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martes, 10 de mayo de 2011

Cuba: ¿La Iglesia al servicio del poder?

Mario J. Viera. 

¿Cuál es el tejemaneje del empurpurado cubano Jaime Ortega? ¿Servir como mensajero de los Castros? ¿Asumir el papel de cabildero a favor del régimen de Cuba?
El diario español ABC reveló, según fuentes seguras, que Jaime Ortega había viajado con la mayor discreción la pasada semana a Bruselas “para entrevistarse con distintas personalidades de la política europea.
De acuerdo con el diario, el propósito del cardenal era “explorar la situación de debate sobre la posibilidad la posición común del Consejo” que pone como condición para la normalización de las relaciones diplomáticas de la Unión Europea con Cuba la implementación de reformas democráticas por parte del gobierno de Cuba.
Alegando fuentes coincidentes, ABC indica que el mensaje de Ortega “estaría en la línea del que defendía el ex ministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel Moratinos en el sentido de valorar como un cambio la transición de funciones de Fidel Castro a su hermano Raúl”.
El cardenal no pudo reunirse con la Alta Representante Catherine Ashton, pero fue recibido por su segundo en la política exterior de la comunidad, Pierre de Boissieu, secretario general del Consejo.
Como una incidental el ABC agrega que el viaje de Ortega se produjo antes de la muerte del disidente Juan Wilfredo Soto como consecuencia de una golpiza que le propinaran policías de la ciudad de Santa Clara. Este acto de violencia policial “ha provocado una reacción de rechazo en diferentes instituciones comunitarias”, anotó el periódico español.
Los interlocutores del cardenal asevera el diario “constataron ciertas reticencias en su opinión del papel de los grupos de disidentes en el interior de la isla”.
Es bochornoso las manifestaciones del cardenal Ortega a favor del castrismo, como la invitación hecha a todos los fieles para que oraran por la recuperación de la salud del usurpador, su acercamiento al Departamento de Estado de los Estados Unidos para intentar un relajamiento de la política exterior de ese país con respecto al gobierno presidido por Raúl Castro, sin olvidar los ataque que contra la oposición interna lanzara la revista que controla el arzobispado de La Habana, Espacio Laical.
Tal vez, el cardenal quiera ganar un espacio a favor de la iglesia cubana por lo que se presta para hacer el papel de intermediario oficioso del gobierno que durante tantos años sometió a la Iglesia católica al silencio, que envió a numerosos sacerdotes a prisión y expulsó del país a muchos más. Si esta es la intención de Ortega, muy poco favor le estará haciendo a la iglesia católica; es someter a toda su institución a los pies del poder con olvido de la mayoría de sus feligreses, oprimidos, olvidados y burlados por los que detectan el poder ilegítimamente.
Jaime Ortega debiera cantar un mea culpa antes de celebrar la próxima misa; debiera declararse “yo pecador”, debiera exigir que se castigue a los culpables de la muerte de tantos menores que perecieron durante el asalto gubernamental al remolcador Trece de Marzo, debiera levantar su voz con la energía del Bautista, con la constancia de Pablo, con el sacrificio de Pedro y exigirle a los Castro que respeten los derechos civiles, humanos, políticos y sociales que merecen los cubanos y no andar trotando por el mundo para que el mundo se abra al castrismo mientras el castrismo se cierra para su pueblo.
Y si carece del valor para ello, al menos debiera guardar un silencio púdico y no prostituir a la iglesia que él representa.

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