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miércoles, 13 de abril de 2011

Empezar poco a poco. A propósito de la propuesta de crear amplio frente opositor en Cuba.

Mario J. Viera. 


El sueño de la unidad opositora nunca ha dejado de estar presente dentro de la oposición cubana. Sueño que ha resultado siempre en una frustrante experiencia.
En la dirección a conseguir un consenso generalizado de la oposición se han presentado innumerables contradicciones. Se ha experimentado con coaliciones que luego resultaron en la formación de más de una al mismo tiempo y enfrentadas entre sí y por lo general penetradas por los provocadores de la seguridad del estado colocados en posiciones claves.
El último intento de unidad fue el movimiento de Concilio Cubano, apoyado masivamente por prácticamente todos los grupos disidentes y opositores; pero bastó solo la detención de dos de sus prominentes figuras y una advertencia del gobierno, para que la cúpula de Concilio desistieran de acudir al encuentro que se había acordado se produciría el 24 de febrero de 1996. Faltó decisión e iniciativa.
Muchos han sido los intentos, todos fracasados por los recelos existentes entre los diferentes grupos de oposición y la ineptitud para confeccionar una plataforma política común caracterizada principalmente por el afán de protagonismo de muchos de los líderes, sin olvidar la represión enérgica del castrismo, dirigida a abortar cualquier intento de unidad.
No se puede desconocer que entre los diferentes grupos de oposición ha existido una instintiva colaboración de apoyo mutuo; pero esta colaboración, generalmente circunstancial no ha producido el encuentro necesario “de sentar los puntos en que todos estamos de acuerdo, y olvidar lo que nos separa” como ha señalado Guillermo Fariñas.
La mayoría de las organizaciones más conocidas en el exterior han elaborado programas, propuestas y plataformas, cada una de acuerdo con sus exclusivos puntos de vista y consideradas como el súmmum bonum de la sabiduría política opositora.
Ha sido Fariñas quien ha propuesto la idea del frente amplio de oposición en torno al núcleo de los 12 presos de conciencia de la Primavera Negra excarcelados recientemente y que se negaron al destierro, entre los que figuran Oscar Elías Biscet, Angel Moya y Héctor Masseda, junto con los 35 opositores más conocidos.
La idea se fundamenta en la confiabilidad que ofrecen esos 12 opositores por sus años de resistencia dentro del injusto presidio. La idea no es nueva. Recuerdo que en 1996 le había propuesto a Mario Chánez de Armas que presidiera un movimiento unitario diciéndole que no le estaba ofreciendo una corona de laurel sino una de espinas. Chánez, quien había sido el preso político que más años cumpliera en prisión sería la figura con más credibilidad para asegurar la unidad de la oposición.
Sin embargo, la idea choca con algunas opiniones divergentes, expresando la preocupación de que la oposición se encuentra actualmente “profundamente dividida”. Marta Beatriz Roque expresó que “es una idea que yo respeto y apoyo, pero en estos momentos la oposición está más dividida que nunca”, en tanto que Oswaldo Payá y Elizardo Sánchez se mostraron escépticos recordando los fracasos que en el pasado se habían obtenido en el propósito de la unidad.
Para Biscet el momento no era el adecuado para intentar la unidad opositora. En declaraciones a El Nuevo Herald, Biscet dijo: “La seguridad del estado ha estado trabajando mucho a las personalidades. Hay muchas asperezas que hay que limar primero, así que tenemos que esperar”. Consideró que los opositores podrían comenzar a unirse en torno a un tema sencillo como exigir del gobierno la garantía de los derechos humanos y luego pasar a temas políticos y sociales más complejos.
No descartó Biscet que definitivamente la unidad se alcanzará porque los cubanos se dan cuenta cada vez más de la necesidad de los cambios. Luego agregó:
“Ya la gente está hablando más, y más porque la vida es así. Tenemos que trabajar poco a poco. Es como enamorar a una novia guajira. Hay que empezar poquito a poquito”.
En mi opinión considero correcta esta idea de Biscet. Hay que ir dando pasos hacia la convergencia de criterios, ir elaborando pacientemente una estrategia política en torno a principios básicos como el reclamo del respeto a los derechos humanos, la defensa de la Constitución de 1940 y una propuesta de reforma económica bien documentada, sin olvidar los intereses materiales de la población.

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