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miércoles, 20 de abril de 2011

Desde la cima del Buró Político 1011 años os contemplan.

Mario J. Viera. 



Con un promedio de edad de 67 años de los quince miembros del Buró Político, se comprende que la máxima dirección del Partido Comunista de Cuba está constituida por viejos cargados de años y de desgaste físico y mental. Es el poder de los ancianos que se niegan a echarse a un lado para permitir un relevo de sangre nueva y de ideas frescas.
Es el Olimpo de la senectud y los resabios colocado por encima de la nación. Son un conjunto de 1011 años que pretenden, cargando con sus reumáticos dolores, empujar el pesado carretón de las “reformas” que, cual maravillosa panacea, consideran resolverá todos los males que la improvisación de esos mismo dirigentes, cuando todavía alumbraban sus rostros los arreboles de la juventud, cuando su apuesta por una ideología errada y fracasada, forjaron dentro del cuerpo de la nación.
Cincuenta y dos años dirigiendo sin ruta exacta, con una asombrosa incompetencia para dirigir la economía, interesados solo en sostener el poder que, por fatalidad y por el descuido popular, cayó en sus manos sin los méritos necesarios, son los únicos responsables de la ruina, del atraso, a los que quedó reducida la economía nacional.
No hay relevo generacional. El socialismo de caudillos es estéril.
Sí, Raúl Castro lo dijo, esta sería su última tarea ya no hay tiempo para malgastar en curitas de mercuro cromo, se agota el periodo de vida que la naturaleza les ha concedido vivir. Morirán creyendo que sus ideas achacosas son incuestionables y brillantes, mintiéndose a sí mismos y a los tontos que todavía les creen; morirán disfrutando el néctar del poder; morirán en sus lechos, tranquilos, sin cargos de conciencia, satisfechos de los errores que cometieron años tras años considerándoles como su servicio digno a la patria.
No hay cambios, solo cambia el discurso.
Permitirán la venta de autos y de viviendas para contentar a un sector de la población; pero no permitirán la libre expresión de la opinión ni el derecho que todos tienen a expresar su inconformidad. No ofrecerán la zanahoria pero si harán uso del palo.
Se saben no amados y se harán temer. Impondrán el miedo, continuarán creando la opinión en las mentes débiles que su poder es cual la figura de Argos que tiene cien ojos, que todo lo ve, que todo lo escudriña. Levantarán sobre la Nación el cartel que daba la bienvenida en el poema de  Dante a todos los que llegaban al infierno “Abandonad toda esperanza”.

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