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sábado, 14 de mayo de 2011

Los cínicos no tienen cabida en el periodismo, pero algunos son galardonados.

Mario J. Viera. 

Carmen Lira en entrevista a Castro
La Sra. Carmen Lira Saade, se hizo conocida internacionalmente por la entrevista que le hiciera a Fidel Castro en agosto de 2010, cuando este se declaró “responsable  de la persecución de homosexuales que hubo en Cuba”. Al publicar la entrevista en el diario LA JORNADA, Lira dedicó palabras de afecto hacia el dictador cubano. Refiriéndose a la enfermedad que le hiciera abandonar el poder, la directora general de LA JORNADA dijo: “La conmoción sacudió a la nación entera, a los amigos de otras partes; hizo abrigar esperanzas revanchistas a sus detractores, y puso en estado de alerta al poderoso vecino del norte. Era el 31 de julio de 2006 cuando dio a conocer, de manera oficial, la carta de renuncia del máximo líder de la Revolución cubana”.
Y Castro la denomina “compañera”.  El artículo en que resumía la entrevista de cinco horas no solo fue publicado íntegramente en LA JORNADA, sino también encontró espacio en Cuba Debate, la página oficial del gobierno de Cuba que recoge las reflexiones de Castro, como estas encuentran cabida en las páginas de LA JORNADA.
El 9 de diciembre el periódico que regenta Carmen Lira reportó el Premio Nacional de Periodismo que le concediera el Club de Periodistas de México por la entrevista que le realizara a Fidel Castro. El pasado viernes (13 de mayo), Carmen Lira recibe un nuevo reconocimiento, esta vez por “su compromiso ético con la ‘revolución’ cubana” condecorada con el máxima galardón que concede la oficialista Unión de Periodistas de Cuba, la distinción “Félix Elmuza”, la misma con que se reconociera el trabajo subterráneo de agentes encubiertos de la Seguridad del Estado infiltrados en la oposición cubana y el periodismo independiente.
El presidente de la UPEC condecora a Carmen Lira

