reparos a la exhumación de Orlando Zapata Tamayo, aunque se niega a entregar el certificado de defunción a los familiares, documento que por derecho les pertenece.

La polémica decisión de Reyna Luisa Tamayo, en cuanto a llevarse consigo los restos del mártir, ha suscitado diversas opiniones dentro de la sociedad civil.

Algunos disidentes sostienen que para quienes viven acosados constantemente por las turbas progubernamentales, optar por el asilo político es algo razonable. Pero, en el caso particular de Reyna Luisa Tamayo, exhumar y sacar de Cuba los restos de quien murió por exigir mejores condiciones para los reos cubanos, les parece irreverente. Para ellos, ni siquiera el dolor por la pérdida de un hijo, las humillaciones, los maltratos psicológicos y las golpizas por parte de la policía política, justifican tal decisión.

Otros piensan diferente. En opinión de José Antonio Fornaris, colaborador habitual de Cubanet y el semanario Primavera Digital, con quien conversé sobre el tema: “No tiene sentido dejar los restos en Cuba si toda la familia se va. Esto sería utilizado por el gobierno como un arma política; dirán que lo único que le importaba a Reyna Luisa y la familia era emigrar”.

De cualquier manera, una vez exiliados los familiares de Zapata Tamayo y los restos, es muy probable que la prensa oficial trate de desacreditar a la familia. Reiterarán que el imperio fabricó al mártir e inventó los actos de repudio cada domingo de misa y caminata pacifica en su honor. También que los familiares, mercenarios a sueldo según el régimen cubano, corrieron tras los dólares del enemigo.

Hasta cierto punto, es comprensible la controversia y las críticas de algunos, que censuran la decisión de Reyna Luisa Tamayo de emigrar a los Estados Unidos y llevarse con ella las cenizas del mártir, una figura importante, un símbolo, casi un estandarte de la causa opositora. No obstante, hay que tener en cuenta las condiciones que impone un régimen totalitario como el que impera en Cuba.

Existiendo la posibilidad de marcharse al exilio y vivir en libertad, ¿se le puede exigir a esta familia que no lo haga y permanezca en Cuba,  además de cercada por el infortunio, siendo objeto constante de represión? ¿Qué futuro tendrían en la Isla los otros hijos y los nietos de Reyna Luisa Tamayo?

La valiente mujer ha denunciado en reiteradas ocasiones, que a su hijo le negaron el agua durante 18 días una vez iniciada la huelga de hambre. ¿No es ese motivo suficiente para querer huir de las entrañas del monstruo en que vivimos y todo lo que se lo recuerde?

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