Tiene méritos a favor del totalitarismo la directora general de LA JORNADA, como que emprendió una campaña apoyo en 2003 a la represión que en Cuba llevó a la cárcel a 75 cubanos entre opositores, disidentes y periodistas independientes. Y así lo recalcó José A. Martín Pulido, vicepresidente primero de la UPEC. Y Carmen Lira Saade agradece el premio y dice: “Una revolución acosada, sitiada, nunca será atacada por nosotros, ratificó en su momento Carlos Payán, director fundador de La Jornada. Y esa es la línea que ha prevalecido en nuestra comunidad y que se respeta. En ella nos formamos y en ella nos desarrollamos”.
Mordaz es contra Estados Unidos que desde la declaración del socialismo en Cuba, en 1961, “por una supuesta defensa de la seguridad nacional, el imperio más poderoso que el mundo ha conocido, tejió una espesa y perversa red de criterios, paranoias y abusos de poder contra la isla rebelde”.
El compromiso “de identidad” que dice tiene con el castrismo el periódico LA JORNADA y agrega: “Se trata simplemente de una convicción, de un acto de fe en el periodismo, nuestro oficio, un oficio que, como decía el gran periodista polaco (Ryszard) Kapuscinski, “no es para cínicos.”
Sobre la entrevista que le hiciera a Fidel Castro, la que le ganó un premio del Club de Periodistas de México, dice la laureada que “representaba el acercamiento al hombre que dirigió la gesta revolucionaria más importante de la segunda mitad del siglo XX. La que no sólo marcó nuestras vidas, sino que representó la realización de un sueño libertario, el sueño de humillados y ofendidos del mal llamado subcontinente americano. Cuba ha sido y sigue siendo para una gran parte de mi generación, un desafío de orden ético contra los convencionalismos de la época.”
Mal hace ella en citar a Kapuscinsky, maestro de periodistas. Kapuscinsky como anotara Manuel Laguinechi en el periódico EL PAIS con motivo de su muerte “leía lo que pocos eran capaces de leer, veía lo que pocos eran capaces de ver; y estaba guiado por la compasión, por su amor hacia los pueblos abandonados, por un sentido de la solidaridad propio de su ética del periodismo. Con razón decía que para ser reportero hay que ser buena persona. Nada del sarcasmo o del cinismo afloraba en él, lo deploraba. Un reportero no podía ser cínico, decía, o poco piadoso, con la gente y con la realidad, con los marginados”.
Y Joaquín Estefanía, también de EL PAIS recuerda que un joven le preguntó a Kapuscinsky cuál era el principal riesgo que corre el periodista en el ejercicio de su profesión, el periodista polaco le respondió: “el principal peligro es la rutina. Uno aprende a escribir una noticia con rapidez, y a continuación corre el riesgo de estancarse, de quedarse satisfecho con ser capaz de escribir una noticia en una hora, convencido de que eso es todo lo que requiere el periodismo. Ésta es una visión nefasta de la práctica profesional. El periodismo es un acto de creación”.
Para el genial reportero, el periodista tenía algo de historiador, de cazador de lo que se esconde detrás de la noticia, de lo cotidiano; por eso dice en su libro Los cínicos no sirven para este trabajo: “(...)...ser historiador es mi trabajo (...) estudiar la historia en el momento mismo de su desarrollo, lo que es el periodismo (...) Todo periodista es un historiador. Lo que él hace es investigar, explorar, describir la historia en su desarrollo. Tener una sabiduría y una intuición de historiador es una cualidad fundamental para todo periodista. (...) en el buen periodismo, además de la descripción de un acontecimiento, tenéis también la explicación de por qué ha sucedido; en el mal periodismo, en cambio, encontramos sólo la descripción, sin ninguna conexión o referencia al contexto histórico. Encontramos el relato del mero hecho, pero no conocemos ni las causas ni los precedentes. La historia responde simplemente a la pregunta: ¿por qué?”  
Para él una cosa es ser escépticos, realistas, prudentes, como le explicara a un estudiante de periodismo, “algo muy distinto es ser cínicos (...) El cinismo es una actitud inhumana, que nos aleja automáticamente de nuestro oficio”. Exigía que en el ejercicio del periodismo había que “…comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. (...) Es una cualidad que en psicología se denomina “empatía”.
En su visión ampliadora de la realidad periodística, que analiza el modo de vida, la manera de pensar de cada uno de los implicados en un acontecer noticioso “…nadie tiene más derecho de ciudadanía que los demás”. “no hay periodismo posible al margen de la relación con otros seres humanos
En El Periodismo como pasión, entendimiento y aprendizaje escribe Kapuscinsky: “Debemos ser cazadores furtivos de otros campos: filosofía, sociología, psicología, antropología, literatura... Y profundizar en los temas. Hacerse sabios. Todo ello con el afán de hacer ver al lector”.
Kapuscinsky condenaba la manipulación del periodista. Prefería perseguir la noticia en soledad con tal de no ser influenciado por otras opiniones: “La otra cosa que hago y que considero también importante para un reportero es viajar solo. Es importante ver el mundo que se investiga y penetra con los ojos propios. La presencia de otra persona influye sobre nuestra percepción del mundo. Sus gestos, sus comentarios, cambian esta limpia relación entre el reportero y el mundo que lo rodea”.
Había nacido en Polonia y ejercido el periodismo bajo el régimen comunista impuesto por la Unión Soviética en su país. Sobre esas condiciones escribió:
“No fue fácil trabajar bajo el régimen socialista. Polonia era un país más pobre que Checoslovaquia o Hungría y para balancear esa situación teníamos más libertad que en Rusia, que entonces se llamaba Unión Soviética. Muchos rusos aprendían polaco para leer nuestra prensa, porque comparada con la de ellos era libre. Incluso en los años 80, durante la época del movimiento solidaridad, nuestra prensa fue prohibida en la URSS.
“En estos países socialistas había que conocer los complicados mecanismos de la censura. Había períodos en los cuales la censura era blanda y otros en los cuales es muy dura. Entonces, si uno tenía experiencia y conocía los mecanismos, sabía en qué momento podía publicar algo y cuando no.
“Existían varios tipos de prensa, una era oficial que publicaba todo con censura en periódicos, radio y televisión. Pero teníamos dos prensas sin censura no oficiales, una clandestina y otra que se publicaba de manera restringida a dirigentes y funcionarios. Allí también se publicaba todo, porque a la clase dirigente le interesaba estar bien informada, por eso permitían publicar todo, aunque no se podía vender oficialmente en los kioscos sino a través de vendedores clandestinos”.
No le interesaban los poderosos, los máximos líderes; el poderoso es “un tipo de gente que no te puede decir nada interesante, sólo te dice cosas burocráticas”.
El periodismo oficialista de Cuba es la negación de todos los postulados de Ryszard Kapuscinski, por su mediocridad, su falta de calor, su falta de profundidad, manipulado desde el Comité Central, rutinario. Es la voz en eco del poder.
La ideología corrompe el pensamiento libre, autónomo, natural. Doña Carmen Lira Saade, no ha hecho lo que hacía Kapuscinsky, no se ha adentrado en el seno del pueblo cubano. Alaba un sistema sin conocer, o sin conocer la verdad que se encierra en cada casa ruinosa de La Habana, en cada oscura calle, en los sentimientos del pueblo. No se ha acercado jamás a ningún opositor cubano para ver qué piensa, qué siente, cómo concibe el mundo que le ha tocado vivir. Ella solo se ha acercado al poder.

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